Lionel Messi, ausente sin aviso en la copa del mundo. Rusia
está siendo testigo de su peor versión y no hay forma de explicarlo. Aun así,
todas las plegarias argentinas esperan por su bendición.
Santificado sea tu nombre, Lionel Messi. Su imagen en los corazones
de los argentinos, llamando la atención de los más pequeños, cautivando a los
jóvenes y arrancando exclamaciones de admiración entre los más grandes, es la
que la que avivó -una vez más- la llama de la esperanza de gloria deportiva de
un pueblo que respira fútbol y que no duda en depositar toda su fe en el dios
de la pelota.
Pero a esta hora (seis menos que en Rusia) el planeta,
asombrado, es testigo de su inacción, de su frialdad, de su intrascendencia.
Unos y otros se pellizcan para comprobar si es cierto lo que los ojos observan
y la pregunta se agiganta a lo largo de los meridianos ¿qué le pasa?
La Copa del Mundo de Rusia está presenciando la peor versión
futbolística de Messi. Y la necesidad de encontrar una respuesta para algo
inexplicable, acelera el pulso de sus seguidores y, en especial, de los
argentinos a los que les empezó a flaquear la fe.
El primer plano que dio la vuelta al mundo mostrando al
capitán albiceleste tomándose la cara con gesto de preocupación y hasta de
dolor en el momento de cantar el himno antes de jugar con Croacia, fue el mejor
prólogo de lo que iba a llegar. Claro, el equipo del mejor jugador del mundo
llegaba a esa segunda fecha después de no haber podido derrotar a la Cenicienta
del torneo, una Islandia debutante que hasta tuvo un premio extra para su
arquero, quien se dio el lujo de atajarle al astro argentino un penal pateado
con la misma determinación con que expone su espíritu.
El karma por las finales perdidas, la presión de un
Cristiano Ronaldo que lo va desplazando de su trono mundial, problemas
internacionales con el fisco, diferencias con el cuerpo técnico,
cuestionamientos de quienes lo indican como el cabecilla de un grupo de
amigotes con su padre como jefe de la banda, amenazas de Israel y hasta rumores
de crisis sentimental. Existe un abanico grande de justificaciones, pero
ninguna alcanza para dejar en claro por qué, un atleta de condiciones superdotadas
no puede ni siquiera caminar la cancha con la energía del que no se da por
vencido.
Dicen que la fe es lo último que se pierde. Que es fácil
creer en lo que se ve, que la verdadera virtud pasa en confiar en lo que no
está a la vista. Si va a haber un milagro, si van a convertir agua en vino, es
el momento Lionel. ¡Hágase tu voluntad!
Fuente Diario Popular
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