En una entrevista con LA NACION desde el penal de Azul, el
ex barrabrava de River apuntó contra José María Aguilar y el kirchnerismo; cómo
es su vida en la cárcel
Por Tomás Marcó del Pont
Entrevista a Alan Schlenker desde la cárcel de Azul. Foto:
LA NACION / Rodrigo Néspolo
"Estar en la cárcel es el infierno, no se lo deseo a
nadie", dice Alan Schlenker desde la Unidad 7 de Azul. El ex barrabrava de
River está preso desde hace más de dos años, condenado a doce años por el
homicidio de un dealer y a cadena perpetua por instigar el crimen de Gonzalo
Acro, asesinado a la salida de un gimnasio en Villa Urquiza en 2007.
Schlenker vivió en Belgrano y empezó a ir a la cancha desde
muy chico. Tentado por los bombos y el color de Los Borrachos del Tablón,
decidió dejar su butaca de la platea San Martín para subirse a los
paravalanchas de la tribuna popular Sívori alta. Piloto comercial e ingeniero
agrónomo, dejó de lado su actividad profesional y fue parte de una de las
barrabravas más violentas de los últimos tiempos, conocida por sus peleas en
distintas canchas de Sudamérica.
En la cárcel, todos los días juega una hora a la pelota
paleta en la cancha que está a metros del pabellón, cerca de la huerta de la
cual es el coordinador y donde reciclan yerba mate y residuos orgánicos para
fertilizar. "Soy tutor educativo de esta unidad e incentivo a los demás
reclusos a estudiar y a trabajar dentro de la cárcel. Además estoy estudiando
derecho y soy el presidente del centro universitario de aquí", agrega.
Mientras Alan se acerca hacia el lugar donde se llevará a
cabo la entrevista, presos y agentes penitenciarios lo observan con curiosidad.
Es la "estrella" de la cárcel y camina por el hall central relajado y
sin apuro. Va, viene y elige cuál es el mejor lugar para sacar fotos.
"Detrás de esta reja", propone. Finalizada la sesión fotográfica, el
director del penal le ofrece su despacho para comenzar un "mano a
mano" con LA NACION. Propone un menú para el almuerzo y ante la negativa,
se va del escritorio y nos dejan a solas para la entrevista.
Entrevista a Alan Schlenker desde la cárcel de Azul. Foto:
LA NACION / Rodrigo Néspolo
Schlenker fue, junto a Adrián Rousseau, líder de "Los
Borrachos del Tablón", como se conoce a la hinchada de River, durante
varios años. Por diferencias económicas e ideológicas, la barra se dividió en
dos y protagonizaron una serie de enfrentamientos que derivaron en la muerte de
Acro.
La interna de la hinchada de River estalló el 11 de febrero
de 2007 en la "batalla de los quinchos" del club, en la previa del
debut del equipo que dirigía Daniel Passarella ante Lanús. Alan, su hermano
William (condenado a perpetua por el mismo crimen) y la banda de Palermo se
enfrentaron con Rousseau, Acro y la facción de la barra denominada "la
oficial", compuesta por varios empleados del club. Lo que comenzó como una
discusión, terminó a los tiros entre los dos bandos, mientras que los socios
presentes corrían para escapar.
Luego le siguió la "batalla del Playón", donde
ambas bandas se enfrentaron en la entrada del club tras un encuentro con
Independiente, y el asesinato de Acro en agosto del mismo año.
- Sos ingeniero agrónomo, piloto, venís de una familia de
clase media alta ¿Por qué te metiste en la barra?
- Siempre me gustó cómo entraba la barra en los partidos.
Empecé a ir a la popular cuando la dirigía "El diariero", que nos
enseñó la política de pelear sin armas, como siempre hicimos nosotros. Conocí a
muchos que hacían artes marciales e iban al gimnasio en el club y me metí. Me
interesó mucho el tema de la política, tenía ganas de ser dirigente de River.
Después del Mundial de Alemania tenía pensado armar una agrupación , pasarme a
la platea y ser dirigente, pero me enfrenté a [José María] Aguilar (ex
presidente de River entre 2001-2009) y me bajaron.
- Siempre dijiste que te considerabas un preso político.
¿Por qué?
-Yo no estoy en cana por haber parado en la barra, estoy en
cana por enfrentar a Aguilar y a todo este poder. Los barras que trabajan para
el poder gozan de impunidad absoluta, yo estoy condenado a perpetua. Rousseau
fue condenado a tres años de prisión por la "Batalla del Playón",
pero sigue libre porque la sentencia aún no está firme.
- Hablás del "poder", ¿a quién te referís?
