Por Eduardo Verona
En la vigilia del cruce de Argentina ante Croacia se
amontonan distintos interrogantes respecto al futuro del equipo que dirige
Jorge Sampaoli.
¿Qué tipo de cambios debería provocar la Selección en un
partido de carácter decisivo?
La necesidad imperiosa de reconstruir un tejido anímico
dañado después del decepcionante empate ante Islandia. Los ingresos de Pavón y
Banega o Lo Celso desde el arranque. Las dudas que despierta la presencia de
Caballero.
¿Qué tiene que cambiar Argentina este jueves frente a
Croacia, cuando se jugará en gran medida su clasificación a los octavos de final?
¿La actitud? ¿La táctica? ¿El sistema? ¿El concepto estratégico? ¿Las formas
futbolísticas para defender, recuperar la pelota y atacar? ¿Las búsquedas
ofensivas? ¿O no tiene que cambiar nada? ¿O tiene que cambiar todo en función
de las necesidades que no son pocas?
Cuando irrumpen en escena perfiles simbólicos y reales de
alta complejidad las dudas florecen con una velocidad inusitada. Las dudas más
insólitas o más creíbles terminan abrazando a todos. O a casi todos. El
fenómeno del fútbol, más bien que no está al margen. Y los protagonistas
tampoco. Se deben estar viviendo momentos muy difíciles en la Selección. El
empate frustrante ante Islandia del último sábado convocó a esa amplia galería
de fantasmas que todos más o menos reconocemos en el marco de las memorias.
El equipo no fue un desastre en su primera presentación,
pero tampoco funcionó. En todas las instancias decisivas del juego se quedó por
la mitad. No determinó una clara conducta futbolística. No fue tan agresivo y
dominante como lo indicaban las circunstancias. No apabulló a un rival que
amontonó gente en el fondo. Fue light. O chirlo. O un poco tibio para
apropiarse del partido y de los tres puntos. Y lo pagó caro. Lo pagó con una
igualdad que lo dejó en posición muy comprometida para el cruce ante Croacia,
que ya derrotó a Nigeria 2-0 y llega con ventaja.
Tendría que soltarse Argentina. Soltarse no significa
regalarse o inmolarse para que la maten a contraataques. Soltarse es respetar
menos las funciones originales de mitad de campo en adelante. Es ser menos
posicional. Menos previsible. Y más activo y vital en ese viejo y reivindicado
precepto de entrar y salir de la jugada a favor de una gran movilidad para
generar la sorpresa que este equipo no genera. Porque es verdad que casi todos
quieren la pelota, pero no van en búsqueda de los espacios, como por ejemplo lo
hizo Meza picando vacío y provocando el penal que después Messi malogró con una
masita desangelada impropia de su talento. A propósito: ¿no quedó la impresión
de que Messi fue a rematar el penal sin estar convencido?
Jorge Sampaoli pretende que Argentina haga la diferencia en
virtud de su capacidad ofensiva. Pero esa capacidad ofensiva que en lo potencial
dispone la Selección no logra manifestarse de manera efectiva. No es nuevo este
problema. Por el contrario; es de vieja data y antecede a Sampaoli.
Frente a Islandia esa deuda contraída volvió a quedar en
primerísimo plano. Y Messi tampoco logró recrear su desequilibrio, siendo el
jugador más desequilibrante del mundo. Sugestivo pero cierto. Es inevitable que
la Selección necesita reformularse sobre la marcha. No es un pecado capital
hacerlo. La Selección campeona del mundo que dirigió el Flaco Menotti en 1978
también se reformuló sobre la marcha. La de 1986, bajo la conducción de Carlos
Bilardo, lo mismo.
Lo que se impone es la presencia desde el arranque de Pavón
en reemplazo del errático y desconcertante Di María y de Banega o Lo Celso para
acompañar a Mascherano, desplazando la muy discreta versión que mostró Biglia,
muy lento y muy impreciso. ¿Caballero? Sampaoli lo va a mantener como titular,
pero la inseguridad que transmitió el arquero contra Islandia, si se repite
ante Croacia, puede ser fatal.
La decisión del entrenador de postergar a Armani, en un
momento excepcional de su carrera, no parece ser otra cosa que un grave error
de Sampaoli, quizás atrapado por cierta ductilidad de Caballero para comenzar
la salida desde el fondo de la cancha, atributo en el que tampoco se destaca
con una gran luz de diferencia sobre Armani.
En la vigilia inquietante y perturbadora del partido frente
a Croacia habrá que reconstruir el tejido anímico dañado que dejó la inesperada
igualdad en el debut. Una igualdad que compromete seriamente el sueño
mundialista de Argentina. Una derrota anticiparía de manera fulminante su
regreso. Y dejaría sin protección de ninguna especie a Messi y compañía.
Por todo eso es crucial rescatar un triunfo. Como si fuera
una final anticipada. O algo bastante parecido
Fuente Diario Popular
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