domingo, 2 de agosto de 2020

El Pato José, un caudillo de verdad



Por Osvaldo Alfredo Wehbe

Hay homenajes que exceden largamente a la actividad que desarrolla o desarrollaba el agasajado o recordado.

Hoy pararemos la pelota como lo hacía el Pato en la mitad de la cancha y caminando con los pies en diez y diez, ordenando dentro y fuera del campo de juego, intentaremos situarnos en una cancha en los setenta o en una reunión de agremiados en tiempos de verdaderas luchas o en el costado del campo conduciendo con maestría equipos de todos los colores posibles.

Van 16 años sin el Pato.

Se fue escaleras arriba un 2 de agosto del 2004.

Dejó amigos agradecidos por tanta valentía, por mucha calle, por episodios conflictivos y un juego memorable de calidad y personalidad.

Ese Pato tan rosarino, nacido el 23 de mayo de 1942 en una ciudad futbolera, partida en dos en las pasiones y las emociones.

Y fue Colón su inicio y Racing, después. Porque la cara de Pastoriza en las figuritas apareció por primera vez en Racing.

¿Increíble con el paso del tiempo mirar al Pato con la casaca albiceleste, no? En Colón debutó en en el campeonato de Primera C de 1962, en el que el Sabalero terminó sexto, y el ascendido a la B fue Deportivo Italiano. Uno de sus primeros goles en el Negro se lo hizo a Defensores de Belgrano el 16 de junio en Núñez, empate en uno.

Y una cosa que siempre fue evidente es que el Pato nunca tuvo cara de pibe. Ni aun en aquel 1964 con la Academia y él con 22 años de edad.

Por recomendación de Pipo Rossi fue adquirido por la Academia, a la que llegó en 1964 junto a muchos jugadores. Con el Pato llegaron al Cilindro César Menotti, de Central; Daniel Bayo, de Gimnasia; Maidana, de Banfield; y Luis Pentrelli, que venía de Italia. También tres brasileños: Dorval, Claudio y Baptista.

El debut fue contra Ferro, derrota uno a cero, gol de Garabal. Su primer Racing con Luis Carrizo; Sacchi y Fernández; Martín, Pastoriza y Perfumo; Pentrelli, Menotti, Sosa, Oleniak y Belén. Jugó 53 partidos entre el 64 y 65 y marcó dos goles.

Por una necesidad económica fue transferido a Independiente y por él llegó Mori, y mucho dinero. Se fue justo antes del torneo que ganaría el "equipo de José", del cual en la previa, digamos, formó parte.

A Miguel Mori le fue muy bien en la Avellaneda albiceleste; y a Pastoriza, en el Rojo, ni hablar.

Siempre detrás de la cara de Pastoriza aparecía esa manera de caminar la vida futbolera y la otra. Con la cabeza en alto aun en los tiempos algo complicados en los comienzos de los ochenta con aquel tema de la adulteración de nafta en la que estuvo involucrado, que se resume en una anécdota a la salida de su Independiente de la cancha de Racing de Nueva Italia cuando un hincha trepado a una pared le gritó:

“Pastoriza… teléfono de YPF” y el Pato se volvió hacia el club (ya estaba en la puerta) diciéndole al simpatizante  que le acercara el tubo, riéndose de la ocurrencia cordobesa, pero poniendo la cara.

Y en el Rojo, ahí nomás, empezó a ganar todo. Primero en el Independiente de Brandao, campeón del primer Nacional en el 67, y luego afianzando al Rey de Copas de los setenta.

Había debutado en el Rojo el 10 de abril del 66, en la sexta fecha en empate ante "su" Rosario Central, cero a cero en Avellaneda.

El Diablo fue con Santoro; Navarro y Pavoni; Ferreiro, Pastoriza y Monges; Bernao, Roldán, Artime, Savoy y Tarabini. Ese 66, el Rojo había revolucionado el mercado trayendo a Luis Artime desde River.

En Independiente, Pastoriza jugó 184 partidos y marcó 32 goles.

Ganó, además, títulos locales en el 70 y 71 y la Copa Libertadores del 72.

Y se fue a Europa, donde en el Mónaco fue Monsieur Pató.

Con la historia de José Omar Pastoriza llenaríamos un par de páginas, y más.

Durante el 71 fue un brazo armado de los buenos para la huelga de agremiados de ese año, que fue histórica y les cambió la vida a los futbolistas.

Se puede hablar luego de su paso en las canchas como un gran mediocampista, con una pegada formidable, de su participación extraordinaria como técnico del Rojo (seis veces campeón de todo), de Boca y de otros equipos argentinos y el paso formidable por Talleres, en el que logró por mérito propio que la hinchada que sufrió su derrota más cruel frente a un Independiente que él dirigía lo sintiera como propio.

Pastoriza es al fútbol un referente ineludible de Independiente, pero uno puede asegurar que también lo es de Talleres.

El Pato dirigió por el mundo. Brasil, El Salvador, España, Venezuela, Bolivia y Colombia.

Pastoriza jugó en la selección nacional entre el 70 y el 72, dieciocho partidos marcando un gol. Debutó con Juan José Pizutti de técnico en un amistoso ante Brasil en Porto Alegre, el 4 de marzo de 1970. Ganamos dos a cero con goles de Oscar Mas y Conigliaro y el equipo fue con Cejas; Malbernat, Perfumo, Rogel y Rubén Díaz; Madurga, Pastoriza y Brindisi; Conigliaro, Fischer y Mas.

La presencia del Pato en Venezuela es, aunque no muchos lo digan, la plataforma de lanzamiento de la Vinotinto a ser competitiva. Él logró que los jugadores de ese país se quitaran los complejos y se animaran a más, poniendo al fútbol un poco más cerca del básquet y del béisbol, deportes más populares en esa tierra.

Fue el Pato uno de los pocos hombres del fútbol que se le plantó al polémico presidente del Atlético Madrid, Jesús Gil y Gil, pegándole un portazo cuando vio minadas sus condiciones de respeto.

Amigo de los amigos a rajatabla, fue empresario gastronómico y futbolístico en un proyecto en Real Arroyo Seco.

El Pato, de sobretodo y caminando de frente hacia uno, era eso: un hombre caminando de frente.

Era recordarlo con la nostalgia de estos espacios. La partida de José Omar Pastoriza fue mucho más que eso. Fue el viaje al más allá de una época en la que los jugadores eran más que mercadería más o menos costosa y los referentes no les sacaban el hombro a los derechos de todos los días.

Un abrazo, Pato. Dichosos los que fueron sus amigos.

Y lo siguen siendo.




Fuente Puntal.com
 

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