El puesto sigue vigente, pero sus ocupantes se
convirtieron en okupas.
Hoy, ya casi no quedan laterales de verdad en
Argentina.
La Administración de Parques Nacionales (APN) custodia
30 Parques Nacionales, 4 Parques Marinos, 5 Reservas Naturales, 2 Reservas
Estrictas, 1 Reserva Educativa y 6 Monumentos Naturales (2 áreas y 4 especies).
No hay mención de ningún estadio de fútbol. Ni profesional ni una cancha de
entrenamiento. Ni siquiera de un potrerito en las afueras de alguna gran
ciudad.
Mientras leemos noticias sobre el tatú carreta o el
yaguareté, en la fauna futbolística ya presenciamos la extinción de los wines y
semana tras semana asistimos en vivo a la fatigosa supervivencia del enganche.
Pero la metamorfosis del lateral derecho es un tema que también debería
preocupar. Como esas mariposas que ahora aparecieron cerca de Fukushima, o como
el pez de tres ojos de los Simpsons, los laterales derechos están sufriendo
mutaciones impensadas hace unos años.
HUGO IBARRA, último gran exponente de la posición.
Y lo cierto es que el 4 puro, más que ningún otro, está
en riesgo de extinción. Primero llegó el embate contra los números, y con la
desaparición de las formaciones del 1 al 11 se llegó a las defensas
quinieleras: lateral derecho para el 37, central derecho con el 15, central
izquierdo para el 29 y por la franja izquierda, el 32.
Después llegó la moda de la defensa en tres, en equipos
tan desbalanceados que tenían la obligación de jugar ocho, atajar uno e
inmolarse otros dos: los pobres carrileros. Pero cuando parecía que los
carrileros y las defensas de tres habían pasado a mejor vida, en el paradigma
de la línea de 4 aparecieron variantes de decadencia: mejor que un lateral
derecho es un central volcado a la raya. O sea: doble prestación, doble
seguridad, un airbag adicional para defensas enclenques.
Si puede subir, que suba, pero sobre todo, que marque y
que esté siempre bien parado. Si es ágil para cerrar, que cierre, pero mejor es
que mida 1,85 como para frenar los envíos aéreos. Si sabe tirar buenos centros
a la carrera, que los tire, pero mejor es que en un choque frontal no quede
dando vueltas por el piso por ser muy livianito. Así llegamos a las variantes
low-cost del lateral derecho: el tipo que en definitiva no hace nada y tampoco
tiene obligación de hacer nada bien, salvo los saques laterales, en los que
tampoco –vale decirlo– es un ejecutor letal que garantice su titularidad.
Cada vez se ven menos 4 de oficio, futbolistas que
hayan establecido esa comunión tan especial con la raya. Con toda la raya, de
banderín a banderín, y no sólo con los últimos 25 metros. Tipos que tengan a
las triangulaciones como alfabeto básico, en lugar de los despejes a la
tribuna.
¿Por qué no hay laterales derechos? ¿Nadie se quiere
probar en ese puesto? ¿O a los que se prueban los van barriendo los técnicos de
turno? Quizás, si en inferiores aparece algún jugador que admire a Zanetti,
entonces le pedirán que juegue de doble cinco como en el Inter de Mourinho. Si
hay alguno que por casualidad haya visto videos de Ibarra, a ése le dirán que
mejor es que sepa ser 8, como aquellos partidos en sus inicios en Colón. Si
alguno por casualidad quería ser el Dani Alves del Barcelona, lo instruirán a
que se pruebe de 7, para después transformarse en "delantero por
afuera", o sea, por afuera del área y por afuera del juego. Para ser
delantero por afuera habría que esperar que otros jugadores provocaran el
desmarque y rompieran el juego, pero en la medianía actual lo único que se
rompe es la capacidad de asombro. Ese es el momento en que deberían aparecer
los laterales capaces de barrer el tablero de fichas con una proyección
profunda y por sorpresa. Pero está dicho: no hay laterales, hay centrales bis.
CAFU, que admiraba a Carlos Alberto, inspiró a Dani
Alves y Maicon.
"La posición de lateral derecho desgraciadamente
se transformó en uno de los puestos más ingratos para la mayoría de la gente
que juega al fútbol. Por eso cada vez se ven menos laterales clásicos. Además,
todavía me pregunto por qué siempre que un equipo va perdiendo, el primero que
sale es un lateral. Y generalmente, es el derecho. Eso también confunde y
desanima a los chicos. Por suerte, Brasil tiene a dos grandísimos laterales:
Maicon y Dani Alves son los mejores del mundo", le contó Cafú a El Gráfico
en un mano a mano hace un par de años.
Y amplió: "Individualmente, no sé si los laterales
son reconocidos como merecerían. Ser lateral requiere muchas cosas, es una de
las posiciones más completas: hay que correr muchísimo, hay que saber marcar
bien, hay que saber atacar bien, hay que saber hacer cobertura de zagueros, hay
que saber salir al mediocampo, y sobre todo hay que saber cerrar bien."
Hoy, para ser lateral en Argentina hace falta menos:
hay que ser un poco peor que el central titular, lo que garantizará que a uno
lo pasen a jugar a su lado, a la raya. Así, les bajamos la persiana a los pocos
héroes que hayan elegido jugar de lateral derecho, cuyos físicos correspondan
al biotipo del puesto: resistente para el ida y vuelta, rápidos de pierna para
el cierre corto, ágiles para pasar por sorpresa, dúctiles con la pelota para la
descarga y el pique al vacío, capaces de enviar centros con rosca a la carrera.
Chau, muchachos, en todo caso con los pocos que queden se podría armar algún
tipo de reserva silvestre, para que las futuras generaciones sepan cómo eran
los laterales de verdad. ¿Pintaban bien Quilez o Abecasis? Ahí los tienen,
relegados, descartados. El puesto hoy es para los Franco Sosa, Masuero, Matías
Martínez... Centrales más o menos confiables que, corridos a la raya, se
acercan peligrosamente al ridículo (para colmo, en Unión apareció uno que se
apellida Mazacotte).
LOS HERMANOS Zanetti, una rareza del fútbol argentino:
Javier, lateral derecho y Sergio, lateral izquierdo
Pero no hace falta escarbar en cada club: a los
laterales derechos en los últimos Mundiales no los hemos visto: en 2006 jugaron
Burdisso, Scaloni o Coloccini; en 2010 estuvieron Jonás Gutiérrez y Otamendi.
Los que llegan y logran afianzarse en sus clubes (Zabaleta, Mercado,
Roncaglia), también son producto del laboratorio, porque en realidad en sus
inicios tampoco eran laterales naturales. Y en circunstancias puntuales del
juego, aún queda claro para quién es un puesto adquirido y para quién uno
natural.
Por izquierda el panorama no está mucho mejor. No
sorprende que Clemente Rodríguez sea un abonado a las convocatorias: con buenos
o malos partidos, igual representa un tipo de jugador que ya no existe más. Y
que, por lo que parece, nadie se anima a hacer germinar. Como en la AFA no se
hace nada al respecto, lo único que queda es esperar alguna medida de la APN.
Para que el callejón del 4 pase a ser una zona protegida. O desprotegida, de
ser necesario, para que en el fútbol vuelva un poco el cambio de ritmo y no
tengamos fechas de 11 goles en 10 partidos o campeones con más puntos que goles
a favor.
Publicado el 14 de Agosto de 2012 por Martín Mazur
Fuente El Gráfico
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