Ustari enfrentará por primera vez al Rojo.
Ustari, hincha del Rojo, vuelve al estadio que ayudó a
reformar con su pase a Europa.
Noche especial para él.
Fue jardinero. Vendió damajuanas. Leyó publicidad y
mensajes telefónicos en su propio programa de radio... Pero Oscar Alfredo
Ustari, el quinto hijo de Edgardo y María Rosa, sabía que para ganarse el mango
fuerte algún día iba a tener que dejar América, un pueblo de casi 15.000
habitantes al oeste de la provincia de Buenos Aires. La música y la educación
física eran dos de sus grandes pasiones, y Pehuajó y General Pico no quedaban
tan lejos de la familia para ir a estudiar. Pero sabía que si el fútbol era su
fuerte, la monstruosa Buenos Aires, a más de 500 kilómetros, era la opción más
indicada.
Y vaya si la pelota le tiraba... A los cuatro años empezó
en papi en Atlético Rivadavia. Por atrevido, jugaba de 5, “para estar en medio
del lío”, y hasta se animó de 9 en su categoría, la 86. Pero para la 84 y la
85, jugaba al arco, su puesto original. Con los guantes era ágil y nunca daba
rebote, cualidad que absorbió del básquet, vicio que todavía hoy disfruta.
En La Pampa, gente de Racing le tomó una prueba, pero
nunca lo llamaron... Lo mismo con Huracán. Y mientras River y Quilmes lo
apuntaban, Oscar Chela (tío de Juan Ignacio, el tenista), le consiguió una
oportunidad en Independiente. Con los guantes, deslumbró. Luego les faltaba un
5, se animó y metió dos goles. Aprobado en ambos puestos. ¿Qué hacer? Regresó a
América a terminar el Polimdoal y al año se instaló en el Rojo sin dudar en lo
que quería hacer (y ser): arquero, como su ídolo, Oscar Córdoba, póster que
tenía colgado en su habitación.
La pensión de Villa Domínico fue su casa durante tres
años. Y lejos de su familia (“Fue muy triste pasar cumpleaños solo”) la sufrió.
Las Juveniles le dieron refugio y le hicieron ganarse un nombre dentro el club:
campeón Sudamericano Sub 17 (2003), de gira con la Selección de Bielsa (04),
campeón Mundial Sub 20 (05)... Para el Apertura 05, en el Rojo se había ido
Navarro Montoya, Falcioni pidió a Leyenda, pero a los diez partidos sucumbió
ante la categoría del pibe de 19 años: le dio la titularidad y no la largó más.
Su carrera siguió en ascenso: fue tercer arquero en el
Mundial 06 y, al año, vendido al Getafe en 8.000.000 de dólares.
Cinco años después, lo repatrió Boca. Y hoy, luego de
perderse el cruce de ida por lesión y de que la AFIP lo “habilitara”, jugará
por primera vez en la cancha que su venta ayudó a construir. Pero no vestido de
Rojo...
¿Qué sentís, Oscar?
-“Para mí va a ser algo muy raro. Es un club en el
que me críe, al que amo y del que soy hincha. Gracias a Independiente le compré
la casa a mis viejos. Pero hoy me debo a Boca. Y como en su momento intenté
hacer las cosas de la mejor manera, hoy mi trabajo es con otra camiseta”.
-¿Cómo creés que te va a recibir la gente?
-(Piensa)
Esperemos que sea bueno. Yo lo deseo más que cualquiera. Si hoy no estoy en
Independiente es porque escuché al presidente (Cantero) decir que el arco no
era una necesidad. Y si bien sabía mi situación de inactividad, Boca fue el que
apostó por mí y el que me dio la posibilidad de volver a sentirme futbolista.
No me gustaría que se mezclaran las cosas. Yo sé bien cómo pienso, las cosas
que siento y lo que he vivido allí, como para estar tranquilo cuando tenga que
recibir tanto alguna crítica o algo a favor de un club que me crió también como
persona. Y así como algún día me fui, sé que volveré.
Fuente Olé
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