Ilustró rrrojo
Nota de rrrojo: Por un momento viendo jugar a España recordé cuando el ROJO jugaba al Fútbol.
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Por Juan Pablo Varsky
02 de Julio de 2012
Cuatro goles contra Italia cambiaron la historia. Hace
cuatro años. El 0 a 0 por los cuartos de final de la Eurocopa Austria-Suiza
2008 obligó a desempatar en los tiros desde el punto del penal. Iker Casillas
atajó los remates de De Rossi y Di Natale. Y Cesc Fábregas acertó el decisivo.
En las semifinales, liquidó 3 a 0 a Rusia. En la final, derrotó a Alemania con
un gol de Niño Torres. Se consagró campeona de un torneo grande después de 44
años (la Euro de 1964 como local).
Nadie puede saber todo lo que habría ocurrido si la Roja,
aún dirigida por Luis Aragonés, hubiera perdido aquella serie de penales contra
los italianos. Seguramente muchos se habrían replanteado la manera de jugar.
Porque, tras el fracaso del Mundial 2006 (derrota en octavos contra Francia,
cortesía de Monsieur Zidane), Aragonés eligió insistir en la fórmula del toque.
Siguió confiando en los llamados "jugones": Xavi, Iniesta, Fábregas,
Silva. Una derrota más habría sido difícil de tolerar para el fútbol español,
en ese momento desesperado por un triunfo grande. Con ese liberador título,
confirmó que podía ganar de esa manera, pasándose la pelota entre compañeros
sin apelar al juego directo de pelotazo, choque, rebote y segunda acción. La
Eurocopa 2008 mató a la Furia. Este estilo convive con la sospecha permanente
de "lindo pero inefectivo" o "mucho tiki-tiki pero al final
nunca ganan nada".
Las otras formas, todas respetables si son reglamentarias,
no cargan con semejante exigencia. Recordemos que el mejor Barcelona aún no
había aparecido en junio de 2008. Pep Guardiola asumió su cargo de entrenador
en Barça un mes más tarde de aquella conquista. El título no sólo convenció a
los hinchas, sino también, y mucho más importante, a los propios futbolistas.
Casillas, Puyol, Ramos, Xavi, Iniesta, Cesc, Xabi Alonso, Villa, Silva y Torres
conformaron el núcleo del campeón junto con Marchena, Marcos Senna y Capdevila.
Se fue Aragonés y llegó ese admirable administrador de egos llamado Vicente del
Bosque. Ya se había ganado ese reconocimiento en el Real Madrid galáctico
2002-2003. Estaban Raúl, Roberto Carlos, Zidane, Figo y Ronaldo. Salió campeón,
pero Florentino Pérez lo echó porque quería a un técnico de perfil alto.
Contrató al portugués Carlos Queiroz. El club estuvo cuatro años sin festejar
la Liga.
Como bien lo define el escritor David Trueba, Del Bosque es
el paciente irrompible. Nunca una polémica, nunca un gesto demagógico, nunca
una declaración fuera de lugar. Siempre un paso atrás de los futbolistas,
concediéndoles el protagonismo. Hoy es el primer entrenador que ha logrado la
Champions League, el Mundial y la Eurocopa. España llegó a esta Euro de Ucrania
y Polonia como campeón del mundo y defensor del título. Solamente Alemania
Occidental en 1976 había estado en el mismo lugar, pero no pudo conseguir la
Triple Corona. Cayó en los penales frente a Checoslovaquia con la creación de
Panenka, quien la picó en el último remate. Debería cobrar regalías de patente.
Loco Abreu, Zidane, Riquelme. En esta Euro, Sergio Ramos ante Portugal y Pirlo
contra Inglaterra. Pirlo. ¡Te quiero Andrea! Verlo en la cancha te hace amarlo
aún más. Fascina lo simple que juega, cómo se mueve para desmarcarse y recibir
siempre solo. Sabe lo que hará con la pelota antes de recibirla. No sólo
contagia a sus compañeros. Lo ves jugar y enseguida deseas meterte en cualquier
picado para intentar copiarlo en un pase aunque sea. Pensamiento y dinámica.
