Foto Diario Popular
Por Lucas Campos
Nada pasa porque si, por algo Albert Einstein en algún
momento declaró que la casualidad es la manera que tiene Dios para mantenerse
en el anonimato. Nada peor que un fuerte dolor de cabeza y una canción de Los
Piojos hayan anunciado que esta tarde, la
invisibilidad del señor juegue para los santos y perjudique al Diablo
aunque Satán también haya jugado en contra de su propia voluntad.
“Como Ali” sonaba en la radio que anticipaba un domingo
entre sol y nubes aunque mucho más gris que celeste, como indeciso para tomar
la decisión de llover o sumar calor y viento seco. Mientras tanto, entre la
canción, el clima, y el dolor de cabeza, Independiente salía al terreno de
juego ante una multitud que lo acompañó ilusionada por poder ganar ante San
Lorenzo para llegar de la mejor manera al clásico de Avellaneda.
Saqué mi libreta, destapé la lapicera y no tuve otra opción
que marcar el 1 a 0 del Ciclón a manos de Gonzalo Bergessio, que a los 30
segundos, y tras una gran jugada colectiva, ponía el primer gol partido. Pum,
ahí tenés. Para todos ustedes, que leer ni analizar al rival, una tremenda
trompada al mentón y al alma de todo el Rojo. El partido ya se había
transformado en el combate del siglo, aunque no hayan sido contemporáneos, ahí
en ese pedazo de pasto, estaban batallando Muhammad Ali y Nicolino Locche y
nuevamente Dios aparecía en escena, mezclando a Los Piojos, al clima, al boxeo
y al dolor de cabeza que tenía Gabriel Milito.
Vestido de azulgrana, Ali aprovechó el primer golpe que
tuvo, y lo tiró a la lona a Nicolino Locche, quien, caso contrario a esquivar
los puños, esquivó todas las chances de gol que creó en la primera parte y
aunque fue claro dominador del cuadrilátero, el jurado lo bochó porque no
acertó en ninguna ofensiva. Rigoni censuró las terminaciones de todos sus
desbordes, Benítez le erró al arco y Vera aún no le pidió perdón a la línea de
gol. La ineficacia no opacó el merecimiento del equipo local que se fue
aplaudido por su gente.
En la segunda parte del combate, a Ali se lo notaba muy cansado,
sabiendo que su compromiso era esperar y sacar otra vez su brazo derecho
extendido para terminar de noquear a Locche, quien vestido de Rojo, no hacía
más que gastar el tiempo. Entre esos minutos, Campaña voló y le tapó un penal a
Fernando Belluschi, pero más allá de la tapada del arquero uruguayo, Ali, esta
vez de la mano del volante mencionado con antelación, puso el 2 a 0 para el
Santo y así terminó de cerrar la velada.
Denis descontó para el Rojo, pero aún así no alcanzó. El
equipo se fue muy silbado y con la obligación de ganarle a Racing. El dolor de
cabeza no desapareció, sino que se mudó de testa. Voló hacia la de Milito, que
hoy, perdió un combate clave, que lo pudo haber motivado a llegar en perfectas
condiciones para ganar la pelea más importante de estas últimas semanas, el
clásico.
Yo me fui ya sin dolor de cabeza, sin embargo, en la esquina
de Alsina y Bochini, Alí, Locche, Los Piojos y Dios se estaban cagando de la
risa del Diablo, que llega demasiado diezmado en lo que puede significar, el
punto de partida o el punto final.
Fuente De la Cuna al Infierno
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