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lunes, 5 de diciembre de 2022

El otro Dibu: su mujer portuguesa, el Gol, el psicólogo y más...

Familia completa con Mandinha, Santi y la pequeña Ava.

 

Por Diego Paulich

Los ahorros en un auto para visitarlo, la familia que arrancó en una parada de bondi, el yoga... Vida y obra del arquero de la Scaloneta.


 “Pasé mucha mierda”. La frase la soltó Emiliano Martínez, con la voz quebrada y los ojos llorosos, apenas un rato después de ganar la Copa América en Brasil. Hoy indiscutido en la Selección Argentina, tuvo que atravesar un camino complejo, sinuoso y repleto de obstáculos hasta poder alcanzar la gloria. Incluso, fue uno de los protagonistas de la charla motivacional de Leo Messi antes de salir a jugar aquella final en el Maracaná porque en medio de la burbuja sanitaria por la pandemia conoció a Ava, su segunda hija, a través de una videollamada a más de 7.000 kilómetros de distancia. Sí, el Dibu nolepudoaséupa y este sábado su atajada agónica ante Australia se festejó como un gol...

 

 

Dibu con Santi, su hijo mayor, en su casa de Inglaterra.

 

Dibu con Santi, su hijo mayor, en su casa de Inglaterra. Con tan solo 12 años llegó a Independiente y ya se le veían cosas interesantes para el puesto de arquero, aun cuando Boca y River le habían dado vuelta la cara y en las primeras semanas en Domínico le costaba la exigencia de los entrenamientos, que poco tenían que ver con los del Club General Urquiza de su Mar del Plata natal. Tanto como le costó a su familia estar lejos y, mucho más, poder achicar esa distancia.

 

 Su papá Alberto, más conocido como Beto en la ciudad costera, era un fletero del puerto al que no le sobraba el mango; mientras que mamá Susana era empleada doméstica, pero igual no dudaron en reventar los ahorros y comprarse un Volkswagen Gol para poder ir a visitar cada dos semanas a su hijo menor que había quedado en el Rojo y, que de ahí en más, viviría en la pensión de Avellaneda cuando en realidad estaba en edad de irse de viaje de egresados a Carlos Paz.

 

Fueron años de mucho sacrificio para todos. Dibu estaba lejos y se apoyaba en Pepé Santoro, formador histórico de arqueros de Independiente, y en sus compañeros más grandes, como el Ruso Rodríguez. Mientras que la familia hacía malabares con la guita y a veces hasta pedía prestado a los amigos de siempre para poder llenar el tanque del golcito y viajar a visitarlo.

 

Ese grandote, con mirada de loco y habituado a enfrentarse a los más temibles delanteros de la Premier, que ni siquiera duda en afirmar que deseaba ir a la definición por penales en la semi contra Colombia, tuvo que aguantar mucho para estar donde está. Su gran actuación en el Sudamericano Sub 17 de 2019 lo puso en la mira del Arsenal, que terminó comprándolo cuando todavía ni siquiera había cumplido la mayoría de edad.

 

Ese salto a la elite de Europa tampoco fue la panacea: le costó tener continuidad, pasó por varios equipos a préstamo, hasta que en 2020 la lesión del alemán Leno le permitió mostrarse y, meses después, el Aston Villa desembolsó más de 20 millones de euros para llevárselo. Ahí sí se convirtió en una estrella de la prestigiosa Premier League y le llegó el tan anhelado sueño de la Selección Mayor.

 

Todo fue rápido con la camiseta celeste y blanca, debutó apenas un mes antes de la Copa América 2021 en un partido ante Chile por las Eliminatorias, pero enseguida se ganó el puesto. Después, el resto de la historia ya es archiconocida… En el mientras tanto de todos esos años, el yoga, pilates, boxeo y los casi cuatro años que lleva de terapia lo hicieron fuerte.

 

David Presley, el psicólogo británico del equipo femenino y masculino del Arsenal en el que el arquero se apoya para administrar sus emociones como ocurrió luego de la derrota con Arabia Saudita en el debut tiene un importancia clave en su vida y, por estos días, en la de todo un país porque a la distancia lo ayudo a Emiliano a recomponerse en pleno Mundial.


