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sábado, 6 de mayo de 2017

¿Al final quién lleva el balde?


 
El golazo de chilena de Martín Benítez.


Por Favio Verona

Benítez es como ese pibe revoltoso al que en la secundaria le llovían apercibimientos incluso cuando se comportaba como si estuviese en la mesa de Mirtha Legrand.
Ese que la ligaba porque lo tenían de punto. El que terminaba cada jornada preso en el despacho del director, con amonestaciones, llamado a sus padres para una reunión inminente y recomendación de ir al psicólogo para develar los misteriosos trastornos que producían semejante grado de irreverencia compulsiva.

Al punta le pasa algo similar: muchos hinchas lo condenan aun cuando tiene buenos rendimientos. Son ataques preventivos. El partido arrancó hace 30 segundos y quizá no tocó la pelota, pero lo putean por las macanas que ya van a venir. Pisa el césped y varios políglotas que habitan la tribuna se acuerdan de su madre en quechua, turco, chino mandarín y, por las dudas, en castellano. En la implacable búsqueda de culpables, es el primer enfocado. "Tiene un balde en la cabeza", es el prejuicio que se instaló. Quizá por eso contra Estudiantes decidió meter una chilena a 1,80 metro del suelo en lugar de cabecear. O quizá los que tienen un balde son los que lo insultan hasta cuando aprueba el examen. Porque Benítez jugó bien los últimos partidos ante Talleres, Arsenal y Estudiantes: aportó desequilibrio, criterio para tocar y hasta le anularon mal un golazo en Sarandí. Porque se adapta a jugar por todo el frente de ataque. Porque tiene apenas 22 años y el error es parte del aprendizaje. Porque si sale a la cancha en ese clima hostil sin amedrentarse, quiere decir que tiene agallas. El no es el culpable de que los dirigentes hayan rechazado una oferta millonaria de Turquía por su pase.



Fuente Olé

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