Por Mariano Verrina
El entrenador de Lanús habla de juego. De lo que impone el
sistema y de cómo se rema contra la corriente. Admite que tuvo que pagar
derecho de piso, analiza a la prensa y se define: "Me pone mal si mi
equipo no se anima a jugar".
El entrenador de Lanús, Jorge Almirón, mano a mano con
Clarín. (Silvana Boemo)
-Sos parte de un proyecto, ganaron títulos y el público
valora la identidad de juego que lograron. Deberías ser de los técnicos
argentinos que más esté disfrutando de este momento. ¿Se puede?
-Yo disfruto de ir a entrenar, de convivir con los
jugadores. Porque ya hay un proceso armado, un tiempo ganado. También disfruto
de innovar, de leer, de hacer nuevas cosas. Dicen que en el fútbol está todo
inventado, pero para mí no es así. Eso me tiene ocupado: pensar qué puede
mejorar este equipo. Me pregunté varias veces si el equipo se podía llegar a
estancar después de haber ganado varias cosas y en poco tiempo. ¿Se pueden
llegar a relajar los jugadores? ¿Cómo los movilizo para ir por más? Yo disfruto
eso: me exige, me hace crecer.
-Que no se estanque el equipo es al mismo tiempo no
estancarte vos.
-Primero es lo mío, claro. Hay cosas que yo tengo como
convicción de juego y después trato de aprender de líderes, tanto del fútbol
como de otros deportes. Cuando coincidís con jugadores que tienen tu misma
idea, que no buscan hacer del juego algo dramático, todo es mucho más fácil.
-¿Lo más complicado para el técnico es manejar el grupo?
-Primero hay un tiempo de observación de las dos partes, los
jugadores y el cuerpo técnico. Se analizan, se miden. Y ahí tenés que ser muy
claro en lo que buscás y en cómo lo buscás. Cuál va a ser el camino a recorrer.
Después, es una evaluación de todos los días. El convencimiento se da cuando
hay congruencia entre lo que se trabaja y lo que se ve en los partidos. Y, por
último, los resultados, que es la búsqueda de todos. Todos queremos estar en un
equipo que gane.
-Decime cosas buenas del fútbol argentino.
-Los jugadores. En Lanús para llegar a mi vestuario tengo
que pasar por la utilería, el gimnasio y por el vestuario de los jugadores.
Llegar todos los días y verlos es gratificante. El nivel acá es súper
competitivo. Si los jugadores ven que no hay mentiras en el trabajo, si no se
rompen ciertos códigos, se comprometen.
Jorge Almirón sabe que es difícil ir contra el sistema que
domina el fútbol argentino. (Silvana Boemo)
-¿Y qué es lo malo?
-La diferencia entre los equipos grandes y los equipos
chicos. Debería ser más equitativa la distribución de ingresos. Es muy difícil
pelear con los grandes, no se puede competir en igualdad de condiciones. La
logística es otra traba. Nosotros terminamos un partido y no sabemos qué día
jugamos la semana siguiente. No es tan difícil: hay que tener más transparencia
y así todo se define dentro de la cancha.
-¿Hay técnicos para equipos chicos y técnicos para equipos
grandes?
-Para mí, no. Nadie se asusta al llegar a un equipo grande.
Si me preguntás a mí, siempre me va a gustar dirigir a un equipo grande. El
desafío es mayor. Después, que te vaya bien o mal depende de muchas cosas. De
los jugadores, principalmente. Pero también de lo que uno busque, de lo que
pueda sostener y de cómo puede manejar las circunstancias.
-¿Vos tuviste que pagar derecho de piso?
-Yo sabía que iba a ser así porque no era conocido. Tenía
que demostrar mucho más que otros, pero lo entendí siempre. No me asustó, no me
molestó, no me ofendió. Es cierto que para los ex jugadores que fueron ídolos
en sus clubes es todo más fácil. Son bien recibidos porque supuestamente
pertenecen al riñón del club. Pero eso dura muy poco si no hay capacidad.
-¿La idea con la que llegás a cada equipo no se negocia?
-Es que tiene que ver con tu manera de vivir, con tu forma
de interpretar el fútbol. No es tan difícil, yo no lo inventé. El fútbol está
para ser visto y ser copiado. Después hay que ver cómo te enseñaron a jugar de
chico. Y tratar de transmitirles eso a tus jugadores. No hay ningún misterio.
Trabajamos algo, pero los que juegan y deciden son los futbolistas. Jamás voy a
cuestionar a un jugador que intentó salir jugando. Es lo que trabajamos entre
todos, puede salir bien o mal.
-¿Cuesta que los jugadores arriesguen?
