Por Carlos Perez
Independiente
volvió a mostrar una preocupante falta de juego en su derrota 1-0 frente a
Huracán, en un partido en el que los dirigidos por Julio Vaccari no lograron
generar prácticamente ninguna situación de gol en los 90 minutos. Con un
planteo inicial de 4-3-3, el equipo evidenció serias carencias en la mitad de
la cancha, sin volumen de juego ni ideas claras para romper el esquema rival.
Como si esto fuera poco, el equipo se desdibujó aún más tras el gol del Globo,
convirtiendo el desarrollo del partido en una sucesión de decisiones tácticas
poco efectivas que no hicieron más que empeorar el panorama.
La entrada
de un delantero más para dejar el esquema en un improvisado 4-2-4 no trajo
consigo la solución esperada. En lugar de sumar presencia ofensiva, el equipo
terminó completamente partido, sin mediocampistas capaces de tomar la pelota y
generar juego. Los intentos desesperados por empatar llevaron a un ajuste
táctico todavía más osado e inexplicable: el ingreso de Alexis Canelo en lugar
de un defensor, lo que resultó en un dibujo final de 3-2-5 que intentaba,
quizás en la cabeza de Vaccari, evocar al legendario Brasil del '70.
La
realidad, sin embargo, fue más similar a un "rejunte de solteros contra
casados", en el que la única estrategia parecía ser tirar la pelota para
arriba y ver si, milagrosamente, caía en los pies de algún jugador rojo.
La falta de
conexión y claridad entre líneas se evidenció aún más con esta disposición
final, en la que los tres defensores -Lomónaco, Laso y Pérez- se dedicaban a
despejar pelotazos sin rumbo, mientras Marcone y Loyola intentaban, sin éxito,
sostener un medio campo inexistente. Adelante, una línea de cinco atacantes
(Vallejo, Maestro Puch, Ávalos, Canelo y Montiel) esperaba en vano algún balón
con dirección y sentido, algo que nunca llegó. La escena se asemejaba más a un
acto desesperado que a una búsqueda consciente del empate.
A la falta
de creatividad en el armado de juego, se sumó una clara incapacidad para
generar situaciones de peligro. Independiente terminó el partido sin haber
inquietado seriamente el arco rival, producto de un planteo táctico que no solo
careció de efectividad, sino también de sentido común. El resultado no fue solo
una derrota en el marcador, sino una clara muestra de que el equipo necesita
mucho más que buena voluntad y cambios improvisados para pelear por un lugar en
las copas.
Fuente
Orgullo Rojo
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