Por Claudio Mauri|.
Caicedo maniobra entre Benítez y Braña; el colombiano
cayó varias veces en offside y no estuvo cerca del gol. Foto: Emiliano
Lasalvia.
Aunque no saliera de los puestos de descenso,
Independiente venía dando señales en las últimas fechas de que podía valerse
por sí mismo para resolver la mayor crisis deportiva de su historia.
Con mucho
sacrificio y sin sobrarle nada, pero sí con la convicción del que le pone el
pecho a la adversidad.
Esa dinámica positiva tuvo ayer un freno, porque el
empate contra Estudiantes le recorta autonomía para decidir sobre su destino y
lo pone en manos ajenas, en la incertidumbre de depender de los demás de manera
más acentuada.
Este 0-0, que de visitante (en Lanús y en Córdoba, ante
dos rivales de riesgo) le servía para mantenerse en una línea de flotación, de
local y contra Estudiantes es insuficiente.
Casi que definitivamente perdió de
vista a Quilmes y le prende velas a River y a Tigre para que les saquen puntos
a Argentinos y San Martín (San Juan), respectivamente.
Cualquiera sea la
ecuación de resultados combinados tras este fin de semana, la sensación
predominante es que Independiente ayer dejó pasar una oportunidad en un torneo
que ya ofrece poco margen temporal para la reivindicación.
En el estadio se
vivió la situación con ansiedad y cierta tensión, pero sin el tremendismo ni
los brotes de furia de otras jornadas sin victorias de local.
Como si el
espíritu pacificador y optimista de Brindisi hubiera cambiado el clima.
Y eso que al director técnico podría caberle algún
reproche, porque el calendario apura y él desaprovechó un tiempo con un esquema
y unos intérpretes que muy lejos estuvieron de comprometer al ordenado y
compacto Estudiantes.
Los riesgos que tomó Brindisi no fueron precisamente
ofensivos. Llamó la atención que Adrián Fernández, goleador del equipo con 4
tantos y una de las apariciones que más entusiasmo despertó, haya ido al banco
para que Montenegro acompañara a Caicedo en el ataque.
Del Rolfi se espera que
sea influyente sin que todavía se le haya encontrado el lugar. Recostado sobre
un costado se diluye, de enganche no termina de convertirse en conductor y alma
de delantero no tiene. Conclusión, su aporte se reduce fundamentalmente a su
remate de media distancia: Rulli demostró que es un proyecto de muy buen
arquero al atajarle un tiro libre, el travesaño se interpuso en un disparo
desde 30 metros y otros dos se fueron desviados.
Otras decisiones sorpresivas de Brindisi: el lateral
Vallés (ni al banco fue) le daba la proyección que no tiene Velázquez; rescató
a Monserrat, que no disimuló su falta de fútbol por no haber jugado ni un
minuto en el torneo; otro juvenil, Trejo (no desentonó), sólo había disputado
16 minutos en todo el certamen. Otro pibe que sólo acumulaba un cuarto de hora
en primera en este semestre es Eloy Rodríguez, que hasta hace poco era suplente
en la reserva y ayer ingresó en los 20 minutos finales para intentar conseguir
el gol de la victoria.
No deja de ser paradójico que Independiente tenga este
carácter de formación experimental en circunstancias tan apremiantes, cuando en
los últimos mercados de pases gastó más dinero del que podía para contratar,
por ejemplo, a Farías y Leguizamón, a quienes se les perdió el rastro.
Estudiantes no le facilitó nada a Independiente. El
Pincha jugó muy convencido de extender esta recuperación que toma forma con
Pellegrino. Es un equipo sólido (no recibió goles en los últimos seis partidos
y a Rulli sólo le convirtieron dos en nueve cotejos), ocupa bien los espacios y
tiene algunos caciques bien curtidos (Desábato, Braña, Leandro Benítez) para
respaldar a los jóvenes que van apareciendo. Le faltó peso ofensivo, socios
para Zapata, un tanque difícil de controlar para cualquier defensor. La
situación de gol más clara fue con un cabezazo de Gelabert (empezó bien, luego
se cansó) que salió por encima del travesaño. Estudiantes se paró para salir de
contraataque, pero inquietó poco y nada a Rodríguez.
Independiente esta vez no contó tanto con el empuje de
Godoy (muchas veces anticipado en el medio) ni Vargas.
Tuvo más presencia
ofensiva en el segundo tiempo con el ingreso del paraguayo Fernández, pero casi
todo se redujo a intentos individuales, sin acompañamiento, o a una búsqueda
aérea que contrarrestaron entre Desábato, Zapata y Ré.
Independiente había
regalado un tiempo y en el segundo no encontró los caminos.
Con tan poco, no le
queda otra que encomendarse a que otros partidos le traigan buenas noticias.
Fuente La Nación
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