"Va a volver", le dijo a LA NACION un ex compañero
que compartió con él tres Mundiales y que lo ve en Rusia 2018; sí, se tomará
una pausa y no jugará los partidos de septiembre ante Uruguay y Venezuela por
las eliminatorias
Por Cristian Grosso y Sebastián Fest
Caluroso lunes a la tarde en Nueva York y el avión a punto
de despegar para Buenos Aires. Sin saberlo, Antonella Roccuzzo da una clave de
lo que pasa por la cabeza de su pareja si el tema es su relación con la
Argentina. Es cuando una pasajera le dice que Lionel Messi debe seguir adelante
sin hacerle caso a esos que no lo apoyan, cuando le insiste en que no escuche a
los "pocos" que lo critican.
"Sí, son pocos, pero pesan", responde amable la
madre de Thiago y Mateo, la persona que mejor sabe qué pasa hoy por la cabeza
del personaje de la semana, ese al que todos, desde una lúcida maestra de Entre
Ríos hasta el presidente de la Nación, pasando por el animador más importante
de la televisión y millones de posteos en redes sociales, le hablaron. Todos
tienen algo que decirle, y muchos de ellos saben incluso qué debe hacer. Opinar
sobre Messi fue, como pocas veces, sinónimo de pertenecer, de ser. El
#NotevayasLio era lo cool, lo emotivo, lo que el momento demandaba. La
pertenencia, lo argentino.
Los opinadores y los hinchas -no son necesariamente lo
mismo- ya pueden estar tranquilos: Messi va a volver a la selección. La única
pregunta abierta es el cuándo, porque tras hablar con diversas fuertes de
máxima o gran cercanía al "10", LA NACION está en condiciones de
afirmar que no se trata de un adiós. Es sólo una pausa.
"Va a volver, y ya tiene Rusia 2018 como obsesión".
La frase es de un ex compañero de Messi que compartió con él tres Mundiales
-Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y Brasil 2014- y que habló con la estrella del
Barcelona después de la amarga final del domingo en East Rutherford.
La marea de apoyo no le fue indiferente a Messi. "Lo
conmovieron", certificó un integrante del cuerpo técnico de los
seleccionados juveniles de José Pekerman , un hombre que conoce a Messi desde
sus 18 años y que habló con él una vez superada la Copa América Centenario. Un
hombre que sabe que en torno a Messi sobrevolaron las posibilidades de
renunciar tras la Copa América 2011, la de 2015 y el Mundial 2014. Rumores,
nunca hubo nada concreto. La selección era demasiado importante para el
"10".
¿Cuándo vuelve?
Si es así, ¿por qué renunció esta vez Messi? ¿No era
consciente de lo que implicaba para el país? Pocas dudas caben de que ni Messi
ni nadie imaginaban la reacción masiva desatada a partir de ese anuncio que
sacudió los televisores a la 1:31 de la madrugada del lunes, cuando nadie
esperaba ya más ingredientes a una historia lo suficientemente dura de por sí.
El anuncio messiánico respondió a un cóctel de bronca y frustración. Se sintió
culpable exclusivo de otra derrota. Autor intelectual de otra caída. Fallar el
penal lo nubló, lo corrió del eje. No se lo perdonó y eligió castigarse en
público. "¿Soy el problema? Lo desactivo: me voy", es la forma en que
un integrante del actual plantel, muy cercano a Messi, sintetizó lo que pensó
el capitán del seleccionado en las catacumbas del estadio a las puertas de
Mahattan. Otros integrantes de su círculo íntimo en el equipo saben ya que
volverá, al igual que el cuerpo técnico. Eso sí: no lo esperen el 1 de
septiembre ante Uruguay en Mendoza por las eliminatorias, tampoco el 6 de ese
mes en la visita a Venezuela.
Hay fechas en octubre, con visita a Perú y localía ante
Paraguay, y un interesante desafío en el viaje a Brasil en noviembre y la
visita de Colombia a la Argentina.
Falta mucho, Messi está de vacaciones con su familia en las
Bahamas y no tiene sentido reclamar precisiones en las fechas. Sólo es cuestión
de esperar, pero conociendo el final de la pelicula: volverá.
"En el vestuario nadie sabía que iba a renunciar"
"No tengo dudas de que va a jugar el Mundial. Le tengo
mucha fe. Hay que dejarlo tranquilo. Confío en su silencio. El ama la
selección. Da todo por su país". La frase es en on y se conoció esta
semana, es de Marcelo D'Andrea, Dady, kinesiólogo, amigo y guardaespaldas de
Messi. Fue de hecho Dady el que más cerca estuvo en los instantes
inmediatamente posteriores a que fallara el penal. "Cuando lo fui a buscar
en la cancha no había consuelo, la cara que tenía me desgarraba", recordó
en el programa Al Ataque, de FM Pop, del cual es columnista.
"Fue el golpe más duro que recibió Messi con la
selección. No tengo dudas", insistió. "La mirada que tuvieron los
padres de Leo y Messi fue de dolor. Fue una mirada distinta a todas las que vi
en mi vida. A mí me mató. Le dije: 'Vamos, ya está'. Me miró y se fue. Esas
cosas te las llevás de por vida. Ojalá que esté tranquilo. Ver esa cara de mamá
y papá a Leo a mí me rompió el alma", sostuvo.
