Alan Franco celebra el título de la Sudamericana en el
Maracaná. (Marcelo Carroll)
En la garganta del diablo número dos del Libertadores de
América, se ubica la familia de Alan Franco. Desde el césped, el joven defensor
y sus afectos practican una especie de ritual: antes del pitazo inicial y una
vez concluido el partido, divisa a la familia y agita su mano en reiteradas
ocasiones, como símbolo de confianza y complicidad. Así fue, desde su primera
aparición, en abril de 2017, cuando Independiente se enfrentó a San Martín de
San Juan, y aún permanece vigente.
Franco pudo cumplir el sueño a su familia, objetivo
principal desde que irrumpió en Primera: construir una nueva casa, para que sus
padres Estela y Javier y sus hermanas menores Abril y Delfina, puedan vivir más
cómodos y tranquilos.
Su mamá Estela no pudo evitar la alegría y compartió en
Instagram una foto de las llaves de la nueva casa, acompañado de un texto con
agradecimiento incluido para Alan.
Alan Franco y el sueño cumplido
La realización de este sueño no tiene ni un gramo de
casualidad: Alan es uno de los pilares del equipo y para Independiente
representa un gran patrimonio. Tal es así que la dirigencia decidió el pasado
abril extenderle el contrato hasta 2022 con una cláusula de rescisión de 20
millones de dólares, que forjó gracias a sus muy buenas actuaciones y a una
personalidad imponente dentro del campo de juego.
Alan Franco y Leonel Miranda, ex jugador de Independiente.
La llegada del defensor de 21 años al plantel superior se dio
de la mano de Ariel Holan y gracias al buen trabajo de Fernando Berón, el
hombre que está encargado de la Reserva del Rojo. Franco arribó al club
proveniente de San Telmo, donde se desempeñaba principalmente como volante
central. Desde su desembarco en el Rey de Copas se hizo un lugar como defensor
central y fue en esa posición donde llamó la atención de Holan y su cuerpo
técnico.
Al cabo de nueve meses de su debut en Primera, Franco se
erigió como una pieza clave e inamovible para el equipo, incluso ante la
incorporación de Fernando Amorebieta, de larga trayectoria y vasta experiencia
en el fútbol español. El chico criado en Dock Sud se mostró con aplomo y tuvo
buenos rendimientos en momentos decisivos: fue una de las figuras en el
mismísimo estadio Maracaná, en la segunda final ante Flamengo, donde el Rojo
conquistó la Copa Sudamericana. Y en febrero fue el estandarte de la defensa
por la Recopa Sudamericana ante Gremio -el Rojo cayó por penales- y en el Arena
do Gremio, repleto de hinchas del equipo de Porto Alegre.
Alan Franco con la Copa Sudamericana. (Pedro Lázaro
Fernández)
Ahora, con apenas un año y un puñado de meses en Primera,
desde Europa se tientan con contratar los servicios de Franco. Y hasta el
propio Jorge Sampaoli mencionó alguna vez que seguía de cerca su rastro para
sumarlo a la Selección. Por Avellaneda conocen bien su valor futbolístico. Pero
más inflan el pecho por ese pibe que luchó por mejorar el bienestar de su la familia
y que sigue soñando con los pies en la tierra.
Fuente Olé
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