- Guillermo Moreno , Cristina Kirchner. En la causa en que
la Justicia investigó la reventa de entradas en River hay escuchas telefónicas
entre Matías Goñi, referente de la barra oficial, con otros hinchas, cerca de
la Casa Rosada, diciendo: "Mientras esté Cristina no nos pasa nada".
De pasear un perrito por Belgrano, Goñi terminó metido con el gobierno
kirchnerista, trabajando con Moreno en la Secretaría de Industria. Después de
que nos sacan la barra, arreglaron meter las banderas de "Fuerza
Cristina" y "Clarín miente" y les garantizaron impunidad. Más
allá del club, eran utilizados como grupos de choque, para movilizar gente y a
cambio de eso había dinero e impunidad.
LA NACION habló con Moreno respecto a estas acusaciones,
ante las cuales, el ex Secretario de Comercio Interior aseguró: "Para el
único que es delito meter una bandera es para Magnetto. Para todos los fiscales
del país, meter una bandera que dice "Clarín miente" está dentro de
la libertad de expresión".
Moreno se refirió a su relación con Matías Goñi, un
referente de los Borrachos del Tablón, que según escuchas telefónicas que
ordenó el fiscal José María Campagnoli en su investigación entre los barras con
el poder político, estuvo en la quinta de Olivos en marzo de 2013, de donde
habría retirado dos banderas: "Fuerza Cristina" y "Hasta la
victoria Comandante Chávez".
"Trabajaba en mi edificio, pero en la Secretaría de
Industria, lo conocí de tantos años que compartimos edificio. Nunca tuvimos una
reunión privada con él por ese tema, ni hablamos de River", afirmó.
Entrevista a Alan Schlenker desde la cárcel de Azul. Foto:
LA NACION / Rodrigo Néspolo
- ¿Por qué decís que Aguilar "te bajó"?
- Estoy sufriendo todo esto por enfrentarme a Aguilar. Él
bancaba a la banda de Adrián [Rousseau], muchos de ellos eran empleados del
club. Después de la batalla de los quinchos, no fueron más a la cancha y ahí
comenzaron los escándalos en el hall, los cantos y banderas contra la dictadura
de Aguilar. La muerte de Acro les vino como anillo al dedo, me indican como
instigador por telepatía y, tras mi detención, volvió el grupo de Rousseau a la
cancha y nadie más puteó a Aguilar.
- ¿Qué relación tenías con Aguilar?
- Durante su primer mandato tuve un trato cordial, fue una
gestión aceptable. Cuando es reelecto cambió mucho y reclutó a un grupo de la
barra oficial, quienes dejaron de ser barras y trabajaban como sus mulos, se
metían en las reuniones para intimidar a la oposición, eran el grupo de choque
de Aguilar.
- ¿Te daba entradas para los recitales?
- Por contrato, para cada recital que había a River le daban
2800 entradas de protocolo y de ahí se dividían para dirigentes, jugadores y la
barra. Nosotros las revendíamos, así nos financiábamos los viajes.
- De esa manera fueron al Mundial de Alemania..
- Exacto. Conseguimos las entradas para el mundial a través
del club, que envió un escrito con membrete que fue a parar a la AFA con el
listado de los que íbamos a viajar. Éramos 45 hasta la final, teníamos los
cartones verdes grandes, con código hasta la final. Nos fuimos con las entradas
desde acá.
LA NACION intentó comunicarse con José María Aguilar, ex
presidente de River de 2001 a 2009, para responder las acusaciones de Schlenker
pero el ex dirigente no quiso hablar. Desde que dejó su cargo en el club,
prefirió mantener un perfil bajo y no aparecer en los medios. En diciembre del
año pasado, la ex comisión directiva de River, encabezada por Aguilar, fue
sobreseída por "prescripción" en la causa en la que gran parte de sus
integrantes estaban investigados por la contratación de barrabravas a sueldo en
el club, el presunto financiamiento de ese grupo a través de comisiones en las
ventas de jugadores e irregularidades en la construcción del museo de la
institución.
- Estuviste con Martín Demichelis en Munich, ¿qué relación
tenías con los jugadores?
- Estuvimos de pasada con Demichelis, nosotros teníamos una
buena relación desde su época en la pensión de River. Me acuerdo cuando lo
despedí a él en el club, cuando se iba a jugar a Europa. Yo conocí a todos los
cracks que salieron en la década del 90, venían al gimnasio, los conocía de ir
siempre al club.
Schlenker en el Mundial de Alemania 2006. Foto: LA NACION
Con carpetas, expedientes y hojas resaltadas con amarillo,
Schlenker busca constantemente remarcar lo que él cree que son incongruencias
en la causa. Lee fallos, repasa declaraciones de testigos y critica la
"falta de predisposición" de la Sala I de la Cámara Federal de
Casación Penal que ratificó su condena. A la hora de hablar, se muestra firme
en sus respuestas y se explaya para intentar desvincularse de los hechos.
