En el cierre de la Fase de Grupos de la Copa Sudamericana,
Independiente recibió a Guabirá. El elenco Boliviano venía último en el grupo,
sin puntos, con solo un gol a favor y 17 en contra. Para colmo, tampoco pudo
alinear a todos sus titulares, por lo que todo daba a pensar que se venía una
goleada categórica, algo que no se dio.
Desde el inicio del partido, el Rojo tomó la pelota y dominó
al rival. El partido se jugó en el campo del adversario y, rara vez, la pelota
llegaba al arco de Sebastián Sosa. Sin embargo, en los últimos metros, el local
parecía manso, como aletargado, como si no le interesara arrollar a los
dirigidos por Víctor Andrada, que lo único que pretendían era no recibir goles.
El único que trataba de desnivelar arriba era Alan Velasco,
mientras que Sebastián Palacios apenas lograba algunos desbordes y Silvio
Romero no era la referencia que necesitaba el equipo. Con el ingreso de Andrés
Roa, Independiente logró algo más de juego, pero tampoco cambió mucho la cara
respecto de lo que venía mostrando.
Lo extraño, tal vez, es que con más suplentes, el Diablo
había hecho un mejor partido en Bolivia, donde ganó 3-1 y dominó durante casi
todo el encuentro, con llegadas netas de gol. Esta vez, con una diferencia más
grande de jugadores, no logró la misma actuación.
La sensación, tal vez, es que hubo un relajamiento. El Rojo
sabía que solo necesitaba un punto para clasificar, y que jugaba contra el peor
equipo de la Copa, por lo que era lógico que los jugadores no quisieran
esforzarse de más y que eso les pasará factura contra Colón. Desde el banco
parece que así lo entendieron también ya que, a excepción del ingreso de Roa a
los quince minutos del complemento, los otros tres cambios fueron recién
pasando los 40, cuando el encuentro se moría.
El lunes, contra el Sabalero, se verá si el equipo jugó a
media máquina o realmente eso era todo lo que podía dar. Por el pase a la final
de la Copa de la Liga, el más grande tendrá la obligación de dejar todo y
llevarse el triunfo, y lo hará ante un rival que no dará las ventajas que supo
dar Guabirá.
Fuente Infierno Rojo
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