Tras la
caída en el clásico de Avellaneda, el empate 3-3 ante Boca sirve como respiro
para un equipo golpeado; los Rojos llegaron a los 11 partidos sin triunfos y el
presidente Javier Cantero no aseguró la continuidad del proceso.
Por Diego
Morini
Cristian
Díaz podría irse en las próximas horas - FotoBAIRES
Independiente
hizo equilibrio.
Para ser honestos, el que caminó por una cuerda delgada, con
una vara larga y angosta, con voces de asombro y sin red, fue Cristian Díaz.
El
final del acto, entre señales positivas y fallas garrafales en la defensa, lo
encontró en la otra punta del recorrido, siempre a la espera de lo que podrá
ocurrirle en el verdadero objetivo, el torneo Inicial, con ese promedio que lo
mantiene insomne en la lucha por la permanencia.
El 3-3 ante Boca los dejó bien
perfilados para el desquite en la Copa Sudamericana, pero los Rojos se desviven
por los puntos en el campeonato local.
Ante Arsenal, pasado mañana, en el
Libertadores de América, sí que habrá que jugarse esa ropa color sangre.
No todo fue
angustia. No todo quedó en risas. De a ratos, costó definirlo:
¿Positivo o
negativo?
Independiente fluctuó. Empezó mal, se enderezó, tuvo el partido a
tiro, volvió a complicarse -a esas alturas ya con un jugador más por la
expulsión de Schiavi- y, al final, con el empate de Farías volvió a
reposicionarse hacia el respiro.
Nada quedó en su sitio después del tembladeral
ante Racing, que se impuso por 2-0, el domingo pasado. A partir de entonces,
todas serán mediciones parciales en el recorrido doméstico. El resto, el campo
internacional, agregará sutiles retoques en el humor y en el ánimo. Lo sabe
Díaz y, entre líneas, lo deslizó el presidente Javier Cantero.
Habrá que
mejorar, es cierto. Pero también es verdad que Independiente se reencontró con
el gol -hizo los primeros en la temporada- y que se sobrepuso a las situaciones
adversas en el partido.
Los
jugadores, pese a los altibajos, se enrolaron en la causa. "Fue muy
importante para el grupo. No veníamos bien y tenemos que aprovechar este
resultado para ver si agarramos el rumbo -relató Farías-. Sólo depende de
nosotros. Buscamos regularidad. Necesitamos los puntos contra Arsenal. La gente
tiene que confiar como hasta ahora porque vamos a dejar todo por la camiseta.
El grupo va a ir al frente en cada partido y lo demostramos hoy [por
anoche]".
Otro que
subrayó el temperamento fue Paulo Rosales. "Lo mejor que tuvimos fue la
actitud. Había que levantar la derrota del otro día como fuera y nos plantamos
en una cancha difícil. Creemos en nosotros porque somos un buen equipo. Ahora
tenemos otra oportunidad contra Arsenal", comentó.
Díaz quedó
condicionado en apenas tres fechas del torneo Inicial y en una de la Copa
Sudamericana.
El DT fue presa de la delicada situación de los Rojos en los
promedios del descenso por algo que, en parte, puede sonarle ajeno por el
arrastre de temporadas pasadas, pero también por culpa propia: hace diez fechas
que no gana en el torneo local.
Demasiado para las urgencias del momento y
mucho más con los recientes ejemplos de River, que descendió a la B Nacional, y
de San Lorenzo, que se salvó en una angustiante Promoción con Instituto.
La gente
perdió gran parte de la paciencia con Díaz.
Incluso, anoche, pese a la imagen
del final, por varias redes sociales se cuestionaron sus cambios.
Sobre todo la
salida del juvenil Patricio Vidal, de buen partido, reemplazado por Luciano Leguizamón.
El entrenador se retiró en silencio de la Bombonera. Pasó por detrás de algunos
jugadores que declaraban en la puerta del vestuario y se subió al ómnibus.
Apenas pronunció algunas palabras antes del partido. "No me pongo plazos
[...] Deseo que mi vida en Independiente sea eterna, pero sé que el fútbol
argentino es muy complicado", dijo Díaz, aún sin saber las rabietas y las
emociones que le depararía la noche en la Boca.
Es cierto:
nadie puso plazos concretos, pero todos son conscientes y sienten la quemazón
en las plantas de los pies.
Tanto que, ante el mínimo paso en falso de Díaz en
el Inicial, algunos sueñan con el regreso de Américo Gallego, con el que,
llamativamente, Cantero acordó un plan de pago por la deuda del paso anterior
del Tolo.
Otros piensan en eventuales contactos con Edgardo Bauza, aún al
frente de Liga Deportiva Universitaria, de Ecuador, o con Jorge Fossati, a
cargo de Cerro Porteño, de Paraguay. Están también aquellos más aventureros que
preguntan por Marcelo Gallardo, desvinculado de Nacional, de Uruguay.
Aunque hoy
no es tiempo de versiones ni de comentarios.
Cristian Díaz aún tiene tiempo
para sacarles brillo a los puntos positivos de otra noche emotiva en la
Bombonera y, por supuesto, de limitar los propios defectos que parecen
conspirar contra la marcha de los Rojos.
Su
confirmación fue en la Bombonera. El pasado 11 de marzo, Independiente le ganó
a Boca 5-4 y le cortó la racha invicta en el fútbol local a los xeneizes.
Ese
día, Cristian Díaz dejó de ser el DT interino de los Rojos.
Once partidos
sin triunfos. Hasta el partido ante Boca por la Copa Sudamericana,
Independiente llevaba 10 partidos sin ganar, con cinco empates y cinco
derrotas.
Con el empate 3-3, la mala racha no se corta.
Dos de nueve. En
el torneo Inicial, Independiente está en zona de descenso directo y suma 2
unidades sobre 9 posibles. Una proyección rápida permite asegurar que los Rojos
deben sumar al menos 60 unidades para evitar el descenso a la B Nacional por
primera vez en su historia.
Fuente La Nación
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