El cambio del seleccionado italiano nace con la decisión del
entrenador Prandelli de darle la conducción del equipo a él. Pero Pirlo no pudo
influir en la final de Kiev. En un ejercicio defensivo ejemplar, España lo
borró del partido. En la primera posesión de balón, Xavi Hernández le mandó el
mensaje: "Hoy vos no vas a jugar". Si se tiraba muy atrás, a la
altura de los propios centrales, lo vigilaba Fábregas. Si se recostaba sobre la
izquierda, Silva. Xavi hizo el trabajo más intenso porque lo custodiaba en la
zona del círculo central. El 21 italiano se rindió cuando la lesión de Thiago
Motta dejó a su equipo con diez. Sus lágrimas eran las de un tipo que no sabe
si tendrá otra oportunidad de estar en ese lugar. Siempre hubo uno de rojo bien
cerca suyo. No fue tarea unipersonal, sino una responsabilidad colectiva.
Defender bien es un arte y España lo practica mejor que
todos. Se necesita rigor táctico, talento individual, concentración y... la
pelota. No existe mejor fundamento defensivo que la posesión del balón. Esa es
la principal razón por la cual presenta una asombrosa estadística: el último gol
recibido en duelos de mano a mano en grandes competiciones data de 2006. Zidane
en los octavos del Mundial de Alemania. La serie comenzó con aquel clave duelo
ante Italia por los cuartos de la Euro 2008 y lleva diez encuentros
consecutivos, sumados los de Sudáfrica 2010 (4) y la Euro 2012 (3).
Y cuando el rival logra superar ese combo cobertura de
espacios/tenencia de pelota, aparece Iker Casillas. Siempre te salva. Ataja esa
pelota que hubiera cambiado el curso del partido. En un reportaje concedido al
diario El País, el capitán definió a este grupo de cracks inteligentes:
"Somos como el Tetris, las piezas encajan perfectamente... Hay un vínculo
más personal y de amistad. Nos queremos mucho". A pura charla, Casillas y
Xavi hicieron mucho para que este grupo no se rompiera luego de las batallas de
Barcelona y Real Madrid en 2011. Aquellos partidos habían deteriorado
relaciones, como la de Piqué y Ramos. Un año después, ambos formaron la mejor
pareja de centrales de la Eurocopa.
"Aburre ver a España", dijo Philipp Lahm, el
lateral de Alemania. "España es una selección con mucho amor a la que le
falta sexo", provocó Bixente Lizarazu, campeón del mundo con Francia en
1998. En la final, tuvieron exactamente lo que querían. Diez minutos tardó España
en ofrecer su primera secuencia de toques. Terminó con pared Fábregas-Xavi y
remate desviado. A los grandes campeones no hay que hacerlos enojar. Porque
reaccionan con ese espíritu competitivo y esa sabiduría de quien estuvo ahí
antes. El campeón nunca se olvida ni dónde ni cómo llegó. Por eso ofrece su
mejor versión en el partido más importante del campeonato. "Me siento
disconforme con lo que hice hasta acá", había dicho Xavi antes de la
final. ¿Qué hizo en el juego decisivo? La rompió toda. Se comió al gran Pirlo
y, como si eso fuera poco, metió dos pases gol marca registrada.
Arbeloa bloqueó su lateral. Los centrales neutralizaron a
Cassano y a Balotelli. Jordi Alba ventiló el juego por la izquierda, llegó
profundo y dejó su sello en el resultado. Xavi Alonso no paró de limpiar el
juego con cambios de frente. Busquets asombró con su concentración para estar
pendiente de cuándo el equipo pudiera perder la pelota y ganó por anticipación.
Silva fue un incordio para los defensores e interpretó el concepto de que llegar
es mejor que estar. Fábregas desorientó a todos los azules con su permanente
movimiento como falso nueve. Iniesta... fue Iniesta, y eso basta para referirse
a su participación estelar. Torres y Mata entraron, facturaron y figuran en los
libros como campeones de Champions y Euro en la misma temporada.
Mientras ya aburre discutirla, España no se aburre de ganar
sin renunciar a su idea de juego. Triple Corona, única. 4-0, la diferencia más
grande en una final de gran torneo. Silva, con desborde y centro atrás de Cesc.
Jordi Alba, puñalada de Xavi. Torres, otra vez pase de Xavi. Mata, gentileza de
Torres. Todos pases a la red con elaboración artesanal. Ya era el mejor del
mundo. Ahora es uno de los grandes de todos los tiempos. Cuatro golazos a
Italia cambiaron la historia.
jpvarsky@lanacion.com.ar
Fuente La Nación
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