Por Eduardo Verona
En el marco de la pretemporada que todos los equipos del
fútbol argentino están realizando, se naturalizan expresiones voluntaristas de
los técnicos y jugadores que le otorgan una influencia decisiva. ¿Pero es así
como se proclama? ¿O hay mucho de mito en ese ritual que se agota en dos o tres
semanas de alta exigencia física?
Pretemporada: ¿magia o verso?
Frente al
desarrollo de las pretemporadas que cada equipo está realizando para intentar
optimizar sus recursos renovables, siempre surge una pregunta elemental: ¿por
qué se depositan tantas expectativas, ilusiones y sueños en dos o tres semanas
de una puesta a punto más enfocada en el plano físico que en lo futbolístico?
Y otro interrogante
adicional: ¿no habrá cierto deseo mágico instalado en el ambiente del fútbol
argentino para que la pretemporada arroje beneficios extraordinarios en un
lapso de tiempo tan breve? Porque es demasiado habitual escuchar por parte de
jugadores, técnicos, dirigentes e incluso la prensa, que durante ese período de
concentración en el mar, en la sierras o en el llano, se van a encontrar
respuestas que el plantel durante las 19 fechas del campeonato no logró
conquistar.
La frase ya
incorporada a los típicos lugares comunes del fútbol argentino se inscribe en
estos términos absolutos: "Lo que estamos precisando es una buena
pretemporada para que aparezca el equipo que todos queremos".
Palabras más,
palabras menos, la síntesis conceptual no se desvía de esa lectura
voluntarista. Por ejemplo, en River y¨Boca, la pretemporada parece perfilarse,
a partir de las declaraciones de los protagonistas, como la enorme posibilidad
para que ambos equipos terminen dando el salto de calidad que todos le reclaman
al Pelado Díaz y a Carlos Bianchi.
Los casos de River
y Boca son testimonios que, en realidad, reflejan a una gran variedad de
situaciones muy parecidas. Se sublima y se sobrecalifica la pretemporada como
si fuese la llave maestra que abriría todas las puertas de la excelencia.
¿Pero es así como
lo confirman las voces públicas y privadas de los entrenadores? No lo parece.
De hecho, ¿cuál es la deuda fundamental que hoy padecen los equipos¿ ¿Es una
deuda física o futbolística?
Fernando Signorini
(preparador físico desde hace 36 años), hace unos meses abordó el tema y fue
contundente en su interpretación: "Es un reduccionismo hablar de
preparación física en el fútbol. Así planteado, no existe como tal. El fútbol
requiere una preparación futbolística específica. Y no que los jugadores trepen
médanos, arrastren trineos, levanten 70 kilos y padezcan exigencias que no les
van a traer ningún beneficio. Todo eso es algo absolutamente nocivo. José
Mourinho dice que no tendría un preparador físico convencional en su cuerpo
técnico, porque los problemas del fútbol no son físicos. Lo mismo opinan Cruyff
y Menotti desde hace muchísimos años. Y yo lo comparto plenamente".
El pensamiento de
Signorini se estrella contra la mayoría de sus colegas que pretenden atrapar en
15 días mágicos ideales atléticos en los jugadores de fútbol. El viejo y
consagrado ritual de la pretemporada, en definitiva, privilegia esas búsquedas.
Y seguramente promueve y estimula esperanzas que a las pocas semanas se
desvanecen.
La historia del
fútbol certifica que los buenos equipos se arman jugando. No corriendo
maratones. Correr siempre ha sido mucho más fácil que jugar bien. Porque para
jugar bien hay que reivindicar el conocimiento.
¿O Messi juega
extraordinariamente bien porque corre más que nadie?
Fuente Diario Popular
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