La causa se la sabe de principio a fin. La tiene muy
estudiada, porque sabe que no le quedan muchas opciones para obtener la
libertad. Levanta la voz y gesticula abruptamente, cuenta paso por paso qué
sucedió, lo que hizo antes y después del crimen de Acro, como si estuviera
frente a un Tribunal intentando convencer a los jueces de su inocencia.
- ¿Qué hiciste el día que mataron a Gonzalo Acro?
- A la mañana fui a la facultad, cursaba Agronomía en la
UBA. Le pidieron al decano las asistencias y se corroboró que estuve en la
facultad. Por la tarde estuve en el gimnasio y a la noche fui a comer a una
pizzería de Belgrano donde nos juntábamos a comer siempre con algunos de la
barra. Yo estuve en la zona donde me manejé siempre, todo está comprobado por
las antenas de Nextel. El tribunal aclara que Alan no estuvo en el lugar del
hecho, yo soy inocente, soy ajeno al hecho.
- Está probado que Ariel Luna fue el autor material ¿No te
comunicaste nunca con él durante esos días?
- En 6 meses de cruzamiento telefónicos no tengo ninguna
llamada con el "Colo" Luna, ninguno de los imputados dijo que yo lo
mandé a matar a Acro, ninguno de los 300 testigos dijo que yo los hubiese
instigado a matarlo.
- ¿Y entonces por qué te condenaron?
- A mi me acusaban de "dirigir el accionar de los
agresores, mediante insistentes comunicaciones de Nextel, antes durante y
después del hecho la noche que mataron a Gonzalo Acro". Cuando Nextel
aporta un informe con mis llamadas y ve que no tienen que ver con el crimen, el
Tribunal cambió los hechos y dijo que en realidad lo instigué no por teléfono
sino la noche anterior en una pizzería de la calle Vuelta de Obligado. Me
condenan a perpetua por instigar a Luna en un espacio físico en el que jamás
estuvo, todos los testigos lo confirman.
Entrevista a Alan Schlenker desde la cárcel de Azul. Foto:
LA NACION / Rodrigo Néspolo
Schlenker espera la decisión de la Corte Suprema, la última
instancia que le queda para obtener su libertad, que recibió el planteo en
diciembre de 2016. La Sala I de la Cámara Federal de Casación Penal, integrada
por los jueces Ana María Figueroa (como presidenta), Mariano Borinsky y Gustavo
Hornos, confirmó en mayo del año pasado su condena a prisión perpetua, así
también como la de su hermano William y la de Ariel Alberto Luna, Pablo Alfredo
Girón y Rubén Eduardo Pintos, estos tres últimos como ejecutores materiales del
delito de homicidio agravado.
Alan reitera que está preso porque "hubo muchos
movimientos de corrupción durante la gestión de Aguilar" y que "es
más fácil meter preso a un barra" que a un dirigente. "Estoy mal
visto, porque las barras en sí están mal vistas", apuntó.
Su vida en la cárcel
Entrevista a Alan Schlenker desde la cárcel de Azul. Foto:
LA NACION / Rodrigo Néspolo
Las gotas de sudor caen por el rostro del recluso mientras
habla sin interrupciones con LA NACION. Tal vez por el calor, el nerviosismo
por volver a hablar de su causa o la ansiedad por querer defenderse de una
condena que él sostiene que es "muy injusta". A pesar de que la
charla se estira por más de una hora, nadie lo apura.
Schlenker cuenta que pasa sus días estudiando derecho,
esperando que la Corte Suprema revise los hechos. Vive en una celda común e
individual, en un pabellón donde hay 25 reclusos, con quienes tiene buena
relación, según asegura.
" Ojalá pueda ser el próximo Nelson Mandela de
River"
Su familia es lo que más extraña. Una vez cada dos meses su
hijo vuela desde Córdoba, donde vive con su madre, para ir a visitarlo a Azul
durante un fin de semana. A pesar de que su salida de la cárcel parece
complicada, dice no pierde la fe y le suplica a la Justicia que "lea la
causa".
- ¿Pensás que hay posibilidades de que la Corte Suprema
revea la condena?
- En la audiencia de Casación les rogué que leyeran la causa
y me respondieron copiando y pegando la condena del Tribunal. A la Corte entró
el planteo en diciembre del año pasado, espero que lean bien el caso.
- En caso de que puedas salir ¿te gustaría volver a River?
- Siempre dije que tengo esperanzas de salir y de que ojalá
pueda ser el próximo Nelson Mandela de River. Por enfrentarme a Aguilar estoy
sufriendo todo esto. No descarto en un futuro, y si se hace justicia, ser
dirigente del club.
Fuente Cancha Llena
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