El mal funcionamiento del equipo en los últimos meses le
impidió seguir en el club de sus amores. Pero el entrenador se despide con un
mérito incuestionable: recuperar la identidad de un grande. Al menos por un
rato
Cuando la relación se rompe en un grupo, ya no hay nada más
que arreglar. No importan los resultados obtenidos ni los trofeos conquistados.
Así lo entendió la dirigencia de Independiente que decidió prescindir de los
servicios de Ariel Holan y priorizar a los nombres fuertes del plantel –quienes
habrían manifestado que darían un paso al costado si el entrenador seguía en el
cargo -.
Esta salida generó alivio en gran parte de los hinchas (o al
menos en esa parte no tan minúscula que se manifiesta en foros y redes
sociales). Es que el Mundo Rojo se siente agradecido con el DT y no quería una
salida hostil. La sensación general es que su historia en el club no se termina
de manera definitiva y se contempla un futuro retorno. Toda una rareza en el fútbol
local: se va con las puertas abiertas.
Esos sentimientos encontrados en el hincha están
justificados.
Holan fue el causante de devolverle la mística copera a los
de Avellaneda, pero también fue el responsable de destruir lo que él mismo
construyó.
No es casual que "caprichoso" sea el adjetivo más
usual para definirlo: cambió la forma de jugar, no respaldó a los jugadores más
queridos por la hinchada y prescindió de Emmanuel Gigliotti.
El poder o "tener las llaves del club", lo
obnubiló al DT.
La dirigencia cumplió con sus pretensiones y gastó millones en
apuestas que no estuvieron a la altura. Eso puede pasar.
Pero lo que sorprende
es que sus intenciones nunca fueron recuperar el estilo que lo llevó a
conquistar la Copa Sudamericana y la Suruga Bank.
Por eso, Independiente perdió
explosión y ganó en una posesión inútil.
"Era para verlo con un habano y un whiskey", solo
aplicó para partidos esporádico e intrascendentes.
Sus números (48 victorias, 33 empates y 23 derrotas) no
demuestran lo importante de su labor cuando asumió en el club - cuando aquellos
que vivieron los años gloriosos de la institución sintieron una suerte de déjà
vu -.
En aquella etapa, el entrenador cumplió con todo eso que le
había prometido a Hugo Moyano en un polémico audio: intensidad garra y
dinamismo. Por eso, solo se puede tener gratitud para alguien que le devolvió
la memoria al Rey de Copas.
Fuente Diario Popular
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