Por Eduardo Verona
Parece un verdadero especialista en remarla desde atrás y
tiene la cualidad de no permitirse una pausa que lo desenfoque de su prioridad,
que es jugar como titular, frente a las distintas decisiones y paladares de los
entrenadores
No es un fenómeno Nicolás Domingo.
No tiene el estilo ni la
línea elegante y versátil de Fernando Redondo.
Tampoco nos hace acordar a
Clodoaldo, ese volante brasileño del Santos que la rompió jugando para el
scratch en México 70, cuando por delante de él tenía a Jairzinho, Gerson,
Tostao, Pelé y Rivelino.
Redondo, sin dudas, fue un crack. Clodoaldo también. Domingo
no lo es.
Pero juega mucho. Se ve mucho. Es un protagonista muy activo del
partido. No se esconde nunca. Ni en las buenas ni en las malas. Y no se esconde
ni se borra por una cuestión esencial: necesita por temperamento, por
personalidad, por actitud y por presencia futbolística quedar ligado a las
necesidades estratégicas de su equipo.
Es cierto, no tiene ninguna sartén por el mango. Por eso
debe ser que casi siempre está en zona de evaluación. De evaluación permanente.
Ariel Holan lo conocía de Banfield y lo pidió para Independiente en julio de
2017, pero Holan en la última temporada lo tenía en la mira. ¿Por qué? Nunca lo
explicó, porque hay cosas que no se explican. Pero era evidente que prefería al
chileno Francisco Silva para esa función. El tema es que Silva nunca apareció
como para hacerle sombra a Domingo.
Ahora, Sebastián Beccacece tampoco registra como titular a
Domingo, aunque lo haya sido en el 1-0 ante Universidad Católica de Ecuador. El
entrenador quería a Lucas Menossi, hoy en San Lorenzo, luego de su explosión en
Tigre durante la Copa de la Superliga. Y por otra parte, pidió a Lucas Romero,
quien por ahora sigue en el Cruzeiro.
En definitiva, Domingo es una alternativa para Beccacece. Y
no la primera opción. Una circunstancia que, en principio, parece no afectar al
volante central.
Si no da ninguna por perdida dentro de la cancha; afuera del
campo, tampoco. Esta fortaleza anímica inocultable para ganarse un lugar aun
cuando juega bien, como por ejemplo, lo hizo en la noche del jueves, quizás
revela su naturaleza de tipo que sabe subsistir en microclimas no tan
favorables ni sensibles a su actualidad.
Sin embargo, Domingo siempre fue superando todos los
obstáculos. En silencio. Sin sobreactuaciones. Sin declaraciones para la
tribuna. Sin agresividad a la hora de pararse frente a la prensa. Como
entendiendo que su aporte fundamental debía enfocarse en el día a día y en la
convicción para no debilitar su autoestima.
Así le hizo frente a las pequeñas adversidades del fútbol. Y
se fue imponiendo partido tras partido. Que le falta mejor pase, es verdad. Que
no es un distribuidor filoso del juego, también es verdad. Pero en las sumas y
restas que podrían alcanzar para calificar a un jugador, su balance da
positivo. Porque es la clase de jugador comprometido con la causa. En esa área
del compromiso permanente, no pide una pausa. No exige un privilegio. No
cultiva indiferencias.
Se pone la pilcha del jugador que se reconoce modesto y
eficaz y va a todas las que tiene que ir. Como lo ejecuto el Polaco Alejandro
Semenewicz en aquel Independiente de la primera mitad de los 70, cuando
conquistó cuatro Copas Libertadores consecutivas y una Intercontinental.
Semenewicz le cubría las espaldas a todos. Su sentido de la solidaridad era
monumental. Leía el juego cuando Independiente manejaba la pelota y cuando no
la tenía. No fue un crack. El crack era el Pato Pastoriza. Y después Bochini y
Bertoni cuando se consolidaron en 1973. Pero al Polaco le sobraba concepto
colectivo.
Domingo no está hecho a imagen y semejanza de Semenewicz.
Eso sí: también le sobra concepto colectivo para ir y volver. Aunque en ataque
lo expone una ausencia de ductilidad con la pelota. Igual se atreve. Igual no
se desalienta. Quiere ayudar en la construcción. Quiere estar en el proceso
primario de la elaboración. Y cuando ve la oportunidad, se suelta, sin tener a
los ángeles de la creación acompañándolo.
No la va a tener sencilla con Beccacece. Como no la tuvo
fácil con Holan. Claro que tampoco la va a tener fácil Beccacece cuando lo
mande al banco. Porque Domingo no se entrega. Y su voz en el plantel se
escucha. Es influyente en la interna. No para ponerle piedras en el camino a
ningún técnico. Sí para hablar del juego. De los relieves del juego, más allá
de los sistemas. Con 34 años, él cree que tiene que seguir. Y lo importante es
que sin ser un consagrado, suele jugar bien. No es un dato menor. Aunque quizás
algunos subestimen esa realidad.
Fuente Diario Popular
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.