Nota publicada en la edición de marzo 2011 de El Gráfico
Por Redacción El Gráfico
Por Diego Borinsky / Foto: Hernan Pepe
Debutó en Vélez en 1996, ganó el Clausura 98 con Bielsa.
Jugó en Racing, Independiente, Colombia, Los Angeles Galaxy, entre otros.
Actualmente en All Boys. El yerno de Carlos Bianchi se confiesa en El Gráfico
COMO CENTRAL, IMPOSIBLE EQUIVOCARSE. En las Inferiores, yo
era lateral izquierdo pero después Falcioni me cambió a segundo central. Hoy me
siento muy cómodo en esta posición, me gusta más. Como central tenés todo el
campo de juego de frente, y está bueno, pero si te equivocás es mano a mano del
delantero con el arquero.
NO ES DECADENCIA SINO NECESIDAD. No habla mal del fútbol
argentino que haya tantos jugadores mayores de 30. Hay demasiada presión y se
necesita de ellos para que los chicos puedan crecer y tratar de jugar un
poquito más sueltos, porque una cosa era Buonanotte con Ortega y otra cosa fue
Buonanotte solo, Ortega le sacaba presión.
LA INTENSIDAD DE BIELSA PUEDE CANSAR. Todos los técnicos
dejan cosas buenas y malas. A Bielsa lo tuve apenas empezaba y aprendí mucho.
Es un entrenador exigente, que lleva al jugador al límite. Trabaja en forma
intensa, y eso en muchos casos puede llegar a cansarte mentalmente.
DE REBOTE (I). Mi hermano no terminó bien en Vélez y la
ligué yo también. Fede una vez no se quiso concentrar, se perdió, y no lo
dejaron jugar más. Después lo vendieron en un millón de dólares, o sea que tan
mal no le fue al club. En ese momento yo estaba en Vélez, y al otro partido
salí a la cancha y todos me puteaban a mí. El hincha es así, y uno debe contar
hasta diez. Siempre le estaré agradecido a Vélez porque me formó como persona
desde los 9 años, pero es muy feo que te chiflen en tu propia casa.
EL HINCHISMO SE PIERDE. De pibe era de River pero cuando
empecé a ser titular en Vélez, ya está, no vas a querer que otro equipo le gane
al equipo para el que estás jugando. Aparte, recuerdo una Libertadores en
cuartos de final contra River, en el 99 creo que fue, y la verdad es que los
quería mandar a todos a la mierda. Hoy me es indiferente si le va bien o mal a
River.
A GULLIT LO VEIA POR TV. Y de repente me enteré de que
dirigía a Los Angeles Galaxy, que necesitaba un defensor central, que le habían
pasado mi nombre y que mandó a un veedor a seguirme, cuando estaba en Huracán.
Al final me contrataron, pero el fútbol es tan especial que al mes Gullit se
volvió a Inglaterra, renunció el manager Alexis Lalas, llegó Bruce Arena, un técnico
muy reconocido en Estados Unidos, y no me dio ni la chance. Me tuve que volver.
CLASICO INSOLITO. Del fútbol de allá me gustó la forma de
entrenamiento. Ellos tratan de copiar al máximo el modelo inglés. Lo que no me
bancaba era la frialdad de la gente. En mi primer clásico, contra Chivas, mi
mujer se levantó durante el primer tiempo porque estaba embarazada y debía ir
al baño, y debajo de la tribuna había una cola de 50 metros para sacar plata de
un cajero. ¡En el medio de un clásico! O sea... todo muy loco, muy raro.
BECKHAM ES HUMILDE. Lo que genera como producto de marketing
es increíble. La cancha donde íbamos, se llenaba. En Nueva York había 80 mil
personas. Me sorprendió el profesionalismo del tipo. Y su humildad: se reía con
todos y a mí me hablaba en español, aunque no tenía ninguna necesidad, porque
si quería hacerse el cortado, me decía “No te entiendo” y ya, pero siempre me
habló en español y bien. Eso sí: entraba a la cancha perfumado. Recontraperfumado.
