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sábado, 4 de mayo de 2024

Isla de la fantasía

Mauricio Isla, la figura de Independiente

 

Por Nahuel Lanzillotta


El Chileno marca el camino con su calidad, lectura de juego y precisión. Desde la banda derecha maneja los tiempos de todo Independiente. El distinto del equipo.

 

Independiente ganó, no gustó y no goleó. Simplemente ganó ante el humilde Juventud Unida de San Luis y así cumplió con el deber de no hacer papelones y pasar a los octavos de final de la Copa Argentina. Y en este tipo de partidos discretos es en los cuales la diferencia de jerarquía entre los futbolistas queda expuesta. Pero no entre un equipo y otro, sino en un mismo equipo…

 

Mauricio Isla es el jugador distinto que tiene el plantel del Diablo. No es enganche. No es nueve. No es volante posicional. Tampoco arquero. No importa que no ocupe un puesto troncal. Desde el lateral derecho se encarga de ser el tiempista del elenco de Carlos Tevez. El chileno marca el paso con su proyección y ritmo. Si él va, Independiente acelera. Si él se queda, Independiente espera.

 

La fría noche del viernes en Lanús lo tuvo una vez más como figura. No hizo falta hacer una actuación descollante. Con su despliegue de siempre, Isla fue más que el resto. Y cuando se dice el resto se incluye a los rivales y a los compañeros.

 

El cuadro de Avellaneda estuvo 60 minutos sin poder destrabar el encuentro cerrado que propuso un adversario de menor categoría que, sabiéndose en inferioridad, resistió con sus armas: defender y contragolpear. Y mal no le fue en el primer tiempo. Independiente tuvo apenas dos llegadas claras. Un remate de Santiago López y una de Alexis Canelo que no llegó a conectar de frente al arco. Esta última vino de un desborde y pase al medio de, sí, Isla.

 

El Huaso se muestra constantemente como una alternativa de ataque por la banda diestra. No es un lateral convencional. Es un jugador completo, con panorama, con voz de mando, con calidad y con un alto poder de asistencia. Juega, hace jugar y ordena (y reta) a los de su tropa.

 

Y en una noche en la que los de rojo estaban erráticos, abusando del pase lateral y hasta hacia atrás (varias veces la pelota pasó de estar en campo rival hasta llegar a Rodrigo Rey con un rival que se paraba detrás de mitad de cancha), Isla fue el único que marcaba el sendero vertical con pases entre líneas, tocando y yendo a buscar, ocupando espacios en ofensiva (detrás del volante o del lateral rival).

 

 

Algunas veces, incluso sus compañeros no juegan a su misma velocidad o precisión. Por eso se enojó cuando picó al vacío en el primer tiempo y Santi López en vez de pasársela de primera, se tomó un tiempo para controlar y luego entregar la pelota que lo encontró al chileno ya en posición adelantada. Tiene calculado el tiempo y el espacio, algo que le dio la experiencia de una carrera en el mejor fútbol europeo y en la selección de Chile. Eso lo resalta de la manada. Lo hace diferente, especial.

 

Si en esa primera parte floja del equipo ya se destacaba, ni hablar cuando al fin Independiente logró desatar el nudo de los puntanos con el gol de cabeza de Canelo tras un tiro de esquina. Esa pelota parada desbloqueó todo. A partir de allí, el Rojo tuvo por naturaleza más espacios y la figura de Isla se acrecentó más con continuas apariciones como extremo derecho.

 

A uno o a dos toques, el trasandino hizo lo que quiso cada vez que le llegó el balón. Lo que hizo bien Independiente fue entender que debía dársela a él para que algo bueno sucediera. Punzante, Isla intentó hasta el final y dejó en claro que juega a otra cosa. Una fantasía en un Independiente al que le cuesta bastante salir de la mediocridad.

 

 

Fuente Infierno Rojo


 

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