Pisano metió el 1-0 para Independiente.
Independiente logró vencer su ansiedad y logró un triunfo
complicadísimo ante un Crucero que, a pesar de las complicaciones tras el viaje
de 14 horas en micro, lo hizo sufrir.
Pisano y Menéndez metieron dos lindos goles.
Nada le resulta sencillo a Independiente. Para todo tiene
que tener ese plus, dar un poco más. No importa el rival, no importa la cancha,
el equipo de De Felippe no puede relajarse ni un minuto.
Porque cuando lo hace, como ante Crucero del Norte, el rival
lo aprovecha, le empata el partido cuando mejor juega y lo hace sufrir de
nuevo.
Pero lo sacó adelante esta vez. Venció los miedos, la
ansiedad, el apuro por hacer el gol y callar las voces internas y las de la
tribuna que murmura (y canta también).
Y fue 2-1, merecido, ante un Crucero del Norte que pagó caro
haber viajado casi 15 horas (llegó a Buenos Aires a las 5 AM y en micro por el
paro de Aerolíneas) y se quedó sin piernas. El Rojo sí pudo levantar vuelo.
El Rojo salió a comerse la cancha. Un poco por sus ganas,
otro poco por su apuro. Pero esta vez le dio resultado, porque Pisano metió un
golazo y ayudó a que sus compañeros bajaran un cambio y le metieran algo de
pausa. El problema fue que la relajación fue plena: la defensa se durmió y en
el mejor momento del loca, llegó el empate de Crucero, justo en los pies de
Enzo Bruno, un ex Independiente. Así se agotó el primer tiempo, con un equipo
desalentado por el golpe y otro con necesidad de aguantar.
Le duró poco al visitante. Porque a los 6 del segundo y tras
una gran jugada colectiva, Menéndez definió y metió el 2-1 que fue definitivo.
Recién ahí el Rojo mostró sus mejores armas, tocando por
abajo y buscando el arco (aunque igualmente se apuró en varias definiciones).
El partido se apagó, se llenó de imprecisiones y hasta de tarjetas (rojas para
Bruno y Rosso).
Pero lo sacó adelante Independiente.
Vuela...
Fuente Olé
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