El festejo tradicional del punta de 31 años, que lleva tres
goles en este campeonato.
Por Fabian Rodriguez.
Cuando Sebastián Penco pisa la cancha, arranca el motor
goleador del Diablo: es el delantero de mejor efectividad en relación a los
minutos jugados y sus tantos.
¡ Ni siquiera estuvo en el banco de suplentes ! Sebastián Penco
arrancó el año viendo desde la platea como Independiente le ganaba 2-1 a Brown
de Adrogué, en la cancha de Temperley, por la B Nacional.
Sin embargo, Motoneta
nunca apagó el motor. Siempre mantuvo la esperanza encendida, a la espera de
una oportunidad para hacer rugir la máquina. Su premio llegó, más tarde que
temprano, para transformarse en el autor de los goles importantes, el hombre
que apareció en los instantes calientes y determinantes. Por eso, no extraña
que hasta aquí sea el atacante del club con mejor promedio de gol.
Durante la campaña en la BN peleó con Cristian Menéndez por
ser el tercer 9 en la consideración, detrás de Facundo Parra y Adrián
Fernández. De Felippe le concedió acción en pequeñas dosis, hasta que una
lesión del ex Chacarita frente a Aldosivi, en Mar del Plata, produjo su
inclusión entre los suplentes contra Atlético Tucumán, en Avellaneda. Aquella
noche fatídica, con caída por 3-1, Sebastián ingresó en los 45’ finales y tuvo
su bautismo goleador. Tres fechas después, convirtió el segundo tanto en el
vibrante 3-3 ante Banfield, en el Florencio Solá. Luego, reapareció Parra y la
Motoneta estuvo estacionada en el garage. Sólo pisó el césped en tres encuentros
(Almirante, Crucero y Sportivo Belgrano) de nueve.
En Caballito se produjo el quiebre. Ferro vencía a
Independiente y complicaba el ascenso directo cuando restaban cinco fechas. El
Rojo merecía la derrota... y en la última bola, en el minuto 46, Penco logró un
empate con sabor a triunfo personal. Aquella noche, Sebastián se ganó la
aceptación de los hinchas. También se quedó con la titularidad hasta el final
del campeonato. Esa confianza que le brindó De Felippe la retribuyó con el gol
de la victoria (2-1) frente a Douglas Haig, en Pergamino, y con otro rugido
intenso para superar (2-1) a Instituto, en Córdoba.
Los cinco goles le aseguraron la continuidad en Primera.
Nuevamente, tuvo que lidiar con las llegadas de Claudio Riaño y Juan Martín
Lucero. Almirón recién le dio la titularidad frente a Olimpo, en Bahía Blanca,
tras dos caídas sucesivas del Rojo. Y Penco estampó el empate parcial, que
luego se convirtió en victoria con el tanto de Mancuello. Una situación
idéntica se repitió en el clásico con Racing: metió el 1-1 y luego Federico
hizo el 2-1. Ese combustible se agotó con el correr de las fechas. El fuego de
Motoneta renació frente a Defensa y Justicia, para otra vez convertirse en
héroe.
Como acostumbra.
Fuente Olé
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