Independiente desequilibra en ofensiva no sólo gracias al
trío que juega detrás de Gigliotti, formado por los veloces Rigoni, Benítez y
Barco. Firme atrás, otros también se sueltan y así el equipo ataca con mucha
gente, como se vio en los goles ante Newell's.
Por Vicente Muglia
Salvo el cuarto gol ante Newell's, originado por un error de
Domínguez en un rechazo y capitalizado por Gigliotti, los otros tres goles de
Independiente en el Coloso tuvieron la particularidad de que el equipo arribó
con muchos hombres al área rival. Si algo parece ya distinguir a este ciclo
invicto de Ariel Holan es la voracidad ofensiva que muestran sus jugadores.
Como si olieran la sangre que implica tener espacios para dañar al rival. Bien
parado atrás, al punto de haber recibido apenas seis goles en nueve partidos,
el equipo acelera a fondo cada vez que recupera la pelota. Y para gozar de esa
contundencia que viene exhibiendo resulta fundamental el aporte de la línea de
tres que se ubica detrás de Gigliotti, el único punta natural y referente de
área. Rigoni, Benítez y Barco se destacan por su velocidad para el cambio de
ritmo y el desequilibrio en el uno contra uno. Justamente eso busca Holan: que
el equipo logre atacar con superioridad numérica sobre el rival o, de mínima, mano
a mano.
Pero el trío de los rapiditos, letal jugando a espaldas de
los volantes rivales, y el arrastre de marcas de Gigliotti no son las únicas
herramientas en ofensiva del Rojo. Los laterales también tienen libertad para
soltarse. Y los ejemplos sobran. Ante Newell's, el pibe Bustos acompañó la
jugada previa al 1 a 0 y fue él quien convirtió entrando libre por el segundo
palo desde el borde del área. Tagliafico o Sánchez Miño, depende quién juegue
por la otra banda, también pasan por sorpresa. Como hizo el segundo en la
acción del gol de Rigoni ante Arsenal. Y hasta el propio Taglia, jugando ante
Newell's de 6, se soltó y atacó con decisión llegando al área rival en dos
acciones en el primer tiempo.
El doble cinco, encargado de aportar el equilibrio al
equipo, también se anima si aparece el hueco. En Rosario, sobre el final del
primer tiempo, Erviti aceleró, entró al área en diagonal y recibió el pase de
Benítez para rematar, aunque la agarró mordida. Ese es otro de los objetivos de
Holan: que los volantes puedan desengancharse y llegar por sorpresa. De hecho,
Erviti arribó al área casi al lado de Bustos en la jugada del primer gol.
El trabajo de Holan, que en la semana labura en distintos
ejercicios de reversibilidad, se observa claramente en lo que respecta a las
transiciones defensivas y ofensivas. Cuando el equipo la pierde posicionado en
ataque, hay una solidaridad grupal para replegarse rápidamente hasta detrás de
la línea de la pelota. Cuando la recupera, ese mecanismo solidario se activa
pero para ofrecerse como posible pase para el que traslada el balón. "Yo
quiero un equipo compacto tanto para defender como para atacar. No se puede
dividir en 'algunos defienden y otros atacan y viceversa'. El concepto
primordial es que el colectivo pueda adaptarse a las distintas situaciones que
se presentan en un partido", le comentaba hace unas semanas a Olé.
Fuente Olé


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