Por Lucas Campos
Casi siempre cuando Independiente no gana, uno, o mejor
dicho, mi amigo el gordo y yo, solemos silenciar nuestra conversación y
postergarla hasta que nos sentamos en alguna pizzería perdida, lugar en el cual
daremos paso a encontrar el porque del truncado triunfo.
Luego de la segunda porción
mi amigo el gordo, me trataba de explicar que todo era un problema de
temperatura. Que hoy su auto se había muerto por eso y que Independiente se
quedó sin patas por eso.
Pero ojo, también me explicó, señalando una porción en la
cual la muzzarella había quedado en la mitad, que el equipo quedaba partido
como esa pizza y que quedaba un buraco tremendo, insoportable
Con los famosos costos de la pizza sentenció que Domingo lo
mató en el pase a Cerutti y que luego vino el gol de Talleres. Que el calor
juega para los dos y que justamente hay que saber y medir la temperatura para
hacer el desgaste o guardarse.
Yo callaba y lo miraba a él, que con mucha tensión, me
mostraba el mapa de calor y los centros de Independiente. Que ninguno llegaba a
la parte roja, que ese último pase no estaba.
Por último, el gordo me dijo que las altas temperaturas
pueden quemar feo, que hay que tener cuidado, que escuchó algunos silbidos de
las tribunas y que el triunfo no se puede seguir dilatando, como la panza del
gordo que se había comido media pizza, Independiente se comió dos puntos de
local y se quedó con un empate feo, caluroso y pegajoso, como esta temperatura.
Fuente De la Cuna al Infierno
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