EL CLIC. El fútbol colombiano fue mi primera experiencia
fuera del país. Tener que desenvolverse solo, entrar a un vestuario y no
conocer a nadie, con otra cultura, te hace crecer. Saber que te llaman de otro
país por lo que hiciste, te pone la autoestima en alza. Y te obliga a rendir,
porque sentís que de algún modo te dicen: “Sos el extranjero, el que viniste a
ocupar el lugar de uno de acá, así que rendí sí o sí ”. A partir de ahí agarré
mucha más confianza de la que tenía. Fue un quiebre en mi carrera, como decir:
“Acá estoy yo, me tengo que hacer valer”. Hoy siento un reconocimiento, más que
nada entre los jugadores, que es lo que más valoro. Me siento respetado y bien
visto. Y eso lo conseguí a partir de mi paso por el fútbol colombiano y de sentirme
contenido fuera de la cancha. Con mi mujer lo pasábamos bárbaro ahí.
COSAS QUE TE HACEN PENSAR. Pasaron dos años del campeonato
perdido con Huracán y aunque ya lo digerí sigo pensando que son las cosas malas
que tiene el fútbol, que a veces mejor ni saber. Pero esto pasa y no solo en
Argentina, aunque cuando pasa en otros lugares a veces castigan a los
responsables; llegan comentarios que pasó esto y lo otro. Y aunque cualquiera
de los dos hubiera sido un campeón legítimo, resulta que el juez de línea que
me anuló el gol, terminó yendo al Mundial. Esas cosas te dejan pensando.
LIBERTAD CONDICIONADA. Quedar con el pase en tu poder tiene
cosas buenas y malas. Más que nunca depende de lo que hacés en una cancha. Si
te va muy bien en un torneo, podés manejar vos la mejor oferta sin importar si
tu club te quiere vender o no. Lo negativo es lo que me pasó cuando me dejó
Vélez en libertad: estuve cuatro meses mirando el techo. Esa fue la parte dura:
te replanteás hasta si querés seguir jugando. Si me dan a elegir, prefiero
pertenecer a un club. La estabilidad es lo mejor.
NO DESENFOCARSE. Vino Ortega y pueden pensar que nos
confundiremos pensando en ser campeones. Tenemos claro que no. Lo hablamos en
el grupo. Si fuimos sorpresa en el torneo pasado, sabemos que sostener lo hecho
va a costar el triple. Desde hace diez años, All Boys viene haciendo un gran
trabajo y tratamos de seguir por el buen camino. Hay que tener los pies sobre
la tierra.
MAS VALE DT CONOCIDO. Falcioni me tuvo en Vélez y después me
llevó a Olimpo y a Independiente. Con Cappa me pasó algo parecido: me tuvo en
Racing y después me pidió para Huracán. ¿Si tengo cuerda para ir a Boca? Uno
nunca abandona los sueños de jugar en un equipo así de grande.
CON EL SUEGRO, MEJOR NO ABUSAR. A Brenda (Bianchi) la conocí
por medio de Néstor Godoy, que es amigo mío y uno de los mejores amigos de mi
suegro. Mi primer día como yerno fue en un asado. El dirigía en España y vino a
Buenos Aires para las fiestas. Me vio y me dijo: “Hola, Eduardo, ¿vos qué hacés
acá?”. En realidad, ya sabía, porque Brenda le había contado. Claro que se
habla de fútbol en las reuniones familiares pero no quiero abusar y estar todo
el día hinchando los quinotos. A veces le pregunto, cuando me surge alguna duda
por una jugada.
OTRA QUE BENJAMIN. Mi hijo, Mateo, tiene dos años y es un
crack, zurdo como el papá. Tiene genes futboleros, yo trato de no meterle
presión, pero vienen los amigos y le compran un arco, o viene otro y le trae
una pelota, y al pibe le gusta patear. Por ahí le compro un autito, lo usamos
una, dos y tres veces; y a la cuarta le pega un voleo. Además le gusta ver, se
sienta en la platea y mira el partido, sigue la jugada. Eso me cuenta la madre.
Por ahí termina siendo técnico... como el abuelo.
DE REBOTE (II). Y sí, en algún caso la he ligado de parte
del periodismo por el tema familiar, pero lo llevo bien, estoy tranquilo porque
confío en lo que hago y no dependo de que un tipo diga o no diga algo, o me
nombre o no me nombre, porque sé que en algún momento, cuando jugaba en
Huracán, un relator ni siquiera decía mi apellido cuando me pasaban la pelota.
Fuente El Gráfico

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