-Yo nunca uso esa palabra porque riesgo transmite miedo. Yo
les digo “estamos intentando atacar, estamos buscando progresar en el campo”.
Hay un montón de palabras que cambio para no usar “riesgo”. Porque no es que
tratamos de salir jugando para arriesgarnos. Iniciamos el juego desde atrás
para atacar, para ganar. Mis defensores tocan alrededor de 70 pelotas por
partido. Quizá para el que lo ve parece improductivo, pero damos la vuelta,
buscamos espacios, todos participan del juego, todos tienen que estar
dispuestos.
-Debe ser difícil de implementar.
-No es fácil. En Lanús, por suerte, los jugadores quisieron
hacerlo, estaban abiertos. Cuando empezaron, se sentían inseguros, no querían
perjudicar al equipo. Veían que les gustaba pero que era muy difícil, sentían
que una cosa era hacerlo en las prácticas pero que no podrían hacerlo en los
partidos porque el fútbol argentino te castiga mucho. Al jugador le pasa eso:
se pone a pensar que si da un pase mal hacia atrás le pueden hacer un gol. La
toma de decisiones es muy fina. Con el correr de los partidos se fueron
liberando. Y ahora ven el fútbol de otra manera. Es más, me cuentan que cuando
están en la casa mirando partidos ven que hay líneas de pase que no se
aprovechan y espacios que pueden cubrirse de otra forma.
Una jugada pudo haber derrumbado el castillo made in Lanús
que supo ir armando Almirón. Era su segundo partido en el club. En la cancha de
Temperley, contra un rival aguerrido, que juntaba líneas. El típico trámite en
el que quien hace el gol gana. Los centrales tocaron entre ellos para salir del
fondo. La pelota fue atrás hacia Monetti. El arquero tenía tiempo de maniobra,
pero… “Se le trabó la pelota cuando quiso enganchar y el delantero de Temperley
se le fue encima. No sé cómo hizo Monetti pero metió el taco y la enganchó. Si
esa jugada terminaba en gol, perdíamos, castigaban al arquero y cambiaba el
camino”, recuerda Almirón. Después de ese triunfo 1-0, Lanús ganó ocho partidos
al hilo. Y salió campeón.
-¿Por tu intención de salir jugando del fondo podés llegar a
perjudicar a un jugador? Hay muchos que no tienen las condiciones técnicas para
hacerlo.
-Sí, es verdad. Pero también es una falencia del fútbol
argentino. Yo me pregunto ¿Dónde aprendieron a jugar al fútbol los defensores?
¿Cómo aprendieron a jugar de chiquitos? ¿Quién les enseña a los chicos a
patearla para arriba? En el baby fútbol no se puede dividir la pelota.
Entonces, ¡cómo la vas a patear afuera de la cancha! No lo puedo entender.
¿Cómo llegaron a Primera División? Si no pueden dar un pase… Algo está mal en
la formación. Cuando tenés 10, 12 años es imposible decirle a un chico que la
patee para arriba. Y cuando llegan a Primera pasa eso. Ojo, podés tirar un
pelotazo, pero no como metodología. Yo los respeto a todos, qué se yo, por algo
llegan, pero trato de elegir a los que juegan bien.
-¿Te molesta mucho cuando te ganan con algún bochazo aislado
y sin hacer méritos?
-Te vas con bronca. Podés criticar al rival, pero te ganó.
Yo no reniego de nada, simplemente elijo una cosa que me gusta y sé que hay
otras con las que no me siento identificado. Pero si hablo con autoridad, como
que lo mío es mejor, y después pierdo, listo, chau. Lo que no me gusta es que
mi equipo no se anime a jugar. Eso sí me pone mal. Eso me enoja: si en los
momentos difíciles cambian la esencia y la forma de jugar.
-En Lanús fue al contrario: en las finales potenciaron la
idea.
-Y me llenó de orgullo. Es como el deber cumplido. La final
contra San Lorenzo (le ganó 4-0 y obtuvo el Torneo 2016) es la búsqueda de todo
entrenador y jugador. Los jugadores hicieron propia la idea, se la adueñaron y
la llevaron a cabo en una final. Fue como una película.
-¿Qué se te cruza por la cabeza cuando alguien dice que hay
que ganar como sea?
-Creo que tiene que ver más con un deseo. Con algo propio
del hincha. Cuando te quedás sin palabras y bueno el último mensaje es ganar
como sea. Si queremos hacer un análisis profundo yo no puedo decir eso. Si no,
podría dirigir cualquiera. Como sea no se puede ganar. Es tan relativo todo...
El problema está cuando te dicen que la fórmula es ganar. Más allá de los
resultados pienso que todos los que pasamos por el fútbol tenemos que tratar de
dejar un legado y eso trasciende el ganar o perder.