"Hablé mucho con mi psicólogo porque que te pateen dos veces y te hagan dos goles es difícil de tragar", reconoció post triunfo a México sin dejar de destacar que en sus guantes carga el peso de "45 millones de argentinos" al que él sintió que "podría haberles dado más".

 

El yoga es una de las actividades que Dibu realiza como parte de su preparación.El yoga es una de las actividades que Dibu realiza como parte de su preparación.

Claro que no fue lo único que tuvo que crear una coraza: papá Beto, mamá Susana y su hermano Alejandro fueron los cimientos que lo ayudaron a construir una carrera increíble. Más acá en el tiempo, la otra persona clave en su vida fue Amanda Gama, o Mandinha, la portuguesa que conoció en 2013 mientras estaba esperando el bondi para ir a entrenar y con quien tiene a Santi, de cuatro años, y a la pequeña Ava, que nació dos días antes de que él se convirtiera en héroe -trash-talking mediante- de los penales que le dieron a la Selección el pasaje a la final.

 

Ella, diseñadora de interiores con un local en la capital británica y otro en un centro comercial de Watford, vivía a la vuelta del adolescente Dibu Martínez, que por ese entonces no era conocido y esperaba el colectivo, siempre en la misma estación de buses, para ir a los entrenamientos de Arsenal. Fiel a esa personalidad que todos pudimos conocer años después, el arquero no se achicó: un día la encaró y la invitó a salir. La primera cena fue toda en inglés, pero con el tiempo compartirían conocimientos para convertirse en políglotas: ella le enseñó portugués y él castellano…

 

En 2017 la pareja se casó en un palacio en Londres.


Tras dos años de noviazgo se fueron a convivir y en 2017 se casaron en un imponente palacio de las afueras de la capital inglesa. Al año siguiente llegó Santi, quien cumplió años en plena Copa América, otro momento personal que Dibu se perdió por la Selección. Y el año pasado nació Ava, la nena a la que no pudo alzar y que todavía no entiende que un tal Leo Messi la volvió viral. Además, el grupo familiar se completa con Nahla y Skyla, las dos perras que los acompañan desde los tiempos en que vivían en Londres.

 

Incluso el arquero, hoy pilar de la Scaloneta, no se enteró del nacimiento de su hija hasta que Mandinha ya había dado a luz. Es que en ese momento el plantel argentino estaba en pleno entrenamiento y el celular de Emiliano esperaba bien guardado en su bolso, razón por la cual nunca le llegaron los llamados de sus suegros desde la clínica inglesa donde Ava estaba por nacer. Fue Omar Souto, el histórico Gerente de Selecciones Nacionales, quien le dio la noticia cuando finalizó la práctica.

 

Inmediatamente le hizo una videollamada a su mujer y ahí sí, por fin, pudo ver a la pequeña por primera vez. Emiliano sabía que podía perderse el parto, pero eso le dio más fuerzas para salir en cada partido a comerse el mundo. O América. También lo hizo alterar su itinerario: al volver a Argentina, con la medalla en su cuello y después de los festejos, finalmente no fue a visitar a su familia a La Feliz, la cual llevaba más de un año sin ver por la pandemia, sino que fue el primero en subirse a un avión y volar al Viejo Continente.

 

Pasó mucha mierda, sin dudas, pero todo valió la pena cuando su imagen aparece en un imponente mural del predio argentino en Ezeiza, la medalla de campeón de América se luce en un lugar especial de su museo personal, su familia lo acompaña en cada nueva aventura y Qatar es el sueño que tanto espera alcanzar. Dibu no es un personaje de caricatura, pero su historia bien podría ser una ficción. Lo que está claro, es que los suyos no están pintados y siempre están a su lado mientras él se las ingenia para dibujar atajadas heroicas, como la que le dio a la Scaloneta el pasaje a cuartos de final.

 

Fuente Olé

 

Fuente Olé



 

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