Que lo sucedido fue un disparador para que Messi saliera con
la declaración más drástica que haya dado en su vida es ya innegable. Basta con
escuchar a D'Andrea: "Nadie sabía nada de la renuncia de Messi. No dijo
nada en el vestuario. Nos enteramos por la entrevista".
Hasta que el regreso se concrete, Messi y los argentinos
podrán quizás revisar todo lo que se dijo en los últimos días. Una de las voces
más potentes y reiteradas fue la de Diego Maradona , que tras la renuncia hizo
su personal inmersión en la mente messiánica: "Me voy de vacaciones, no me
hinchen más las pelotas, y cuando me llamen lo voy a pensar".
Eso es lo que Maradona cree que piensa Messi. Pero eso no es
lo único que dice el hombre que le dijo a Pelé que el actual capitán de la
selección "no tiene personalidad de líder" y que antes de la final le
comentó jocosamente a Víctor Hugo Morales que sin trofeo era mejor que la
selección no regresara al país.
Maradona, como gran parte de los argentinos, analiza a la
selección actual con la vara del '86 y aledaños. "El Napoli, desde que me
fui yo, no pudo ganar nada. Y nosotros estamos trabados, trabados en las
finales", recordó. "Hay que pasar este vendaval de derrotas. Algo
habremos hecho mal", añadió el hombre al que resulta vano pedirle
coherencia discursiva: sería una maldad incluso mayor que pretender que Messi
no falle nunca un penal. Muchos argentinos, en cambio, siguen siendo coherentes
en su maradonismo a ultranza.
"Leo, hacete una de Maradona en las tres finales.
¡Hacete una de Maradona, no te pido una de Messi!", clamó por radio
Alejandro Fantino. En ese pedido se reconoce la argentinidad que tiene grabado
a fuego lo maradoniano como estandarte y posibilidad única a la hora de vestir
la albiceleste.
Los próximos partidos de la selección son ante Uruguay y
Venezuela por eliminatorias en septiembre. Allí, se tomará una pausa. Las
siguientes fechas podrán marcar su vuelta.
Sobre el tema ironizó Pablo Marchetti, ex director de la
revista Barcelona, al decir que "Messi no es argentino (...) y eso es
saludable". Y profundizó Ernesto Seman en Anfibia: "La selección
pierde y Messi queda sepultado bajo el clamor 'Messi Puto'. Pero si un día
Messi anuncia que tiene novio y al día siguiente gambetea a seis y lleva una
copa del mundo a Buenos Aires, va a ver millones en Ezeiza esperándolo con la
bandera del arco iris".
Messi es un caso único, no existe figura de su calibre en la
historia del deporte que haya sido tan relativizada, subestimada, despreciada y
hasta maltratada como él en la Argentina. A mediados de la década pasada los
máximos responsables del Barcelona no podían creer el desafecto argentino y,
más tarde, la errática dirección de Maradona como técnico: "Por el amor de
dios, ¿alguien puede hablar con él?".
Eran los años en que Messi volvía destruido de la Argentina
en las 12 horas de vuelo trasatlántico. Ese Messi que de adolescente le dijo
"no" a Amador Bernabeu, el abuelo de Gerard Piqué, cuando éste le
ofreció jugar con la camiseta de España, ese Messi que antes de cumplir los 20
se encontró con un freno a su argentinidad por parte de Josep Guardiola: no
podía seguir con las eternas madrugadas para ver los partidos del campeonato
argentino -España estaba en aquellos años entre cuatro y cinco horas por
delante de la Argentina-, debía dejar ese combo tan propio de la milanesa
napolitana, la Coca-Cola y el helado.
Y bien que hizo Guardiola, pero lo importante es lo que
aquello reflejaba: Messi, a la distancia, siempre ansió la Argentina. Siempre.
Pero lo que quizás no sabía es que la argentinidad es muy exigente: debe
funcionar con cánones estético-expresivos muy específicos, casi siempre con
sustrato maradoniano. Y Messi no es eso, es otra cosa.
Lo que no quiere decir que le pese ser figura, que lo
aplaste que se lo vea como el que debe definir los partidos. Nada de eso: le
encanta, es lo que hizo toda la vida, salvar a sus equipos con actuaciones de
otro planeta. No haberlo logrado ante Chile fue para él un puñal en el alma,
como bien interpretó Jorge Burruchaga.
"Es propio de nuestra cultura. Tenemos grandísimos
ejemplos de representantes. Tenemos un Papa argentino. Tenemos los dos mejores
jugadores de los últimos 50 años. Puedo entender la reacción de calentura y su
deseo de lograr algo con la selección y que se le escapa. Pero no comparto.
Cuando uno reacciona en caliente nunca es bueno. Lo que el tiene que hacer es
descansar y no escuchar a nadie. Tiene que reflexionar, tranquilizarse y estar
con su familia. Lo está sufriendo como mejor jugador de futbol que es. No tengo
dudas de que él va a reflexionar. El no necesita que el país le pida que siga.
Estoy convencido que fue un acto de calentura. Tiene 29 años. Dos Mundiales por
jugar. Como mejor jugador del mundo y corriendo detrás de este objetivo no
tengo dudas de que lo va a lograr. Tiene que seguir jugando con la
selección".
Messi coincide: volverá. Lo dicen todos aquellos que en
diversas funciones lo tratan desde hace años en la selección: "No puede
vivir sin ella... Cuando la vea jugar un par de veces por TV se va a
desesperar... Y a la próxima, se viene".
Fuente Cancha Llena
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