Por Eduardo Verona
Ariel Holan arribó a Independiente hace un par de meses
promoviendo la búsqueda de un fútbol muy ofensivo. Habló de sistemas. Y planteó
que hace foco en el sistema y no en la alineación del equipo. Quizás hasta sin
pretenderlo metió la cuña en un aspecto esencial del fútbol. La influencia de
la táctica y el peso decisivo de los jugadores.
Hay frases reveladoras. Las recoge desde la memoria la
historia de la humanidad. Y por supuesto también la historia del fútbol. Carlos
Bilardo alguna vez dijo: “Salir segundo no sirve. No se acuerda nadie del
segundo. Ganar no es lo más importante; es lo único”. El Flaco Menotti alguna
vez dijo: “Hay triunfos que no pueden enorgullecer a nadie. Y hay derrotas que
merecen reivindicarse”.
En los últimos días, el entrenador de Independiente, Ariel
Holan en Fox Sports, declaró: “Siempre hago foco en el sistema de juego y no en
la alineación. Un sistema de juego en defensa y otro en ataque con sus
características y su impronta propia. Después si lo llevo a la práctica con 3,
5 o 4 no importa. Hoy las alineaciones son flexibles, incluso dentro de un
mismo partido”. Frente a esta definición, podría repetirse aquello de que a
confesión de partes relevo de pruebas.
Un técnico que pone por delante el sistema (aunque su
sistema sea ofensivo como el que quiere aplicar Holan) y subordina a los
jugadores a funciones y movimientos preestablecidos es un técnico atrapado por
un laberinto táctico. Que Holan afirme desde los lugares comunes que “no hay
mejor defensa que un buen ataque” y que busca “el equilibrio del equipo a
partir del ataque”, no significa que esté a salvo de cualquier consideración
critica.
Proclamarse admirador del fútbol ofensivo no alcanza para
irrumpir y conquistar los grandes escenarios. Acá no se trata de expresar
voluntarismos. Todos podemos ser muy voluntaristas en determinadas áreas
(futbolísticas, políticas, sociales, económicas, religiosas, artísticas), pero
lo fundamental es desarrollar y plasmar esas aspiraciones. Y desarrollarlas en
el campo de acción. En el fútbol, es en la cancha.
Holan llegó a Independiente precedido por algunas buenas
señales que dejó dirigiendo a Defensa y Justicia, aunque termino desvinculado
del club porque en la última etapa lo habían acompañado malos resultados. Sin
embargo su imagen quedó fortalecida en virtud de lo que proponía para
interpretar las necesidades del fútbol. No intenta ser peyorativo ni irónico
sostener que Holan gozó de buena prensa. No es un cargo. Es una realidad
inobjetable.
Su arribo a Independiente reemplazando el fracaso rotundo
que experimento Gabriel Milito, por supuesto lo acercó a otro nivel de vidriera
y de protagonismo que antes no tenía. Está Holan donde siempre dijo que quería
estar, considerando su pasión declarada por el Rojo. Ahora tiene que armar algo
a partir de su idea. Tiene que armar juego, en definitiva. Para eso pidió a
Walter Erviti. Para que arme juego. Para que organice el juego.
¿Cómo se mide la influencia del sistema (lo que Holan
prioriza según sus propias palabras) en el juego colectivo? Por empezar, no hay
equipo que se pare en una cancha sin ningún sistema. Ni hace 90 años ni ahora.
Ni en un partido de barrio ni en un 5 contra 5 en la playa. Todos tienen un
sistema. La pregunta es simple: ¿qué le piden al sistema? Porque los sistemas
no resuelven lo esencial del fútbol. Las tácticas nunca han develado los
misterios y las complejidades del fútbol.
Aquella maravillosa Holanda de 1974 liderada por Johan
Cruyff (y conducida por el entrenador Rinus Michels) no revolucionó el fútbol
mundial por su táctica o por su sistema. Lo revolucionó por la calidad y el
compromiso notable de sus jugadores puestos al servicio de un proyecto y una
idea arrolladora. Si la clave de ese fenómeno hubiera sido el sistema, ¿por qué
el fútbol de Holanda no lo reprodujeron en la misma dimensión otros equipos y
otras selecciones? Muy simple: porque no contaban con esos jugadores.
Para Holan el sistema parece estar en primer plano. Por eso
él confirma que hace foco en el sistema y no en la formación del equipo. Su
mirada privilegia el sistema. En esta concepción teórica y dogmática, los
jugadores no son lo más importante. Son las piezas provisorias más o menos
valiosas de un sistema. Y allí radica la gran debilidad filosófica. Aunque para
el pensamiento de Holan sea la gran fortaleza.
El interrogante se formula con una pregunta de manual: ¿pesa
más el sistema o pesan más los jugadores? Como sostenía ese extraordinario
periodista que fue Dante Panzeri (nació el 5 de noviembre de 1921 y murió el 14
abril de 1978), los periodistas tienen que hacerse preguntas para responderlas.
No para trasladarlas. Y la respuesta es que los jugadores trascienden a todos
los sistemas. Porque los sistemas siempre son secundarios.
Fuente Diario Popular
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