Por Carlos Perez
No hay dudas que el partido que Independiente empató el
sábado en Liniers es de esos que jamás se te pueden escapar, que los tenes en
el bolsillo, dominados y en los que el rival no te llega.
Más allá de cambios, de la actitud de Andrés Roa, de la mala
o no salida de Sebastián Sosa, de Patricio Ostachuk no dando el paso al frente,
hubo un hecho externo determinante en el tercer tanto de Vélez.
Mateo Pellegrino, quien ingresó para cabecear en la jugada
del empate, logró hacerlo, aprovechándose de todo lo anterior mencionado pero
con una salvedad: estaba en posición adelantada y el juez de línea lo pudo
observar sin que nadie lo tapara.
El resto es historia. No hay que desmerecer los errores propios pero esta jugada debió ser anulada.
Fuente Orgullo Rojo
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