Lucas Pusineri, nuevo DT de Independiente. Foto: Germán García Adrasti
Por Mariano Dayan
Independiente apostó por uno de la casa, querido por la
gente y que ingresa al circuito del fútbol de Primera en la Argentina.
El regalo de Navidad fue para Lucas Pusineri, finalmente.
Se dio un gusto de los grandes en este fin de año para que
los hinchas empiecen a sonreír tras un 2019 sin grandes alegrías. Porque en las
encuestas picaba en punta por su pasado como jugador, porque ningún fana se
olvida del cabezazo del 2002 al Boca de Tabárez, porque desde el vamos logra la
identificación que ninguno de los candidatos tenía. Justamente ése es un plus
con respecto a Pellegrino, Almirón y hasta Crespo, después de la experiencia en
falso con Beccacece, un laburador obsesivo que no pudo dar el salto en
Independiente.
La llegada de Pusineri se puede leer como una apuesta de la
dirigencia por sangre nueva. Sangre roja por su vínculo afectivo con el club y
novedosa porque ésta es la gran oportunidad de su vida en su corta carrera. Es
un nuevo nombre en el mercado de Primera, un nuevo competidor que se empieza a
instalar para darles pelea a los de la vieja guardia que ya van sumando años.
Así como River en su momento se la jugó por Gallardo con única experiencia
previa en Uruguay, ahora Independiente le pone sus fichas a un DT que hizo su
mejor carrera en Colombia dirigiendo a un club exigente como Deportivo Cali,
que tiene la energía de los que arrancan y, se verá, si con 43 años puede
funcionar mejor con cuestiones de comunicación y grupales de estos tiempos.
En sus primeras palabras, Moyano recordaba la vuelta
olímpica de Pusineri, un sacrificado volante, y pedía en el futuro verlo
festejar como aquella vez. Más allá de la impresión que le dejó el nuevo
técnico cuando se juntó, de un tipo trabajador, que puede sacar jugadores de
abajo, mucho tuvo que ver la identificación. Ese colchón que no es chaleco
antibalas porque se le exigirán resultados como a Milito (elegido en el 2016) y
a cualquiera, pero que seguro genera un margen mayor de tolerancia para
encarrilar cualquier ciclo. Y a Pusi lo quieren mucho.
Lucas Pusineri y una tapa histórica de Olé. Foto: Germán
García Adrasti
Fuente Olé
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