Pocos son los clubes que pueden jactarse de haber campeonado
con tres futbolistas menos y de visitante, por no decir uno solo. El 25 de
enero de 1978, Independiente dio la vuelta en La Boutique y se consagró campeón
del Nacional de 1977 luego de haber igualado 2-2 con Talleres.
Cuatro días antes, ambos se habían enfrentado en la Doble
Visera, donde empataron 1-1. Enzo Trossero para el Rojo y Ricardo Cherini para
la T marcaron los tantos, ambos de penal. Sin embargo, lo más vibrante llegó en
la Vuelta, y en un día muy especial.
Aquella noche, en Córdoba, el Rey de Copas arrancó
triunfando 1-0, pero entonces llegó el show de Roberto Barreiro. Primero, con
una pelota que golpeó en el pecho de Rubén Pagnanini y el árbitro pitó penal.
De esta forma, Cherini marcaba la igualdad. Luego, Ángel Bocanelli daba vuelta
el encuentro con un tanto marcado claramente con la mano, a lo que Barreiro
decidió hacer la vista gorda. Los futbolistas del más grande estaban hechos una
furia.
En un lapso de confusión y bronca, el referí expulsó a
Trossero, a Rubén Galván y a Omar Larrosa, y el equipo quería retirarse del
campo de juego. Fue entonces cuando José Pastoriza, entrenador del equipo, los
frenó en seco y advirtió: «Vayan, sean hombres, jueguen y ganen». Luego de
esto, los envió de nuevo al campo, y el milagro se hizo realidad.
Faltando cinco minutos para el final del partido, en el día
de su cumpleaños número 24, Ricardo Bochini apareció e hizo magia. Luego de un
pase corto, levantó la pelota ante la salida fallida del arquero rival e
imposibilitó que cualquier defensor pudiera evitar que la pelota pasara. El
balón, por su parte, siguió su rumbo, besó la red y desató la euforia no solo
de los jugadores de Independiente, sino también de toda la parcialidad roja que
se había hecho presente. El más grande lograba lo impensado y se encaminaba
hacia otro título.
Una vez que el juez pitó el final, el encuentro ya era historia. El Rey de Copas había logrado una hazaña descomunal, titánica. Se había sobrepuesto a un penal mal cobrado, a un gol ilícito y a tres malas expulsiones, y les había ganado tanto a Talleres como al propio Roberto Barreiro. Aquella vez, el Diablo hizo honor a su grandeza y puso de rodillas a la T y a la AFA.
Fuente Infierno Rojo
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