La situación vivida con Burdisso, que fue tironeado por Boca
y River, dejó al descubiero una metodología de pases con menos ingenio y un
mayor intercambio de fichas entre clubes argentinos.
Por Christian Leblebidjian
Luciano Leguizamón quedó libre de Sarandí y se mudó cerca: a
Avellaneda
Hace un tiempo no muy lejano, ningún equipo negociaba con un
par argentino y el latiguillo más escuchado desde la AFA era: "No vamos a
reforzar a un competidor directo" . La lectura podía hacerse tanto para la
tabla de arriba, la del campeonato, como la de abajo, la del descenso. A lo
sumo había cesiones que equipos grandes (o importantes) les hacían a conjuntos
de menores posibilidades económicas. Entonces, un equipo que tenía
confirmaciones futbolísticas para pelear por la vuelta olímpica le podía ceder
a otro a un futbolista que, en su plantel, era la tercera posibilidad de
recambio. En el actual receso, potenciados por la caída de los mercados
europeos, se vieron obligados a sentarse nuevamente a charlar. Pero no sólo
eso, sino que -entre la falta de ingenio de los clubes y un nivel
técnico-táctico que decayó considerablemente entre los jugadores en las últimas
temporadas- la mayoría de los dirigentes se inclinó por los mismos nombres.
El disparador se dio con la salida de Sebastián Sosa de Boca
y su desembarco en Vélez. Una mañana lo esperaban para firmar con los xeneizes
y el arquero se presentó, pero para retirar sus cosas y mudarse a Liniers,
donde dijo que le ofrecían mejores condiciones. No faltó en Boca quien lo
tildara de "traidor". No faltó en Vélez quien lo disfrutara,
tomándolo como una especie de venganza por lo vivido antes con Leandro Somoza y
Santiago Silva. Algo parecido sucedió con Barovero, que debía renovar el
vínculo con Vélez y terminó prefiriendo la oferta de River.
El caso emblemático (hasta ahora) fue el de Guillermo
Burdisso, que el día en que estaba por sellar su contrato con River fue tentado
por Julio César Falcioni y los dirigentes xeneizes para que cambiara de vereda.
Racing e Independiente tuvieron sus pulseadas, por más que
Javier Cantero y Gastón Cogorno, presidentes de los Rojos y la Academia,
respectivamente, fueron políticamente correctos y, según dijeron, hasta se
pidieron permiso para negociar sin superponerse ni pelear deslealmente. Entre
llamados y seducciones, el partido terminó 2 a 2. Racing se quedó con Fernando
Ortiz y Diego Villar, mientras que Independiente hizo lo propio con Cristian
Tula y Jonatan Santana. Pero Racing, uno de los que mejor se reforzaron,
también midió fuerzas con San Lorenzo (incorporó a Corvalán) y Lanús (sedujo a
Camoranesi, que todavía tenía contrato con la entidad granate).
Los más codiciados del mercado fueron Román Martínez y
Luciano Leguizamón. El volante creativo de Tigre tuvo llamados de Racing y Boca
(que tenía la posibilidad encaminada), pero aceptó la propuesta de Estudiantes,
que le compró parte del pase y tiene como DT a un viejo conocido suyo: Diego
Cagna. Leguizamón, una de las figuras del campeón, quedó libre de Arsenal y
reconoció ser convocado por cuatro clubes. Finalmente, optó por Independiente.
El goleador del Clausura 2012, Carlos Luna, dejó Tigre y
volvió a Liga de Quito, que es dueño de su ficha, pero el delantero recibió
ofrecimientos para seguir en Victoria, emigrar a Independiente, San Lorenzo y
Estudiantes. Por ahora sigue en Ecuador, mientras espera al mejor postor.
Como se ve, se puede armar un equipo competitivo y hasta un
banco de suplentes importante entre tanto tira y afloja. Y hasta quedaron
futbolistas afuera, como Fabián Vargas (firmó con Independiente y también
estuvo en los planes de Boca, su ex club) y Jonathan Bottinelli, que sorprendió
poniéndose la camiseta de River y también fue señalado por Lanús, por citar más
ejemplos.
Fuente Cancha Llena
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