Independiente y las reglas que impone el sistema
-¿Te arrepentís de algo de tu paso por Independiente?
-No, de nada. Es mucho más fácil echar culpas pero tengo que
hacerme responsable de lo que me toca. Evidentemente me equivoqué, pero no
puedo volver el tiempo atrás.
-¿Qué te dicen los hinchas ahora a la distancia?
-Y, ahora me bancaban todos. Me dicen “yo quería que te
quedaras, no tuvimos paciencia”… Pero los resultados son los que mandan en cada
proyecto.
-¿Esa manera de evaluar es imposible de cambiar?
-Lamentablemente no va a cambiar. Porque los que manejan la
información tienen el poder de manejar el estado de ánimo de la gente. Cuando
hay un resultado negativo no hay una evaluación mucho más profunda que esa: se
analiza que el equipo perdió y nada más. La Selección es el ejemplo más claro.
Esta generación de jugadores que perdió tres finales nunca fue aprovechada.
Salir segundos en este país tercermundista parece que es pecado. No somos los
número uno en nada. En nada. ¿Por qué en el fútbol hay ser los número uno si
estamos tan desorganizados? ¿Qué les espera a las nuevas generaciones de jugadores
si acá no respetamos a este grupo? Saben que si no salen campeones del mundo no
sirven. Estamos atrasados muchos años. Contra el sistema no vas a poder ir
nunca, entonces al menos tratás de ser honesto en lo tuyo, en tu entorno.
-¿Vos no vas contra el sistema?
-Sí, en mi lugar. Pero sin cuestionar al resto, porque
cuando las cosas no van bien te están esperando para lastimarte y no es justo.
El sistema está esperando que tambalees, que haya un error para castigarte. Si
jugás muy bien y te toca perder 1-0 no podés cuestionar nada porque te dicen
“perdiste”. El sistema es así. Yo lo escucho siempre: “Ay, para qué salen
jugando. Esa maldita idea de salir con el arquero”. Hay muchos periodistas así.
Y es lo más fácil. La manera en la que te catalogan es un poco despectiva,
porque no hay un análisis detrás. Yo no voy a llamar a un canal para cuestionar
al periodista que está diciendo eso. Las reglas de juego son así.
-¿Qué te genera?
-Es que la gente consume eso. Cuando vos sos hincha y
perdés, salís de la cancha y querés escuchar eso. Querés escuchar a uno que
comparta tu opinión así te sentís identificado. Si vos salís enojado, ponés la
radio y quieren explicarte las razones, o tratan de dar argumentos para ver por
qué perdió tu equipo… cambiás de radio, decís “este tipo no sabe nada”. Vos
estás caliente y querés escuchar alguien que diga lo mismo.
Almirón mandó un mail. Desde Chile le contestaron. Y se tomó
un avión con el único objetivo de conocer el universo de Jorge Sampaoli, que en
ese entonces se preparaba para enfrentar a Brasil como director técnico de la
selección chilena. Lo recibió a las 8 de la mañana y estuvieron hasta las
cuatro de la tarde hablando de fútbol, compartiendo metodologías de trabajo. Ni
siquiera almorzaron. Lo define como un entrenador sencillo pero súper
profesional. Y se sube a su barco: "Yo lo admiro y me siento identificado
en muchas cosas con él".
-¿Qué le puede dar a la Selección?
-Lo primero que esperamos todos es que pueda ir al Mundial.
Los tiempos en la Selección son extraños. Porque vos tenés a los jugadores
apenas un par de días, pero a su vez son jugadores de elite, entonces quizá ni
necesitás hacer fútbol. Es más estratégico el trabajo. Lo que menos tenés que
hacer con los jugadores es cansarlos. Tenés que darles armas, herramientas
puntuales. Y yo creo que eso se puede hacer a corto plazo.
-¿Y a largo plazo se puede aspirar a conseguir una identidad
de juego?
-Es difícil. Nosotros elogiamos a Alemania o decimos 'qué
bien que juega el Barcelona'. Pero acá no se puede jugar así. Porque nosotros
somos argentinos, tenemos otra idiosincrasia. Estamos atrasados muchos años.
-Sabías que Menotti dice que vos sos el mejor entrenador de
la Argentina.
-Sí, lo leí. Yo crecí con su fútbol, con su figura. Es un
ídolo para mí, sin dudas. No lo conozco mucho pero seguramente lo habrá dicho
por cómo vio a Lanús en las finales. Lo que nos representa a los entrenadores
son los equipos y para mí lo que hicieron los jugadores de Lanús en esos
partidos decisivos fue lo máximo.
Fuente Clarín
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