Por Eduardo Verona
A poco más de 16 años de su debut en Primera, el crack del
Manchester City y de la Selección nacional, continúa mostrando su perfil de
delantero creativo con una capacidad de resolución brillante, que Pep Guardiola
supo elogiar en los últimos días.
A Cristiano Ronaldo, una y otra vez le tocó competir por la
corona de mejor jugador del mundo, nada menos que con Lionel Messi. Y Messi, en
este plano, no regala nada. Y no se baja nunca. Mala suerte la del portugués
Ronaldo.
En otra dimensión más o menos lo mismo podría decir Sergio
Agüero. La presencia de Messi no le permitió ser considerado el mayor crack que
dio el fútbol argentino en los últimos tres lustros. Agüero, por supuesto,
trasciende con holgura las fronteras de la Argentina. Es un crack del fútbol
mundial. Pero Messi expresa al protagonista que está fuera de concurso, aunque
con la camiseta de la Selección, en instancias determinantes, todavía no brilló
como en el Barcelona.
La realidad es que ser contemporáneo de Messi obliga a
pelear por el segundo puesto. Ronaldo fue el que más se le acercó y la prensa
internacional y el show business del fútbol fogoneó ciertas equivalencias que
en las canchas no se ven. Messi elabora, asiste y define. Ronaldo solo define.
No es poco, pero no es todo.
¿Y el Kun Agüero? Apenas se había destacado en Primera, el
Flaco Menotti (quién lo dirigió en Independiente en los primeros meses de 2005)
planteó que le adivinaba cualidades similares a las que tenía ese goleador
extraordinario que fue el brasileño Romario.
El tiempo transcurrido le dio la razón a Menotti. Agüero
tiene el perfume de los jugadores que en el área rival hacen todo bien. Porque
no se apura. Porque amaga y no choca. Porque resuelve con gran calidad. Y
porque cuenta con recursos que delatan un talento formidable en el momento en
que no se admiten dudas ni vacilaciones.
En los últimos días, la BBC de Londres lo distinguió como el
futbolista más representativo de la Premier League en la última década. Por su
parte, el técnico del Manchester City, Pep Guardiola, le dedicó unas palabras
que de ninguna manera fueron un cumplido: “El es irreemplazable. Nunca ví a una
estrella tan grande ser tan humilde. Es un placer trabajar con él y ver como
acepta la decisiones que puedan darse aunque no le gusten”.
Los 411 goles de Agüero en clubes (Independiente, Atlético
Madrid, Manchester City) y en la Selección mayor son apenas una cifra despojada
de cualquier contenido. Y es precisamente el contenido y el contexto lo que
revela la magnitud de un jugador.
Los más de 1000 goles que convirtió Pelé no dicen nada en
particular si no se pone en foco como los hizo, a quienes se los hizo, en que
circunstancias y en que competencias. Pelé no fue un monstruo (como lo fueron
Diego Maradona, Alfredo Di Stéfano y Johan Cruyff) solo por la cantidad de
goles que anotó. Fue un monstruo por el nivel impresionante de fútbol que
alcanzó.
Por eso medir la dimensión de Agüero a partir de los goles
que conquistó en 16 años de carrera profesional, es reducir el fútbol a un
registro estadístico muy reivindicado por las leyes del mercado, pero que no
contempla recorridos, aptitudes ni cualidades muy específicas.
La vigencia de Agüero a sus 31 años, es la vigencia del
fútbol sin certezas. Del fútbol alejado por completo de los laboratorios. Del
fútbol que vive engañando y sorprendiendo a compañeros, adversarios y
audiencias.
Ese fútbol made in Agüero expresa la naturaleza del fútbol
argentino. De las memorias del fútbol argentino. Esto por supuesto no significa
que en la Selección tenga una camiseta alquilada a perpetuidad. Tiene que
ganarse un lugar partido tras partido, como lo hace en el City, con Guardiola
como gran exponente de las exigencias que nunca cesan. Exigencias que
enriquecen a los jugadores y a los equipos.
En la Argentina, Agüero nunca gozó de reconocimientos
unánimes. Por el contrario; se lo critica con dureza. Incluso en la Selección
en no pocas oportunidades fue una variable de ajuste o corrió detrás de las
preferencias que despertaba Carlos Tévez, hasta que Tevez encontró su
crepúsculo. Y luego su ocaso.
El Kun siempre tuvo más calidades futbolísticas que Tevez.
Más refinamiento, más clase, más jerarquía y mejor control y resolución de la
maniobra ofensiva. Aquella estúpida apreciación de que Agüero seguía en la Selección
porque era “amigo” de Messi, quedó flotando como un fantasma que erráticamente
aparecía.
La permanencia de Agüero en la Selección obedece al juego
que Guardiola elogió sin retaceos hace pocos días. Es el juego de un punta o
media punta que continúa siendo letal. Porque no anuncia. No amenaza. Espera,
actúa y convierte.
“Tenemos en el City otro goleador increíble como es Gabriel
Jesús y puede ser que cuando Sergio se vaya viniera otro. Pero él es
irreemplazable”, cerró Guardiola visitando una admiración que muy pocas veces
frecuenta.
Es cierto, Messi está allá arriba como una estrella
inalcanzable. Agüero ahí no llega. Porque ahí, hoy no llega nadie. Ni Cristiano
Ronaldo. Pero el Kun es la segunda voz. Y la segunda guitarra.
Fuente Diario Popular