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miércoles, 5 de octubre de 2016

Fideo a corazón abierto


Angel Di María contó que pensó "en renunciar" y en "ir al psicólogo" tras las finales perdidas y las lesiones. "Ahora mi cabeza está bien", dijo.




Di María sonríe en la práctica.



Por Hernan Claus



Se ríe, Di María. Y se ríe con ganas. No parece ahí, en ese instante, mientras la Selección se mueve en la cancha del Sporting Cristal, el dueño de tantas angustias. Será, acaso, por esa concepción universal que une a varios de sus compañeros con la celeste y blanca: “Hay que seguir peleando, estando acá...”, asegura. O tal vez es aquella sensación que siempre remarca, que lo atrapa, que le despierta el espíritu más amateur de todos: “Para mí cada convocatoria a la Selección es como si fuera la primera vez”. Como sea, Fideo sonríe. Y es una buena noticia. Por lo que pasó. Y porque aquí y ahora, sin Messi, Argentina lo necesita más que nunca.



“Pensé en renunciar” .



Su primera confesión ya demuestra sufrimiento. Uno en particular, pero también el mismo de todos en general. El que incluye a Leo, al Kun y a varios más que quisieron dar un paso al costado tras la Copa América de Estados Unidos. La causa: la tercera final perdida en tres años. La forma: en las dos últimas, los malditos penales. “El mal trago dura. Todavía hoy no se va. Porque estábamos todos juntos, tirando para el mismo lado y que se nos haya escapado la chance en tres finales es increíble”, asegura en diálogo con TyC Sports.



Y ahí mismo, se le escapa otra revelación, una situación que ahora vive casi como un desahogo.



-¿Y qué te pasó cuando Messi renunció?



-Y... pensé que Leo no volvía más, que era una decisión tomada. Pero bueno, a veces son cosas del momento. Uno suele decir lo que piensa o lo que se le cruza por la cabeza en situaciones así. No es fácil llegar a tres finales y perderlas. Te dan ganas de chocarte la cabeza contra la pared.



Fideo juega con el micrófono y empieza a soltarse. Porque hay que decirlo: no tenía muchas ganas de hablar. Incluso, en el momento que aceptó hacer la nota, pidió ciertas reservas, un entorno más cuidado, sin muchos intrusos. Como si él mismo hubiera armado el escenario para su desahogo...



“También pensé en ir al psicólogo”.



Su segunda confesión abre el recuerdo de las lesiones. De esos tres desgarros que lo sacaron de las finales. Porque es cierto que jugó en dos (sólo faltó a la del Mundial), pero nunca fue como él hubiese querido. “Se me hacía muy difícil no pensar en eso, en las lesiones. Es así. La última vez, en Estados Unidos, hasta me reía porque realmente no lo podía creer. No se me cruzaba por la cabeza que me volviera a ocurrir una cosa así. Las lesiones y haber estado tan cerca en tres finales, fue por lejos lo peor que me pasó como futbolista”, cuenta.



Ahí fue que surgió la posibilidad de ir a un psicólogo (lo que marca lo traumática que había sido esa situación para él). Sí, a un profesional que lo ayudara a resolver un problema que él tenía claramente diagnosticado: no era algo físico, claro que no. “Yo nunca estuve tan cansado como en la final de la Champions que logramos con el Real en 2014. Con tiempo extra y todo, estaba súper acalambrado. Pero saqué una jugada de la nada y ganamos. Por eso digo que es todo de la cabeza”, se convence.



-¿Y qué pasó al final? ¿Hiciste terapia?



-No, hablé con mi familia, consulté, pero no fui. Tengo que ponerme en la cabeza que no me va a volver a pasar algo así.



En definitiva, deberá empezar por ahí. Y también por tomar de otra forma ese plus que significa para él ponerse la celeste y blanca. Una extraña mezcla de satisfacción y autopresión. Sobre todo, en los momentos trascendentes, como ya reconoció alguna vez: “Saber que represento a mi país influye mucho en mi cabeza. He tratado de aislarme de la presión en los partidos importantes y he hablado del tema con mucha gente para que me ayude. Pero bueno, hay que seguir haciendo lo mejor posible por la Selección”, asegura, antes de meterse acaso en el tema más delicado. Porque a Fideo no lo ayudaron las lesiones. Pero tampoco una serie de circunstancias familiares muy difíciles de atravesar para cualquier persona.



