jueves, 6 de junio de 2013

Una hazaña más





Por Ivan Santarsiero

Momento traumático. Panorama trágico, doloroso el que nos toca transitar. El que sentimos cada mañana al despertarnos, cuando nos damos cuenta que dedicamos nuestro primer pensamiento del día a sentir este momento. Se nos mete en la carne como una enfermedad maldita.

La cancha es un infierno energético, una marea de espíritus que miran atónitos. A veces sin saber qué hacer, o cómo reaccionar. Ese sentir es un denominador común en todos nosotros. Ese escalofrío nos recorre a todos. Es el mismo. Por eso, el que lo siente lo sabe.

¿Habrán sentido lo mismo los muchachos que jugaron la final con Talleres en el 78?

Recuerdo las declaraciones del Bocha: “Yo supe que el general Luciano Benjamín Menéndez, que entonces era el gobernador de Córdoba, estaba muy interesado en que Talleres saliera campeón. Y ese partido fue muy raro, muy raro“.

Y sí. Si conocemos un poquito de historia argentina, sabes que en aquel momento los partidos no se ganaban en la cancha. Sabes que los milicos dirimían para donde iba la copa. Eso hicieron con el mundial, y lo mismo intentaron en Córdoba, con el represor Menéndez como figura que obtendría el rédito político del triunfo “tallarín”.

Pero algo pasó.  Algo que logró superar toda la estructura mafiosa real de ese momento. Con un partido desvirtuado por un arbitraje vergonzoso, Independiente se vio acorralado y con 8 hombres contra 11 rivales.

El “Pato” miró al cielo, respiró y dijo: “Vayan, sean hombres. Jueguen y ganen“.

Y ellos fueron. Lo demás lo saben, la hazaña más grande de la historia de nuestro fútbol.

Este deporte que amamos, que hoy nos hace sentir esto que nunca sentimos. Este malestar que parece eterno, que parece un tatuaje que quedará por siempre en nuestro cuero, tiene una variable para destacar.

Lo que circula en el espectro mediático, en general, es el análisis racional del tramo final del torneo. La “lógica” matemática. Los números. Los rivales. Los cruces, etc. Pero esto es fútbol, la “dinámica de lo impensado”.

Era difícil predecir que Argentinos le gane a River, o que All Boys le haya ganado a Newell’s.

Es prácticamente imposible determinar resultados en este fútbol argentino tan irregular como parejo: cualquiera le gana a cualquiera.

Lo que sí podemos utilizar para dar otra vuelta de rosca, es la historia. Cada club tiene su historia. Con lo bueno y con lo malo. Y nosotros tenemos la nuestra, repleta de hazañas. De momentos traumáticos como este, como aquel entretiempo contra Talleres, que devinieron en triunfos históricos.

Creo en este Independiente. Creo en la mirada de Miguel, en su impronta. Creo en lo impredecible y maravilloso de este deporte que supera cualquier tipo de suposición. Creo en que le vamos a ganar a River. Creo que hay un deseo de todos los hinchas del país para que nos quedemos. Son los mismos que desearon la hazaña contra Talleres. Somos los mismos que hoy deseamos. Creo en que nos quedemos, pero mi razón dice que merecemos el descenso. Ahora bien, es ley básica de este deporte: el fútbol no entiende de merecimientos…

A levantar la mirada pueblo Rojo, somos gigantes.



Fuente Infierno Rojo

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