Por Nahuel Lanzillotta
La dirigencia decidió no renovar el vínculo con el actual
entrenador en una determinación que parece acertada con un ciclo cumplido. Pero
el Emperador, que priorizó al club por sobre temas personales, se enteró
primero por los medios. Una desprolijidad que se repite en este Independiente.
Ya está. Después de un par de reuniones en la que cada
integrante de la mesa chica dirigencial expuso su opinión y luego de otro
encuentro entre los principales directivos y el asesor deportivo, Daniel
Montenegro, en Independiente decidieron no renovarle el contrato a Julio César
Falcioni y buscar a un nuevo entrenador. Todos lo saben. Bueno, todos no… Al
único que no le avisaron nada formalmente fue al propio protagonista, que en
horas de la tarde de este martes todavía no había recibido ninguna confirmación
dirigencial sobre la determinación final. Un destrato que Falcioni no merece.
Por los medios y por mensajes de algunos periodistas. Así
fue como el Emperador se enteró de una noticia que, está claro, ya se veía
venir. De todos modos, la cuestión son las formas. Se sabía, y Falcioni
también, que todo indicaba que se inclinarían por la no continuidad suya. El
escenario se fue armando en los últimos días para ello. El único que lo
sostenía internamente era el secretario deportivo, Sergio Palazzo.
Tras las reuniones quedó todo sobre la mesa. Y sólo se
trataba de horas para que la información terminara de confirmarse. Y
seguramente Falcioni estaría en conocimiento sobre lo que iba aconteciendo.
Pero esperaba una comunicación formal de parte del club. Algo que corresponde
antes de que todo se filtre a la prensa. Eso no sucedió. Recién en la noche de
este martes (la noticia se supo en horas del mediodía) se juntarán cara a cara
para decirle que no seguirá. Tarde.
Podrá discutirse y hasta señalar con absoluta razón que
Julio César se arregló con lo que pudo, pero también pudo hacer más en
Independiente. Sobre todo, desde el juego. Más allá de un arranque de torneo
prometedor, luego no tuvo una línea futbolística definida y no logró fluidez en
la elaboración, sobre todo ante rivales inferiores. Pero Falcioni siempre le
puso el pecho a su trabajo. Y eso no está en debate.
Siendo paciente de riesgo por sus antecedentes de salud, el
entrenador contrajo coronavirus y no la pasó nada bien. Estuvo con fiebre y
dolores corporales por varios días. No obstante, apenas se recuperó y aunque
todavía no estaba en óptimas condiciones (aunque ya tenía el alta médica,
claro), se presentó a los entrenamientos para ponerse a cargo.
Algo similar y aún más doloroso ocurrió meses después cuando
su mujer falleció. Falcioni se tomó unos días de duelo, pero antes de lo
pensado retomó su puesto para viajar junto al plantel y comandar al equipo,
pudiendo con todo derecho ausentarse más tiempo de modo totalmente justificado.
Con aciertos o errores, Julio Falcioni siempre priorizó a
Independiente a lo largo del año. Mínimamente se merecía otro manejo en este
desenlace, algo que también sufrió en carne propia Lucas Pusineri en el último
mes de su ciclo. Un modo de proceder que no está a la altura de los
protagonistas y el escudo.
Fuente Infierno Rojo
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