Es difícil encontrar en todo el mundo un jugador que a lo
largo de toda su carrera se haya identificado y dedicado tanto a un club, como
Ricardo Bochini con Independiente, donde jugó durantes 20 temporadas, toda su
vida, entre 1972 y 1991, realizando 638 partidos oficiales, marcando 97 goles y
conquistando 4 Ligas argentinas, 4 Copas Libertadores y 2 Copas
Intercontinentales. Para los hinchas del Independiente sólo dos cosas son
sagradas en la vida: la madre y el "Bocha".
La admiración por su talento era tanta que cuando cogía la
pelota, driblando y tocando como un poeta, todos los adeptos creían que la
jugada podía acabar en gol. Sus pases parecían diseñados con regla y compás y
su agresividad con el balón recordaba un domador apaciguando una fiera. En un
ápice, tenía todo el partido en sus manos.
Fue descubierto en Zárate, por el ojeador Luis Ciriulli que
lo llevó a entrenar al Boca Juniors, donde el entrenador Diego García dijo:
"sí señor, es bueno, pero le falta algo...". Fue entonces que surgió
el Independiente, donde Nito Veiga, entonces jefe de la cantera, se quedó con
el chico después de verlo jugar tan sólo 10 minutos. La verdad era que, a pesar
de ser algo frágil físicamente, 1,68m y 67 kg, no le faltaba nada para ser uno
de los mayores maestros de la historia del fútbol argentino. ¿Cómo explicar?
Era Woody Allen jugando a fútbol, como le dijo Valdano que definió su fútbol
como el de un ladrón que ausculta la impenetrable caja fuerte, mientras sus
dedos buscan la clave de la llave, hasta que de repente... ¡click! Sí señor, un
toque dado por él abría todos los cerrojos defensivos. Le bastaba un click.
Fue, sin embargo, un jugador visceral. Nunca habló bien de
un directivo, porque nunca sintió admiración por ninguno. Recusó los
empresarios y desconfiaba de los periodistas. Fue siempre un duro crítico de
los entrenadores defensivos y por eso elogiaba a Menotti, a pesar de no haberle
llevado a los Mundiales del 78 y del 82. Por ironía, acabó siendo un entrenador
que siempre lo criticó por ser defensivo, Bilardo, el que lo convocó para el
Mundial del 86, donde apenas jugó los últimos cinco minutos de la semifinal
contra Bélgica, cuando Argentina ganaba por 2 a 0, por eso dice siempre que no
se siente campeón del mundo. Cuando lo vió entrar en campo, Maradona lo
homenajeó con estas palabras: "¡Bien, Maestro!". Se retiró a los 37
años. Fue una de las reservas espirituales de un fútbol maravilloso, en estado
puro, que se nos escapó de las manos como arena por entre los dedos...
Fuente: Luis Freitas Lobo
Reportaje de Fiebre Maldini a Bochini
Fuente video YouTube

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