Por Lucas Campos
Compromiso, actitud e intensidad. Esa es la Triple Alianza
con la cual Independiente le declaró la guerra al fraudulento destino ni bien
comenzó la era Holan. Siempre es bueno escribir sobre el Rojo y sobre todo
cuando el texto tiene aroma a Copa, que se juega de noche y que tiene al Rey De
América como protagonista.
La camiseta de Independiente tiene olor a Copa y sobre todo
si levantás la cabeza y vez como once muñecos de carne y hueso vestidos de
colorado salen caminando hacia la mitad de la cancha y le levantan las manos a
todo el público presente en una fase internacional. Acá está el Rey, firma
sobre el césped el gran capitán Tagliafico.
El match había comenzado a buen ritmo. Nada de estudiarse.
Alianza Lima se lanzó al ataque e Independiente arrancó agazapado como para
saltar a la yugular del equipo peruano. Los mates amargos eran impasables tanto
en mi garganta como en la de mi viejo, quien citando el cambio de banda entre
Rigoni y Barco, me señaló que el Rojo manejaba mejor la pelota.
Y sí, el viejo no es pelado al pedo, el cabello se le cayó
de levantar tantos títulos. Aunque él gritó el gol de Rigoni y yo le tuve que
advertir que el musculoso brasileño dueño del arbitraje había anulado el tanto.
Una pequeña cagada a pedo siguió en mi discurso, afirmando que los goles no se
gritan antes.
Sin embargo, el viejo tenía razón che. El cambio de banda
fue mejor que la combinación entre un amargo y bizcochito. Sumale a eso, que
Benítez homenajeó a su banca, el Bocha, y asistió a Gigliotti, quien vive para
los demás, menos para él, y luego Emiliano Rigoni la mandó de zurda al fondo de
la red. Ustedes no dimensionarán nunca, el susto que pasamos cuando el
brasileño señalaba que no. Que no ni no. Adentro y arriba los nuestros. El
musculoso bícep del juez señaló la mitad de la cancha, al fin.
Ahora sí, el mate,el bizcocho, la cena y hasta el resultado
resbalaba por un esófago que había sido forzado al límite. Todo era éxtasis.
Ponele, que Tagliafico nos hizo moquear un poco más cuando se arremangó los
cortos y a puro empuje y gambeta llegó a posición de gol. Y nunca se lo voy a
decir, pero en la retina de mi viejo, se reflejaron las noches de Doble
Visera, en las que al lado de mi abuelo,
fueron testigos de las apiladas de Enzo Trossero.
La segunda parte fueron 45 minutos de total desperdicio de
jugadas de gol. Independiente derrotó a Alianza Lima en Perú y el pecho se
infla cada vez más. Las palmas de los hinchas amanecen siempre más rojas y
Avellaneda sonríe como hace mucho no lo hacía. Entonces lo miro a mi viejo y
pienso en la canción de Las Pastillas Del Abuelo que cita: “Pasado el tiempo al
fin el espejo devuelve una imágen más familiar” Y sigue “Soy grande y qué
señor, no vaya a confundir la soberbia con la autoestima”
Vuelva al país Independiente, más Independiente que nunca.
Con su Triple Alianza impone miedo y respeto, que hace mucho había perdido.
Ahora vamos a la Bombonera. No los quiero confundir ni quiero inventar nada,
pero solamente sugiero, reflexiono y silbo en los pasillos de mi casa, que
Independiente enamora cuando es Independiente. Ahora, ustedes, duerman bien
hasta el domingo, si es que pueden.
Fuente De la Cuna al Infierno
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