Por Matias Martinez
La paciencia es una virtud que se va desdibujando, a medida
que las presiones aparecen más notables en el horizonte cercano.
Suele extinguirse más velozmente, cuanto más imponente es el
entorno. Fatalmente, la paciencia suele acabarse en el momento que más falta
hace. Y ahí se muere el ítem que se les quiera ocurrir: proyectos, amores,
laburos, estudios, emprendimientos. Y ciclos de entrenadores también.
Uno de los versos más acuñados en nuestro fútbol, es que los
grandes no esperan. Que el resultado tiene que llegar de manera urgente e
indispensable, si cualquier plan a mediano plazo quiere tener continuidad.
Lo equívoco de éste postulado se puede desmitificar con un
cúmulo generoso de ejemplos.
Sería una tarea
sencilla de rastrear y larguísima de plasmar en éstas líneas poco pretenciosas.
Mejor, vayamos a lo nuestro.
La moneda cayó para el lado de Lucas Pusineri. Ya sabemos
que es el nuevo entrenador de Independiente.
Conocemos el historial del Pusineri jugador. Llegador, con
gol, apareciendo en instancias decisivas, luchador, pero también ofensivo.
Como entrenador, sólo puedo ver el arqueo de caja, es decir,
los números de sus pasos por equipos colombianos.
Pero aún, buscando partidos de Cúcuta o Deportivo Cali,
apenas nos alcanzará para un semblanteo inicial, que puede, o no, tener
correlato en Independiente.
No todo es tan automático, ni en la vida ni en el fútbol, y
muchas veces uno más uno da tres. O cero.
Si todo fuera traslación, el fantástico Beccacece de Defensa
y Justicia, sería el fantástico Beccacece de Independiente. Y no lo fue.
Lucas Pusineri necesitará su tiempo de adaptación a todo. A
la realidad del fútbol argentino, de Independiente, y del plantel. Encontrar
compatibilidades y disimular falencias. Imponer su idea, pero saber cambiar si
esa idea no es próspera.
A diferencia de Pellegrino, el gol a Boca y el título del
2002 como punta de lanza, le dan una espalda más resistente.
El arranque es como para desanimar a cualquiera. De River,
Boca, Racing y Central en el medio, se sale malherido, o totalmente
fortalecido. En un ciclo recién nacido, que va a arrancar su camino 17 días
después de verse las caras por primera vez, plantel y cuerpo técnico, aunque
las cosas salgan mal de ese thriller de partidos, la espalda de Pusineri deberá
mantenerse lo más intacta que se pueda.
Hoy, Independiente puede, o no, tener manager. Puede, o no,
tener Secretaría Técnica. Puede, o no, tener refuerzos de alcurnia.
Lo que se debe tener, como condición innegociable, para que
un proyecto florezca, es paciencia. La paciencia de la araña.
Si la intención es encontrar un rumbo, la paciencia deberá
obrar como linterna.
Si esa linterna se apaga...todo será oscuridad.
Fuente De la Cuna al Infierno
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