Por Lucas Campos
-La esperanza, amigo mío, siempre está contigo. Ahora
duerme, pero algún día despertará- dice un libro de J.J Benítez que anduve
leyendo por ahí. Y la esperanza se
despertó. Independiente perdió ante Gremio pero no cayó. No quiero andar
contándoles las cosas que me pasan, porque lo que le pasa a uno le está
sucediendo al mundo, única razón, diría Facundo Cabral.
La esperanza amigos míos. La esperanza con la que nos
levantamos pensando en ganar la Recopa. La esperanza que tuvimos para que no
rajen a Amorebieta. La esperanza que usó Campaña para envolverse en la bandera
y tapar todas las balas con el pecho. La esperanza con la cual tragamos la
bronca, la digerimos para después levantar la cabeza e inflar el pecho.
La calentura con la cual te fuiste a dormir y la esperanza
con la cual te levantaste. Porque la semana que viene debutamos en la
Libertadores. Y esa mancha que dice 7, en el pecho, estén tranquilos que no se
quita, es nuestra. La esperanza con la cual miramos a aquellos hipócritas que
dicen nunca haber sido derrotados. A los que celan, los que envidian.
La esperanza de ser ejemplo de todo el continente, nuestra
gran institución. Tecleo las letras y los miro a todos a la cara. A los que
saben de esconder pelotas y no quedarse en la cancha y reconocer la derrota. A
quienes no entienden que uno no es mejor ni en la victoria ni en la derrota. A
los que mienten y quieren robarse todo.
La esperanza de seguir siendo el granito en el culo de
muchos. La esperanza de ser la bronca del gil que rezonga. La alegría se saber
que somos el orgullo nacional, que jugamos de manera honesta, que nos quedamos
en el campo reconociendo a quienes nos vencieron.
Independiente, cada vez más imponente. Ellos, los jugadores
y el DT, nos devolvieron esa esperanza que muchos chicos, que no vieron la
gloria, tenían dormida. Hoy esos chicos van al colegio y sueñan con ser
Domingo, Meza o Fernández, mientras patean tapitas en el recreo. La esperanza
de que esto siga. De que la corona brille todavía aún más. La esperanza más
grande de todas, la de ganar la octava Copa.
Fuente De la Cuna al Infierno
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