Venció 2-1 a Deportes Iquique y pasó a octavos, tras 43 años
sin ganar en Chile.
CALAMA, CHILE. ENV. ESPECIAL Sergio Danishewsky
EFE
Con la mirada en la pelota. Maximiliano Meza, autor del
tanto del empate de Independiente con un cabezazo, persigue a Diego Torres.
De la siesta en el epílogo de Avellaneda, cuando dos goles
le pusieron puntos suspensivos a una clasificación que parecía holgada, y esos
primeros 25 minutos en Calama al despertar que le permitió acceder a los
octavos final de la Copa Sudamericana. Independiente ganó por la diferencia de
jerarquía que se notó en todo momento, incluso entre las zozobras que sufrió en
el primer tiempo. Y rompió un maleficio de 43 años sin victorias de este lado
de la Cordillera. El último triunfo en Chile se había registrado en el
desempate de la Copa Libertadores de 1974, ante San Pablo. Aquella noche
histórica venció a los brasileños con un gol del Chivo Pavoni, de penal. Y fue
la primera vez que derrotó a un equipo trasandino en su país. Había jugado ocho
veces antes, con tres empates y cinco éxitos. Su próximo rival será Atlético
Tucumán.
Tiene mecanismos aceitados Independiente. Sabe a qué juega,
cómo tratar la pelota y movimientos sincronizados que lo ayudan a salir de
situaciones complicadas, como un boxeador que siempre posee un recurso a mano.
Sin embargo, se quedó a mitad de camino en el primer tiempo. Porque no salió a
jugar con la pelota, ni apostó a la contra, una estrategia en la que demostró
ser muy apto desde que Ariel Holan se hizo cargo del equipo. Entregó la
tenencia, retrocedió sin orden. Y tuvo dos fallas conceptuales: hubo una mala
optimización a la hora de dosificar las energías en la altura de Calama y
dieron mucha ventaja sus dos volantes centrales en línea.
Nicolás Tagliafico no tiene ayuda de Ezequiel Barco. El pibe
le queda a 40 metros al capitán. Y cuando llega a colaborar con la marca, sólo
hace sombra. Para colmo, Diego Torres, Johan Fuentes y Manuel Villalobos se
volcaron por ese sector y consiguieron ganar varios mano a mano.
Y los delanteros regularon mal. Corrieron demasiado, muy a
pesar a de los 2.500 metros sobre el nivel del mar. Muchas veces, sin sentido.
Por otro lado, Nery Domínguez y Diego Rodríguez tuvieron problemas en el
retroceso y dejaron un agujero que comprometió a la defensa. Especialmente, al
venezolano Amorebieta, que será muy certero con los pases pero anoche, al
menos, llegó con lo justo o muy tarde a los cruces.
Bajo esta coyuntura, Iquique pegó primero. Diego Bielkiewicz
metió un pase bárbaro y Villalobos definió de primera, haciendo inalcanzable la
pelota para Martín Campaña. Los chilenos ganaban, tenían la pelota, pero daba
la sensación de que Independiente podía salir airoso de esta situación.
Fundamentalmente, por su jerarquía individual. Tal vez por eso, sobró el partido
en algunos momentos.
Y la sensación de dominio de Iquique se diluyó, incluso ante
los desniveles de Independiente. Hubo unas pocas apariciones de Maximiliano
Meza, incluso en una jugada que cayó en el área, marcado por Bielkiewicz. No
fue penal y al correntino lo amonestaron por simulación. Pero terminó siendo
clave el delantero porque conectó un córner muy bien ejecutado por Barco y
consiguió el gol del empate que le trajo alivio al Rojo.
En el segundo tiempo, se acomodó Independiente. Por
momentos, cambió el 4-2-3-1 por un 4-4-2, Nery Domínguez de 8, Barco y Meza
bajaron para poblar el medio y Rigoni y Fernández se las arreglaron arriba. Y
mejoraron los volantes centrales. Iquique, desesperado y sin brillo individual,
se quedó sin ideas. Y se le cerraron todos los caminos.
Entonces, en todo
momento quedó claro que si afinaba la puntería, el Rojo lo resolvía.
Hasta que Domínguez metió un pase bárbaro en cortada y
Albertengo, que había entrado un rato antes, resolvió ante Cortés. Y ganó
Independiente, como en aquellas viejas noches de Rey de Copas.
Fuente Clarín
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.