El fastidio de Gallego, una situación peligrosa para la
actualidad de Independiente.
Por Alberto Cantore
Gallego e Independiente, complicados - Archivo
El fastidio y los arrebatos, señas particulares que
acompañaron durante su trayectoria al Tolo Gallego.
El singular estilo de
conducción y el escaso filtro al momento de declarar, características que
repitió el entrenador en cada equipo que dirigió.
Pero el paso del tiempo y las
dificultades por las que transita Independiente redujeron su tolerancia,
desdibujaron la sonrisa pícara que siempre lo acompañó.
La ausencia de
resultados durante la pretemporada, donde no convirtió y recibió cinco goles, y
la dilación en la llegada del segundo refuerzo, casualmente un delantero,
impacientan al director técnico, que estalló al observar cómo aquellos
futbolistas que parecían amarrados ahora visten otras camisetas y dejaron
plantados a todos en Avellaneda.
La molestia llevó a Gallego a manifestar que
analizaría dar un paso al costado, aunque luego, un poco más sereno, se
desdijo.
Si Independiente se mira al espejo y no se reconoce, lo
mismo le sucede al Tolo, que perdió frescura y se desgastó entre las tantas
batallas que se libran en el club.
Las diferencias se enseñan adentro y también
afuera, cuestiones que muy poco ayudan al fortalecimiento tan necesario para
superar una crisis.
Porque las derrotas en los encuentros veraniegos golpean,
duelen y debilitan el espíritu, justo cuando el plantel debe recargar las
baterías para desandar un semestre de espinas, con la tabla de los promedios
como eje de la campaña.
No es todo: las flaquezas económicas y el acecho de la
barra brava castigan y repercuten también en los planes de Gallego.
"El segundo refuerzo ya tendría que estar acá,
jugando de suplente o de titular. Hace un mes venimos con esto, hace un mes
llegó el grupo inversor. Siempre hay un pero: cuando lo querés comprar no lo
dan", espetó, en tono de reclamo, después de sentirse desesperanzado
cuando las imágenes de televisión le mostraron a cada uno de los atacantes que
incluyó en su lista en otros equipos: Carlos Bueno, en Universidad de Católica,
de Chile; Hernán Barcos eligió Palmeiras para disputar el ascenso en Brasil;
Martín Cauteruccio, retenido por Quilmes; Dorlan Pabon en Monterrey, después de
que el presidente Javier Cantero anunciara que el colombiano había acordado su
incorporación.
Hoy, fastidioso por todos estos contratiempos, el Tolo no tiene
margen y debería contentarse con Carlos Núñez, de Liverpool, de Uruguay.
Tanto combustible derramado en el camino convierte al
Tolo Gallego en un técnico inflamable.
Una situación peligrosa para la
actualidad de Independiente.
Fuente Cancha Llena
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