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jueves, 21 de enero de 2021

Qué busca el Rojo en Falcioni

Julio César Falcioni había quedado como manager en Banfield y quería volver a dirigir (EFE / Demián Estévez).

 Por Jorge Mario Trasmonte

Pasó de ir por Crespo a cerrar con el Emperador: experiencia y eficacia. Independiente no se arma como quiere, sino como puede.

No es muy fácil meterse en la cabeza de esta dirigencia de Independiente para interpretar sus decisiones; acaba de cerrar trato con un nuevo entrenador sin haber contratado manager, algo que no resultó bien con el dúo Pusineri-Buruchaga, y la elección llamó la atención por el volantazo en relación al estilo y lenguaje futbolístico: de salir a buscar a Hernán Crespo, cambian a llevarse a Julio César Falcioni. Sí podemos intentar una mirada sobre qué puede haber ido a buscar Independiente en el experimentado Emperador que, ya como una superestructura del fútbol de Banfield, parecía haber confinado al director técnico en cuarteles de invierno.

Acaso el recuerdo más feliz de su ciclo anterior en el Rojo: la goleada 4-0 a Racing con un Agüero estupendo (AFP / Sebastiao De Souza).

Posiblemente en el Rojo vieron que la llegada de Crespo estaba difícil: obligaba a empezar más tarde por los compromisos del DT con Defensa, y no parecían haberlo seducido gran cosa para sacarlo de un club ordenado, donde está muy bien y sigue siendo elegible para seguir una carrera ascendente, y meterlo en una institución llena de agujeros, en año electoral, y donde no sabría si iba a cobrar, ni cuándo.

 
Pedro Damián Monzón, en su breve interinato de 2004. Es parte del cuerpo técnico (Pablo Cerolini).

Falcioni ya tuvo un paso por el club, lo conoce, es un hombre que atravesó y superó un gravísimo trance de salud y tiene el respeto del mundo futbolero; está ante una chance en la que tal vez a estas alturas ya no creía que volvería a dársele, no llega con pretensiones salariales de primer mundo ni va a exigir que le traigan lo que no pueden. Se arregla con lo que tiene y trabaja resultados. En el paquete le metieron a Pedro Damián Monzón, todo un plan B dentro de la estructura y un DT, a la vez, mucho más cercano a propuestas de fútbol ofensivo que el propio jefe del equipo.

Está también el efecto Russo: de ir todos a la búsqueda de técnicos de la nueva generación, la vigencia exhibida por Miguel en Boca reivindicó a los entrenadores experimentados, añejados, con más vestuario que ciencia y tecnología.

 

Fuente Ole


 

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