En Juan Lacaze, Rodríguez armó una fiesta campestre, juntó
plata para obras benéficas y hasta jugó con la del Rojo.
Cristian se prendió en un picado y se mostró muy feliz con
su gente.
Por Beto Tisinovich
Cristian Rodríguez llegó al Rojo a mediados de julio pasado.
Sin pretemporada y con poca actividad futbolística en los dos últimos años,
igual le alcanzó para mostrar su clase.
Las lesiones lo marginaron de partidos
clave que Independiente perdió o quedó eliminado. Por eso, su figura se hizo
más grande, como sucedió con Jesús Méndez. El Cebolla sabe más que nadie que
está en deuda, aunque la gente lo puso en el pedestal. "Me tengo que poner
pila el año que viene. Los hinchas me han ponderado, a pesar de que les
entregué muy poco", comentó en su entorno.
Y parece que va en serio la cosa. Porque mientras preparaba
la octava edición de la Fiesta del Gaucho en Juan Lacaze, a 44 kilómetros de
Colonia, se mentalizó y estuvo haciendo trabajos físicos para llegar más en
forma al 5 de enero. En esos tres días que duró el evento, a Cristian se lo vio
motivado y mucho más estilizado que cuando llegó a su pueblo. "Se lo nota
muy compenetrado con Independiente. Quiere ser alguien ahí. Si bien su
trayectoria habla por sí sola, sabe que el Rojo para los uruguayos es muy
importante. No por nada firmó por dos años. Fue a tratar de ganar torneos
importantes. Es un tipo que siempre se pone metas y casi siempre las ha
conseguido", afirman del otro lado de la orilla.
En la Fiesta del Gaucho demostró, además de su solidaridad,
su sentimiento con el CAI. Es que por primera vez hubo un partido de fútbol en
el medio de los eventos con caballos, sortijas, grupos musicales y otras yerbas
campestres. En ese picado en el humilde pero coqueto Miguel Camponar, los muchachos
que capitaneó el Cebolla Rodríguez, usaron la camiseta blanca de Independiente.
Todo un símbolo si se quiere, ya que jamás en las anteriores reuniones el zurdo
se puso la casaca del equipo que lo tenía contratado. Enfrentó a una Selección
de Lacaze, que había salido campeón departamental al vencer a Carmelo. Casi
3.000 simpatizantes estuvieron en el estadio ubicado pegadito a la Cañada
Blanco. Fue una hermosa tarde y en su equipo jugaron Claudio Flores (el arquero
que jugó en Lanús), Guillermo Rodríguez (ex central del Rojo) y el Torito
(compañero actual), entre otros. El 1-1 fue una anécdota, pero que sirvió para
que el pleito se definiera desde el punto penal. Y ahí el Cebolla pateó el
último, entre la gente que invadió la cancha. Zurdazo seco, como cuando la
metió de tiro libre contra Racing en el 2-1 de la final de la Liguilla
pre-Libertadores. Se ganó la ovación de esa jornada solidaria, que siempre lo
tiene presente. No por nada invitó a Franco Medero de Colonia Valdense, de 13
años, que hace seis años perdió una pierna, pero que le ganó a un cáncer de
hueso. Es que todo lo recaudado va a centros de rehabilitación con el fin de
apoyar a los que menos tienen y él, con un nombre pesado en el fútbol, trata de
aportar para causas nobles. Un gaucho en todos los sentidos.
Fuente Olé
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