Gaby Milito recurrió a Rigoni, su arma goleadora, para
empatar un partido que perdía y merecía estar ganando contra Quilmes. Si bien
preservó siete titulares, el Rojo mantuvo la línea de juego.
Rigoni definió tras un desborde de Tagliafico. (Marcelo
Carroll)
Por: Fabian Rodriguez.
Habitualmente juego por derecha, pero cada vez que lo hago
por izquierda termino metiendo goles”. Rigoni se lo firmó de puño y letra a Olé
hace algunos días. Y vaya si lo amparaba la razón. El zurdazo providencial que
descerrajó, tras un centro de Tagliafico, y que impulsó hacia la red fue el
certificado de autenticidad para sus palabras. Al igual que ante Lanús (2-0) y
Belgrano (1-0) y, el Bala volvió a convertir desde ese sector del campo para
evitar una caída inmerecida y rescatar, al menos, un punto.
Más allá del resultado, Independiente superó con éxito una
prueba: demostró tener convicción para sostener la idea que alumbra Milito, aun
ante el cambio de intérpretes (preservó a siete titulares) y de esquema. Para
dosificar cargas contemplando que el miércoles habrá un partido crucial ante
Chapecoense, el Mariscal conformó un mix y decidió probar un nuevo esquema. El
4-3-3 mutó a un elástico 3-5-2, pero las intenciones permanecieron incólumes.
El Rojo siempre pensó en el arco contrario, se paró con la última línea
adelantada para alejar del área a los delanteros rivales y jugar en bloque y
buscó hacer ancho el campo para desequilibrar por ambas bandas, pero generó
pocas situaciones de gol en relación a sus altos márgenes de posesión. La
lesión de Denis, quien iba a ser titular, alteró los planes y el equipo sintió
la ausencia de un delantero de peso. Albertengo se puso el traje de nueve, pero
después de 353 días sin jugar le costó usarlo: se lo notó estático, sin
movilidad para desmarcarse ni fortaleza física para evitar que lo desacomoden
ante el roce.
Quilmes apostó a aguantar y al juego directo con las
corridas de Andrada. Nunca buscó el triunfo, pero casi se lo lleva sin querer
queriendo por un remate del Ruso García que se desvió en Martínez. Tiene razón
Milito. Independiente todavía juega mejor sin la pelota que con ella bajo la
suela. Los de Avellaneda ejercen presión alta coordinada para recuperar, pero
una vez que logran ese objetivo no disponen de un futbolista con capacidad de
interpretación para orientar las maniobras de ataque o poner un pase en
profundidad. Barco puede hacerlo eventualmente, aunque anoche jugó incómodo por
la marca personal de Escobar. El Rojo terminó dependiendo demasiado de las
apariciones individuales de Benítez, quien estrelló un remate en el palo.
Milito apeló a Rigoni, su bala de plata, para rescatar un
punto, pero por lo que mereció el equipo, fueron dos cartuchos perdidos.
Rigoni empató el partido para el Rojo
García abrió la cuenta del Cervecero
El Rojo va con todo a buscar el empate
Fuente Olé

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