El mediocampista de Independiente ha sido un baluarte del
Rojo campeón de 2017, a punto tal de ganarse el total cariño de la gente. El
miércoles hizo un partidazo, pero tuvo que salir. El análisis.
Cuando iban 25 minutos del segundo tiempo, Independiente
apretaba con todo a River, y desde el banco llamaban a Martín Benítez para
entrar, apareció una ilusión palpable. Sin embargo, cuando el cartel marcó la
número 5 de Nicolás Domingo, el estadio se enmudeció por un momento y se
transformaron los cantos en murmullos.
Es que el mediocampista central había sido una pieza clave
en el desarrollo del partido, viéndoselas de igual e igual con los bravos del
medio del Millonario. Marcaba, metía y corría como loco; y además, era la
opción más clara para trasladar la pelota de atrás hacia adelante, el déficit
más grande de Independiente en el partido.
Sin embargo, su salida le dio equilibrio al equipo. Porque
River ya estaba conforme con el empate y no apretaba el acelerador, y porque
además ya no tenía resto físico. La lectura del entrenador fue correcta, y pese
a que no se ganó el partido, se terminó mejor que el rival.
Y una lección ha quedado: Nicolás Domingo es fundamental en
partidos donde no se puede regalar nada. Contra Colón, que Independiente
llegaba exigido, entró y fue amo y patrón del encuentro; y contra River, lo
mismo. Es un jugador que no solo cumple, sino que se esmera al cien por cien
para hacerlo.
Fuente Infierno Rojo
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