Independiente perdió el clásico de Avellaneda y quedó una
gran certeza de cara a lo que viene, en la que queda claro que se terminaron
algunos ciclos en el club.
Independiente sumó una nueva frustración, esta vez en el
clásico de Avellaneda. Lo que tendría que ser lamentarnos por una derrota
futbolística, en la que le tocó festejar al rival, y desear que la revancha
llegue rápidamente es todo lo contrario. El problema mucho más profundo. El
encuentro de este domingo dejó una certeza, la de que se terminaron varios
ciclos. Uno de ellos es el de una dirigencia con un modelo político obsoleto.
Si bien las críticas apuntan para el lado de Eduardo
Domínguez, quien con algunos errores puntuales se las ganó y con justísima
razón, no hay que desviar el foco. El problema del club es mucho mayor y
profundo, con una comisión directiva de turno que es manejada solo por un
puñado de nombres, quienes caen sistemáticamente en errores y mentiras. Lejos
de buscar un bien común y una solución, estos buscan perpetuarse en el cargo,
con unas elecciones que tendrían que haberse desarrollado y aún no llegan.
Los errores y la soberbia hicieron que hoy Independiente se
encuentre sumergido en una profunda crisis. Encontrándose con gente que
desapareció de sus roles dirigenciales, otros que se llaman a silencio y un
hombre que comete error tras error y lanza cartas documento buscando
amedrentar. Acá no importan los nombres propios ni las ideologías, cuando el
que sufre es Independiente.
Si realmente quieren al club y son del riñón político
tendrán que comprender que se debe votar, júntense y busquen un bien común para
un club que tiene las elecciones judicializadas, en parte por la viveza de
algunos y la tontera de otros. Eso sí, tendrán que dar la cara y encontrar una
salida a algo que ya no tiene razón de ser.
Fuente Infierno Rojo


No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.