“Ahora mi cabeza está bien”.



Su tercera confesión va de la mano de su sonrisa, claro. De la que mostró en la práctica y también durante varios pasajes de la nota. Pero eso, si bien él se siente en deuda con la Selección por esta historia de las lesiones y de las finales perdidas, en algún punto hay atenuantes que él se encargó de revelar. Incluso, tocando su costado más íntimo.



-¿Te duelen las críticas?



-Las críticas suelen ser por los rendimientos y son momentos. Y a veces, en esos momentos, uno tiene la cabeza en la familia. No es una excusa, pero hace poco mi mujer perdió un embarazo. Entonces, a veces salís a la cancha con la cabeza en situaciones así y es difícil escuchar críticas o lo que dicen de uno. Pero el fútbol es así y al periodista se le hace más fácil criticar a la Selección.



Di María, en efecto, pasó varias bravas en ese sentido. La última, la que ayer reveló. Pero también el nacimiento de su hija fue complicado. Mía nació un 22 de abril de 2013, con apenas seis meses de gestación. Y lo que siguió fue una lucha por su vida que duró dos meses y que con mucho amor y dedicación atravesaron con su esposa Jorgelina. Encima, el mismo día que le dieron el alta tan esperada por ellos y por la familia, murió el papá de su mujer. De no creer. “Mi hija me enseñó que todo se puede, me enseñó a saber sufrir y a saber aguantar el dolor. Me ayudó a ser más fuerte de lo que soy”, dijo varias veces sobre esa situación. Acaso ahí haya que buscar su espíritu luchador.



También en la última Copa América Angelito tuvo que pasar por otra situación complicada. En esa ocasión fue el fallecimiento de su abuela, a quien le dedicó el gol de la victoria contra Chile, en el debut del equipo en el torneo. Todo ese estrés y esa angustia, sin dudas, también jugaron su parte para que, en Estados Unidos, se lesionara por tercera vez.



Tal vez por todo eso, ahora prefiere mirar para adelante con otro semblante. Y hasta con un deseo: llegar a otra final. Y llegar... “Al 100%. Eso es lo único que quiero, poder ayudar al equipo”, asegura.



-¿Habláste con Martino después de su salida?



-Hablé con sus ayudantes, pero no con él. Después de que tomó la decisión de irse, en mi club hubo compañeros que me preguntaban por qué si habíamos llegado a tres finales, el técnico se iba...



-¿Y qué les dijiste?



-Que en Argentina es así. Pero lo bueno es que el equipo sigue unido y todos estamos con las mismas ganas y el mismo objetivo. Yo creo que eso nos hizo llegar a tres finales, con técnicos diferentes.



-¿Y ahora con Bauza cómo están?



-A él lo conozco desde los 13 años, de la ciudad deportiva de Rosario Central. Después de tener a varios de la vereda de enfrente, hoy tener a un DT de mi lado es muy bueno, jajaja.



Sí, se ríe otra vez Fideo. Y hasta se anima a una chicana que volverá a alimentar la disputa entre Newell’s y Central. La misma que el Patón también parece haber entablado con Leo Messi. Ahora, el volante del PSG sumó uno pesado para su bando: “La verdad es que el Patón le cayó muy bien al plantel, está muy cerca del jugador. Ganó cosas importantes en los clubes donde estuvo y ojalá lo pueda hacer con nosotros”.



Y en ese sentido, la principal figura que tendrá mañana la Selección ante la ausencia de Messi también se atreve a desafiar al futuro. “Es difícil que haya otra generación y otra Selección como ésta. Por eso hay que ver si la próxima generación puede llegar a tres finales...”.



¿Habrá para él y para todos una cuarta chance? Por lo pronto, ya tomó algunos recaudos. Como cambiar el número de su camiseta. “Después de todo lo que pasó, pedí que me dieran el 11, que fue el que tuve en los Juegos Olímpicos que ganamos en el 2008. Lo hablé con el Kun Agüero, porque él lo venía usando y me lo dio. Si el que viene va a ser mi último Mundial, quiero jugarlo con esa camiseta”.



LIMA (ENVIADO)



Fuente Olé

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