Por Christian Ginko
Independiente recibió a Racing en un clásico que se jugó
como lo que se esperaba: muy intenso y con pocas situaciones. Sin embargo, el
Rey de Copas pagó caro sus errores.
De arranque, el Rojo mostró más actitud. El local copó el
mediocampo y, con un Alex Luna endiablado, empezó a lastimar a Racing por la
izquierda. El ex Atlético Rafaela aprovechó su velocidad para desequilibrar por
esa zona, pero no se daba.
La Academia, por su parte, estuvo nervioso al principio,
pero luego se empezó a acomodar. Trató de manejar la pelota como le gusta a
Gustavo Costas, y por el lado de Mauricio Isla encontró la debilidad. Tal fue
así que Maximiliano Salas se fue por ese costado y remató, pero Rodrigo Rey
contuvo en dos tiempos.
Independiente también tuvo las suyas. De un centro desde la
derecha, la pelota encontró la cabeza de Luna, pero se fue afuera. Antes,
también, Gabriel Ávalos se había escapado por la izquierda y envió un buscapié,
pero nadie pudo empujarla. Así, el empate se quedó con la primera mitad.
En la segunda mitad, se vio la diferencia en la
concentración. Ambos tuvieron actitud, pero Racing fue más paciente e
inteligente. Manejó la pelota, y esperó un hueco, hasta que lo encontró.
A los 18 minutos, Bruno Zuculini envió una gran pelota que
dejó solo a Adrian Martínez. Mano a mano, Maravilla esquivó a Rodrigo Rey, y
puso el 1-0. Había sido invalidada por un supuesto offside, pero el VAR lo
convalidó.
De ahí en adelante, Independiente entró en una nebulosa. Las
imprevisibles se adueñaron del equipo, y Racing aprovechó para seguir buscando,
aunque no lograba ampliar la ventaja.
El Rojo tuvo algunas situaciones para empatar. Ignacio
Maestro Puch, de frente al arco, definió débil a las manos de Gabriel Arias.
Federico Mancuello, de tiro libre, casi la clava en el ángulo, pero no.
Al finalizar el duelo, Independiente se quedó con una
derrota dura. Llegaba como líder, y cayó en un clásico que bien se le pudo
haber decantado a favor. El equipo deberá trabajar para corregir los errores y
recuperarse rápidamente. A levantarse.
Fuente Infierno Rojo
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