AFP
Por Eduardo Verona
A pesar de sus buenos rendimientos, el técnico de
Independiente no tiene una alta consideración sobre el ex volante de Boca y
Newell's, al que prefiere como una alternativa de cambio y no como una
posibilidad desde el arranque
¿Por qué Sebastián Beccacece expresó en sus decisiones que
prefería al errático y abúlico Pablo Hernández (sufrió una rotura del ligamento
cruzado anterior de su rodilla izquierda y tendrá una larga recuperación),
desplazando a Pablo Pérez al banco de suplentes, como por ejemplo lo hizo en el
agónico 2-1 ante Independiente del Valle por los cuartos de final de la Copa
Sudamericana?
En el arranque del segundo tiempo, Pérez, de muy buena
producción, ingresó por el lesionado Hernández y le dio al equipo la cuota de
agresividad futbolística, llegada a posiciones de gol y pase ofensivo que el
equipo venía demandando.
No es la primera vez que el entrenador de Independiente
posterga a Pérez para confirmar como titular a Hernández. La pregunta es
simple: ¿qué le veía a Hernández, de paupérrimos rendimientos en Independiente
desde que llegó al club hace poco más de un año?
Porque nunca logró conquistar un nivel importante el jugador
tucumano nacionalizado chileno, al que Beccacece conoce muy bien porque formó
parte del plantel cuando Jorge Sampaoli dirigió a la selección trasandina y él
era su principal colaborador.
Por supuesto que sería banalizar el tema plantear que
Beccacece tiene una debilidad por Hernández, fruto de una relación profesional
pasada. La realidad es que Hernández no le ha aportado nada valioso ni
sustantivo a Independiente, más allá de alguna pelota bien puesta en medio de
la intrascendencia que lo invadía con una frecuencia apabullante.
No advertir la mediocridad que venía expresando Hernández en
Independiente no es una cuestión que solo pueden interpretar los grandes
conocedores del juego. No se precisa tener la mirada total del fútbol como la
tuvo ese supercrack que fue Johan Cruyff para darse cuenta que, en general, sus
participaciones fueron de muy baja densidad y contenido.
Sin embargo, Beccacece lo eligió como titular por encima de
Pérez, aunque con su presencia, Independiente gane un jugador que toma
iniciativas en favor del equipo, tanto en campo propio como ajeno. No es que
afirmamos que Pérez es un fenómeno que en todos los partidos hace la
diferencia. Sostenemos que la función que cumplía Hernández, Pérez la ejecuta
muchísimo mejor. Por recorrido, por entrega, por actitud y sobre todo, por su
capacidad para elaborar y arribar a zonas de definición, apareciendo por sorpresa
y llegando casi hasta debajo del arco.
Alguna vez en tono informal a ese gran tipo y estupendo
técnico que fue y es José Yudica le preguntamos cómo identifica a un entrenador
cuando se equivoca. La respuesta fue contundente y lapidaria: “Porque saca al
que mejor juega. Y deja en la cancha al que lo hace mal”.
La observación muy filosa que Yudica nos regaló, también nos
acerca a este caso. Porque seguramente Beccacece actúa de buena fe. Esto se
descuenta. El problema a la hora de elegir uno u otro, no es solo de gustos y
sensibilidades futbolísticas. Todos tenemos paladares distintos. El problema es
de ofertas de juego. De niveles de productividad y eficacia.
En este rubro esencial, Pérez supera ampliamente a
Hernández. Lo supera en el retroceso y en el ataque. Va y regresa Pérez con un
ritmo que delata compromiso para defender los espacios y para acompañar después
la progresión ofensiva. Contagia. Transmite. ¿Qué contagiaba y transmitía
Hernández, al que por supuesto le deseamos una recuperación efectiva y plena?
Una displicencia difícil de tolerar. Solía borrarse por largos pasajes de los
desarrollos de los partidos, aunque con Beccacece se lo notó un poco más activo
que en la etapa anterior con Ariel Holan, cuando directamente paseaba por la
cancha.
Lo que está claro es que estaba obligado a remarla desde
atrás Pablo Pérez. Tenía y tiene que convencer todos los días a Beccacece sobre
la calidad de sus argumentos. Hernández, trascendiendo la rotura de ligamentos
que el martes padeció, arrancó con ventaja en este nuevo ciclo. La ventaja
indudable que le dio el entrenador a pesar de las evidencias inocultables que
pueden distorsionarse en virtud de las miradas y las lecturas personales.
Es verdad, en el fútbol no hay nada que no pueda
modificarse. Ni el pensamiento de un técnico respecto a un jugador. Hay
ejemplos en todas las direcciones. Beccacece quería a Hernández (con varios
antecedentes de lesiones severas) y relegaba a Pérez.
Un imprevisto accidente futbolístico ubica hoy al ex volante
de Boca y Newell’s como titular. Un momento muy delicado. Una situación
compleja. El fútbol siempre convivió con estos episodios. Hernández los tiene
que afrontar. Pablo Pérez, en otro escenario, también.
Fuente Diario Popular


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