Por Matias Flores
En la búsqueda angustiosa de explicaciones que todo hincha
de Independiente afronta cuando observa lo irregular que ha sido la vida
deportiva desde su vuelta a la primera categoría, hay que dejar en claro que lo
futbolístico, el estilo y la intención han tenido un hilo conductor de
exponentes consustanciados con un futbol teórico de alto vuelo que sólo ha
sabido conocer un rendimiento estable y aceptado por el grueso del público
durante 6 meses.
Cierto es que la dirigencia encabezada por Hugo Moyano,
críticas aparte en lo que respecta a gustos, ha sabido sostener una coherencia
en la búsqueda del entrenador. Quizás a conciencia, en ocasiones por casualidad
y otras por presunción, supo encontrar una lógica futbolística en cada nombre
seleccionado.
Con gran generosidad podemos dejar de lado el análisis de
los mercados de pases y el gran dilema del manager sí o manager no. Desde
Almirón, pasando por Pellegrino, Milito, Holan y Beccacece, todos los
entrenadores tuvieron la premisa de intentar aplicar sus recetas bien
estudiadas y preparadas por distintos congresos de afamados entrenadores
mundiales. Dejando de lado la cultura sudamericana del fútbol y la impronta
misma de cada jugador.
Invirtiendo en volantes mixtos y no en enganches, pensando
en carrileros y no en laterales, adoctrinando el falso 9 y denostando la
esencia del oportunista. Pretemporadas y campeonatos buscando acoplar sus
formulas a la identidad histórica de un club que se ha caracterizado por una
idiosincrasia futbolística que sabía mucho de paladar negro pero que era cuna
de patrones del fondo.
Proyectos de inferiores vomitados a clubes del interior y
jugadores comprados en grande sumas para luego rifarlos al mejor postor, todo
en pos de algún sistema elevado y superador. La nueva costumbre de pedirle al 4
que sea 8, al 10 que sea 5, al 6 que sea 2.
No es negociable para Independiente el título por sobre el
rendimiento, nunca lo ha sido y tampoco lo será. Porque no solo se trata de las
formas y el paladar sino de saber que el cuidado de lo económico también reside
en lo que refleja el primer equipo en el verde césped. Es también lo que
valoriza, pero también lo que se desvaloriza cuando existe el libre albedrío
para quien sea que ocupa el cargo de entrenador y no cuenta con un
apuntalamiento de corte editorial. Es de
buena dirigencia también, indicarle a entrenador de turno que la historia y
prestigio del club también son parte de la economía.
Fuente MásRojo
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