«Hoy no me llamó. ¿Qué pasará porque esta vez no me llamó?
Estoy pendiente del teléfono. Esto me empieza a preocupar», comienza la clásica
canción del Paz Martínez, que ilustra perfectamente la realidad que vive Lucas
Pusineri como DT del Rojo.
Está en un limbo, sin contrato -venció el 31/12/2020- y sin
saber qué pasará finalmente con él. Nadie se comunica para llevarle
tranquilidad, para decirle por qué no arreglan el nuevo vínculo, por qué se
estira tanto la firma que le habían prometido Hugo y Pablo Moyano; o lo
contrario, para explicarle que se arrepintieron y que no seguirá siendo el
entrenador del Rey de Copas. Nada.
Hace semanas, los dirigentes que toman decisiones declararon
públicamente que su deseo era el de extender el contrato de Pusineri. Incluso
se reunieron con el ex mediocampista para llegar a un nuevo acuerdo económico.
Desoyendo a Jorge Burruchaga, que en el medio pegó un portazo, eligieron en
favor del técnico.
Pero al final se salieron con la suya: dilataron la
operación lo suficiente como para hacerlo dirigir contra Arsenal y River, que
termine la Copa Diego Maradona y especular con los dos resultados.
Pusi le había aclarado a su círculo íntimo que él quería
terminar 2020 con la confirmación o no de la renovación; que no aceptaría una
prórroga de dos partidos para terminar el torneo. En silencio, terminó cediendo
y dándole el gusto a la comisión directiva. Ahora no le atienden el teléfono al
representante, no se comunican con él y no se sabe qué pasará… mientras tanto,
el técnico se presenta en Villa Domínico para trabajar de prestado con un
plantel que legalmente ya no le pertenece.
Fuente Infierno Rojo
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